Hoy sí, hoy es el día.
El día de vivir,
de lamerse las heridas
sin lamentarse.
De decir sí,
de ignorar aquellos indecentes.
De quererse,
y quererlos.
A ellos,
a todos.
Porque se puede,
porque se debe,
porque se quiere.
Hoy sí, hoy es el día.
El día de vivir,
de lamerse las heridas
sin lamentarse.
De decir sí,
de ignorar aquellos indecentes.
De quererse,
y quererlos.
A ellos,
a todos.
Porque se puede,
porque se debe,
porque se quiere.
Hay personas que me desconciertan, que me sacan de mis casillas, que me desencajan. Aun así, sigo mi guerra. Porque nunca termina, porque no se detiene, porque sigue, sin parar. Es un ciclo oculto que continúa.
Hoy mis ojos no querían abrirse, se pegaron mis pestañas entre ellas, aun así, luego de un largo rato, senté la cabeza y me levanté. Bajé de mi cama poniendo un pie delante del otro. Subí la persiana y entró la luz de golpe por mi ventana. Era un día soleado, y mi alma ya no lloraba. Mi corazón estaba húmedo y no por las lágrimas, sino por el oleaje del amor del día anterior, que sigue presente en mi vida.
Entonces un desazón entró por mi esófago y mi estómago se removió, quedándose de piedra, siendo pesado. Aquel que hacía tiempo que no me decía nada, lo volvió a hacer. Regresó para jugar mal sus cartas. Esta vez no podría porque desistiría. ¿Qué se creía? El «rompecorazones» se hacía decir.
Y, luego de asearme, aquella se atrevió a desafiarme, a decirme y describir mi yo interno, afirmando que me conocía. Me sorprendió: ¿Cómo alguien podía conocerme si no lo hacía ni yo misma y si ese alguien ni se conocía a sí mismo?
Admiraciones que alteraban mi quietud.
¿Cómo estáis? Espero que bien…
Sólo os vengo a informar que, ahora que ya es Febrero, he publicado una nueva historia en Wattpad, llamada «Alcoholizada de alma». Mi usuario es Perezita.
¡Pasaros! ¡No perdéis nada!
Gracias, sois amor.
Regálame una estrella florecida y triplicada por mil pétalos aun sin florecer. Que sean eternos, que tarden en crecer porque sí. Por nosotros. Brindemos por nuestro pasado y celebremos el presente. El futuro ya se verá.
Y quiéreme más hoy que ayer y ven, ven aquí, a mi alma. Porque la cuidaste y lo sigues haciendo. Regándola y haciéndola crecer. Ahora es fuerte y eterna, pero eso gracias a mí. Con mis heridas llenas de cicatrices se ha fortalecido. Todo por mi yo interno, y por desarrollarse hacia adentro. Eso es lo más hermoso del mundo.
Y me encanta, y me enamora.
La vida es bonita.
No tengo ni tiempo para escribir, aun así rompo las horas, detengo los minutos y ralentizo los segundos. Porque no hay placer más bonito que sentirlo, y tenerte en mí. Lo sé, se me están escapando las palabras y, las letras, que juegan juguetonas sin parar. Se mezclan y vuelven a cantarte la poesía más bonita del mundo; la que escribo con mis manos para ti. Sin sufrir se vive y sufriendo es vivir. Siempre en gerundio, en un presente en tiempo activo.
Te quiero, siempre presente aquí, en mi corazón.
Y sí, otra vez ha sucedido, vuelves a estar en mi alma más purificada; mis textos.
El sol abrumaba mi piel, necesitaba oscuridad para poder ver el camino de la luz. La luna brillaba en un cielo estrellado y, aun así, seguía siendo la reina del cielo nocturno. ¿Y ellos quiénes eran para juzgarla? Me sentía relativamente malhumorada.
Se sentó en la silla de su escritorio, cruzó las piernas y empezó a balancearse hacia delante y hacia atrás. Como iba con tejanos, el cruce le tocaba el clítoris y le daba más placer. Entonces se imaginó cómo le tocaba él, desde los pies hasta la cabeza y con ternura y delicadeza. Con mucho deseo y amor. En unos instantes cortos explotó.
Y me asusta el hecho de que se me oscurezca el alma a causa de la gente. Porque ellos no saben, ni mucho menos entienden, lo que es estar y ser con él.
Salí a la calle. Era un día frío pero soleado. Anduve con un rumbo definido y con la incertidumbre acechándome constantemente. Y es que la certeza no estaba de mi parte aquella tarde, aun así, me sumergí leyendo mientras me apoyaba en una columna gris. Y esperé, un buen rato. Ya estaba acostumbrada, iba bien preparada. Así que cuando llegó, caminamos hasta llegar al Centro. Acabamos en una hamburguesería donde allí nos entretuvimos un buen rato hablando. Todo empezó porque le solté un bombazo. Inusual en mí ya que, a pesar de aquello, sonreí. Se lo conté tranquilamente, sin darle mucha importancia y viendo la cara positiva del acontecimiento en general. Luego, nos sentamos y, allí, conversamos. Comenzamos con el tema del sexo; por un lado, repulsividad hacia este, por otro, adoración. Llegué a la conclusión de que si eres libre copulando con el otro ser, puede ser muy positivo. En definitiva, que atrae sensaciones y emociones buenas. Poco a poco nos fuimos adentrando en otros temas y, el más, superficial y surrealista fue hablar de mi pasado. Más concretamente mi absurda ilusión por un chico. Y es que aquella mujer, tenía la capacidad de querer destruir a otro ser, pero no el poder. Así que me quedé bien tranquila. Y, a la vuelta a mi casa, cuando nos despedimos, me quedé reflexionando. Porque justo cuando estábamos yendo hacia el restaurante, ella me soltó unas cuantas dudas a mí, respecto a mi relación amorosa. Pensativa estaba de regreso, anduviendo por las calles oscuras, iluminadas por las farolas y ensombrecidas por mis inquietudes. No, no tenía la necesidad de salir de mi relación porque me sentía bien conmigo misma y con él. Tampoco me aterraba la idea de que me pudiera decepcionar, de que mi amor fuera un fracaso. Ni mucho menos me asustaba el hecho de que la relación que estaba teniendo quedara en pasado y fuera un intento fallido. Me sentí demasiado bien, pues la persona que estaba en mi vida me llenaba; de lealtad, de felicidad, de paz y de amor. Quizás nuestra relación des del exterior podía parecer común y a la vez rara, pero des del interior, era y es la gloria.
Mis huesos se congelaron mientras la lluvia resbalaba por mi rostro. Observé el invierno, un paisaje frío y húmedo a la vez. Las hojas ya no vestían los árboles y los pájaros volaron otros aires, otros cielos. Me sentí bien conmigo misma, porque justo por aquellos instantes mi cerebro, mi corazón y mi cuerpo no estaban desencajados. Pensaba en él a cada momento, y más aquel, en el que íbamos a vernos. Un encuentro que no me esperaba, pues me observó desde la distancia. Y yo que me sumergí en un mundo ajeno buceando entre la música que sonaba de mis auriculares.
Un «Aun te quiero»,
un suspiro de vuelta.
Un adiós,
y un porqué.
Un «Nunca lo quise»
y un «Ahora lo quiero a vos»
con todo mi ser a su alma y a su cuerpo.
Otro «Yo también te quiero, amor».
Y se fueron a volar por el Universo,
siendo estrellas andantes,
haciéndose brillar mutuamente.
Abro el ordenador y qué me encuentro. Un rostro, un cuerpo y un alma muerta.
Una imagen aun en la papelera de reciclaje. Entonces desenfoco mi mirada y observo mi escritorio. Esbozos, cuadros y la fotografía.
Quiero que me quieras puta, alocada y guerrera.
Quiero que me quieras por lo que fui, lo que soy y lo que seré.
Quiero que me quieras ya sea con mi amargura o mi alegría. Con mi día a día.
Quiero que me quieras sin ningún motivo y con todos a la vez.
Quiero que me quieras siendo ave o mosquita muerta.
Quiero que me quieras libre.
Recuerdo la primera vez que te vi cuando pensé: «¿De qué palo va este tío?» Y también cuando tu cara me hacía reír a carcajada libre.
Recuerdo cuando nos veíamos y me dabas dos besos, uno en cada mejilla, con mucha ternura y amor.
Recuerdo cuando me encarabas para hablarme y observarme. Cuando me sacabas temas de conversación y me hacías sonreír.
Y también cuando empezamos a quedar porque mi «lio de invierno» comenzó a ignorarme. Aquella vez que fuimos a la biblioteca a estudiar y estuvimos más hablando, riendo y jugando que otra cosa.
Recuerdo cuando te di mi libro escrito por mí. También cuando me acompañabas por las noches a casa.
Recuerdo aquel 15 de Diciembre cuando quedamos tres veces consecutivas: mañana, tarde y noche. Y tu declaración de amor, mi incertidumbre y mi decisión de la cual no me arrepiento para nada.
Nuestro primer beso, que te lo robé yo y lo planificaste tú. Porque tú te morías por uno, y yo también. Porque nos moríamos los dos por besarnos sin parar.
Recuerdo mi primera lágrima contigo y como te dije: «No es nada, ya está, ya está». Estábamos en el coche de tu padre.
Recuerdo nuestra primera vez que hasta que no te di el consentimiento no seguiste. Y cuando te dije «Sí» entonces continuaste.
Recuerdo cuando me decías: «Ven que voy a partirte la boca a besos».
Recuerdo que me dijiste: «Me gusta hablar contigo». En aquel momento se me enterneció el corazón.
Recuerdo cuando me brindaste amor sin que yo te lo pidiera y me quisiste sin yo quererte hasta que te quise y llegar a querernos sin querer.
Contigo soy paz, amor y guerra.
Paseamos por la ciudad mientras tú llevabas un cucurucho de patatas fritas en la mano y yo tu mirada en el alma.
Te quise en todos los instantes pasados, y presentes. Te tuve ensimismado en mi mente. Porque eras y eres mi fuente de energía.
Seguimos caminando sin parar de hablar hasta llegar a un parque. Nos sentamos en el césped donde delante había un lago, un bar y muchas luces encendidas. No era excesivamente bonito, porque para eso ya estabas tú. Pero tenía un encanto porque a tu lado, todo era magia.
Y estuve hablando un rato largo yo, mientras mi mirada se perdía en un punto borroso lejano y en tu rostro. Luego hablaste tú. Sacamos muchos temas de conversación.
Fue una noche agradable. Y es que me agarraste y me besaste. También me miraste. Y yo te miré y te observé, y me enternecí. Porque te tuve entre mis brazos pudiéndote acariciar y besar. Pudiendo ser contigo.
Tuvimos paz en nuestros sentimientos, nos dimos guerra con los diálogos y mucho amor con los besos.
Salí con mis amigas de noche para ir a cantar a un Karaoke.
Canté un poco, sonreí pero no reí. Fruncí el ceño porque mi cabeza dolía y no por el alcohol ingerido sino por la música tan alta. Un chico me observó, pero ligó con mi amiga. Me dio igual, no estaba dolida sino enamorada. Y no de cualquiera que estuviera allí.
Entonces sonó una de las canciones que cantamos a veces cuando vamos en tu coche: «Tu jardín con enanitos», de Melendi. Sonreí y luego me puse melancólica. «Sácame de aquí», pensé. Y se me pasó pensando en ti. Siendo contigo sin estar juntos.
Me puse a reflexionar… No quería que fueras mi pilar más importante en mi vida sino unos de mis pilares porque si un día no llegases a estar me derrumbaría. ¿Y que sería de nosotros? De ti, de mí. No sabía cómo hacerlo, quizás porque los otros pilares de mi vida se estaban destruyendo por eso tú eras el más valioso. Y no en oro sino en tiempo.
Luego desistí. Intenté disfrutar de lo que quedaba de noche. Estaba cansada y mi objetivo en aquellos momentos era observar a las personas: cómo se movían, qué hacían y hacia donde iban. Me desvanecí y cuando regresé, viví.
Estábamos sentados en un banco que en un futuro sería nuestro banco pero que de momento era «un» banco.
Estuvimos hablando, más él que yo. Reflexioné sin llegar a ninguna conclusión pero con dudas en mi mente. Entre todas: «¿De qué palo iba ese chico?»
Y me sumerjo en una nueva historia para vivirla, para contarla.
«Ojalá estuvieras aquí», pienso. Y es que hace muchos instantes que ya no estás. Me has roto entera, de pies hasta alma.
Te odio tanto porque una vez te quise con todo mi ser. Y lo sabía que pasaría, que esto terminaría. Pero, ¿Por qué a mí? ¿Por qué siempre tengo que ser la de la mala suerte en eso del amor?
El desamor me concede demasiados bailes, y yo, que los bailo como una bailarina profesional. ¿Y para qué? Para romperme los huesos de tanto sufrimiento. Se desintegraron.
Estábamos su familia, él y yo juntos en el coche volviendo hacia nuestra ciudad de una cena con muchas risas. Contemplaba la noche desde la ventana; luces, cielo, oscuridad brillante y retrospección de mis sentimientos. Cristalización de ojos y un «¿me recuesto en su hombro?» No podía más del cansancio que sentía y lo hice: me acomodé un poco. Enamorada estaba; una loca hechizada era. «¿Cómo le puedo querer tanto?» Me cuestioné. «Su culpa», volví a pensar.
Y me puse a observar nuestras fotografías donde tú eres el protagonista. Quien destaca, la alegría de mi vida.
Un momento,
una luz
y un beso.
Te quiero,
gracias por dejarme entrar en tu mundo.
Quizás esta sea mi oportunidad, mi libertad.
Volver a volar.
Convertirme en mariposa y surfear en el cielo.
Ser rama y a la vez hoja, moverme al compás de las copas de los árboles.
Ser, siempre estar aunque a veces esté siendo nube flotante.
Porque ya no sé ser racional, sino pasional.
si no soy sincera de alma.
Estoy rota.
Perdóname si soy mucha cordura.
Me invade el miedo.
Perdóname si fluyo poco.
Soy cristal y no quiero romperte.
Perdóname si a veces estoy más que soy. Y es que la suerte no me acompaña y, la lucha, para mí, es otra patria.
No quiero borrarme, no quiero desvanecerme y, luego, tener que reconstruirme. Porque ahora todo es muy bonito, mágico e inigualable.
Me destruirás, y lo sé. Muchas veces los demonios, los dolores y las heridas son ángeles, placeres y cicatrices.
Me convertiré en una rosa negra podrida, desintegrada y desalmada. Ya nunca jamás volveré a florecer. Cuanto más luz más oscuridad.
Y claro que tengo miedo. Y aunque contigo se disipe, lo sigo teniendo intacto en el alma.
No quiero pensar en el destino, porque sé que no será divino. Quiero estar y ser presente, y vivirlo estando y siéndolo.
No quiero que me tomes por dramática, simplemente soy realista. ¿Qué será de nosotros cuando lo nuestro ya no exista? Nos quedaremos divididos de cuerpos pero unidos de alma.
Hay conexión, fluideza y dulzura. A la vez locura. ¿Y qué será de ti y de mí sin ser unión?
Por ahora estamos siendo religión, patria y ejército luchando en la guerra de la vida con mucho mérito.
Ayer, en la madrugada, no podía dormirme y, como siempre, me puse a escribir. Sobre ti, sobre mi amor florecer. La música acompañaba el momento. Fue especial, distinto.
Y me puse a pensar, a imaginar, hacer cosas contigo. Lo que fuera pero a tu lado.
¿Te imaginas vivir siete vidas a tu lado y seis muertes?
Yo me imagino una vida triplicada por momentos de amor, de locura y hechizos.
Flores floreciendo,
creciendo en Diciembre.
Ven, aquí conmigo.
Juntémonos.
Renazcamos del tallo,
cada día y por el resto de nuestras vidas.
Delirando sueños,
¿sabes que te estoy queriendo?
Luchando en guerra estoy,
mi tregua se acabó.
No quiero hacer un reset de alma,
quiero hacernos volar cada jodido día.
Porque se están convirtiendo en gloria.
¿Tú sabes lo que es resistir ante el dolor?
Y matarse de una risa, estrellarse en ella. En ti.
Quiero que le demostremos al mundo lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Lo que éramos y de lo que aprendimos.
Quiero demostrarme que esta vez es real y no una fantasía ilusa.
Porque me dejé te quieros enganchados en el corazón, que florecieron y se pudrieron, asfixiándome. Pero hay de otros que han salido a la superfície. Tú me haces ser sincera, sentirme segura. Me haces flotar como una mariposa.
Y hay veces en las que voy por la calle caminando mientras pienso en ti y se me cristalizan los ojos. Quizás de emoción, por estar alucinando o de alegría. Y es que para mí todo esto es nuevo; lo que tenemos, lo que estamos construyendo.
Es emocionante que me suceda esto que somos pero a veces es como una alucinación alegre. Porque soy feliz a tu lado, demasiado. De hecho, soy todos los adjetivos contigo. Soy flexible, me amueldo a ti y tú a mí.
Esta vez en este instante eterno, estoy siendo amor.
Vida, te quiero vivir pero me matas. Creo que lo estoy haciendo aunque sea alma inmortal.
No me entiendes, no lo haces.
¿No me ves?
Yo lo que veo es que me quieres ver luchar sin parar hasta dejar mis huesos adoloridos, mi corazón marchitado y mi alma podrida.
No sé si están así pues debería hacer una retrospección. No quiero verme por dentro, no quiero ver todos mis rasguños y cicatrices. Heridas aun sin secar.
Estoy en una crisis,
la vida se me está yendo al traste.
Me ahogo, luego salgo de la superfície y vuelo, pero como un pájaro herido.
Entonces me estrello contra una nube y me convierto en pólvora, la misma que cae de un alma podrida -la mía-.
¿Sabes lo qué es ser caos?
¿Comprendes lo que es introducirse sin querer en el desastre?
Ahí, justo, se te desarma el corazón.
Fallar a los demás, y lo peor, fallarse.
Jodido, mucho.
Y quieres morir porque te ahogas en el océano. No te queda aire, ya no puedes seguir respirando.
Muerte repentina en un instante.
Pero luego abres los ojos y te ves allí, viviendo. Siendo inmortal. Eso sí que duele. Eso mata aun más. Y si ya estás muerta ¿cómo seguir viviendo?
Voy arrastrando malas acciones que, por ende, malas consecuencias. Y son tantas que me pesan, me ahogan.
Porque van saliendo, como la luz parpadeante de una estrella, o un semáforo. Y luego se instalan en mi vida. Y no hay manera de quitarlas, de eliminarlas. Porque se acumulan, acomodándose. Y aunque no lo parezca, duelen mucho.
¿Pero sabéis qué es lo mejor?
Que voy libre de alma, que no me matan los sentimientos pues estos son libres. Vuelan por sí solos. Y eso no tiene el valor en precio, sino en momentos.
Puzzle de emociones.
Tiemblo por mi pasado.
Muerdo, soy demonio y también ángel.
Te quiero,
me siento flotar, volar.
A veces lloro y, otras, sonrío.
Estoy felicidad,
mis ojos son chispas de alegría.
Cóctel de emociones.
Nosotros.
Tu culpa,
fe y esperanza.
No quiero morir de desilusión
sino vivir un montón.
Morirme por un beso tuyo.
Pero sobretodo ser amor contigo.
Y vuelo;
cuando me besas,
cuando me cantas con palabras
y me disparas balas de amor.
Cuando me enciendes,
cuando me haces temblar
y cuando me haces rabiar.
Volando soy;
un ave,
un avión,
una hoja andante.
Porque a veces se trata de hundirse en el alma de uno mismo y resurgir entre las cenizas.
Aun queda fuego.
Yo te huelo, te tengo.
Aquí y conmigo.
El cielo está azul celeste, hay pájaros y tú estás en mis manos.
Nos tenemos.
Nos queremos.