Y cuando estás te quiero, y cuando no estás, te quiero aun más. Porque te pienso, te quiero y luego existo. Después de volar, de quererte y aterrizar sin detenerme, sin estrellarme. Y las mariposas, antes de verte, juegan en mi estómago. Son nervios, es amor. ¿Enamoramiento? Si te lo niego miento. Y cuando te veo, a veces te observo, a veces te beso. Pero siempre surfeo en el cielo entre las nubes. Y me miran, extrañándose. Aun así se quitan del medio y me dejan nadar sin detener mi ilusión. Paz es lo que siento más.
Y quiéreme en ascendiente des del ayer hasta el hoy. Pero quiérete aun más a ti mismo. Luego ya repartirás amor. Y no seas absurdo que eres único. Bésame mucho, también, sin importar si estoy fría o cálida, si soy demonio o ángel. Si estoy o si soy. Contigo y sin ti. Porque a veces seremos equitativamente, otras tú estarás más que serás o yo seré más que estaré. O por el contrario, al revés. Aun así, será como jugar un ajedrez. Hay veces en las que gana uno y el otro pierde. También los dos ganaremos pero no perderemos. Tampoco quiero decir nunca, ni siempre, ni hasta mañana, ni adiós.
Y no escuches los rumores, escucha nuestros corazones que palpitan como tambores, al ritmo de nuestras respiraciones.
Te quiero, amor.
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