Estábamos su familia, él y yo juntos en el coche volviendo hacia nuestra ciudad de una cena con muchas risas. Contemplaba la noche desde la ventana; luces, cielo, oscuridad brillante y retrospección de mis sentimientos. Cristalización de ojos y un «¿me recuesto en su hombro?» No podía más del cansancio que sentía y lo hice: me acomodé un poco. Enamorada estaba; una loca hechizada era. «¿Cómo le puedo querer tanto?» Me cuestioné. «Su culpa», volví a pensar.
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