No quiero borrarme, no quiero desvanecerme y, luego, tener que reconstruirme. Porque ahora todo es muy bonito, mágico e inigualable.
Me destruirás, y lo sé. Muchas veces los demonios, los dolores y las heridas son ángeles, placeres y cicatrices.
Me convertiré en una rosa negra podrida, desintegrada y desalmada. Ya nunca jamás volveré a florecer. Cuanto más luz más oscuridad.
Y claro que tengo miedo. Y aunque contigo se disipe, lo sigo teniendo intacto en el alma.
No quiero pensar en el destino, porque sé que no será divino. Quiero estar y ser presente, y vivirlo estando y siéndolo.
No quiero que me tomes por dramática, simplemente soy realista. ¿Qué será de nosotros cuando lo nuestro ya no exista? Nos quedaremos divididos de cuerpos pero unidos de alma.
Hay conexión, fluideza y dulzura. A la vez locura. ¿Y qué será de ti y de mí sin ser unión?
Por ahora estamos siendo religión, patria y ejército luchando en la guerra de la vida con mucho mérito.
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