Por fin digo «por fin» sin decir «por fin». Te parecerá extraño. ¿A mí? Cuéntame los lunares y déjate de cuentos que van sin fin o escasean de lucidez. Me apetece ser la luna, o cualquier estrella que no se estrelle. ¿Ya lo estoy siendo? Enamórate de la felicidad y siempre terminarás en el bucle del sueño que tiene mucha finalidad llena de verdad, una muy pura. ¿Y las historias? Mejor pregúntate si la nuestra es de un nosotros lejano o cercano, de aquí al lado de las praderas, o romerías. O del lado de los colores translúcidos en que abundan los amaneceres grisáceos. Yo me quiero, yo me quiero, yo me quiero… me voy diciendo. Quédate así quieto y no muevas ni un dedo, o muévelos todos. Solo me apetece ensuciarme de palabras inéditas o excluidas o extraídas o extranjeras. Sencillamente me encantaría ser la poesía en persona y, al final, mi cara, y toda yo, somos un poema, aquel de prosa poética: el más breve y, al mismo tiempo, el que narra la nada y es la nada a la vez. La mirada déjala en el pasado, que se estanque.
El poema desquiciado
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Comentarios
2 respuestas a «El poema desquiciado»
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Precioso 👏👏👏👏👏
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Gracias, 🫶🏻.
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