Categoría: Escritos

  • Encantamiento

    Antes éramos tú y yo,

    ahora somos,

    en presente y en gerundio.

    Un nosotros,

    un volamos.

    Un nos vamos

    y un queriéndonos.

    Aquí estamos,

    y no jugamos.

    Esto es serio,

    no es un cuento.

    Es un hechizo,

    es mágico.

    Porque él es mago y magia a la vez.

  • Sólo hay placer

    Una mirada,

    un beso,

    la respiración acelerada.

    Miedo y un ¿Sigo?

    Como respuesta: «Claro».

    Caricias.

    Muchos besos.

    Y ella cede,

    y él continúa.

    Nervios,

    amor

    y locura.

    Ahora el poder lo tiene él,

    ella se siente enloquecer

    y sus miedos resultan desaparecer.

    Sólo tienen deseo, y se hacen disfrutar.

    Mucho placer.

  • Indeterminación

    El miedo recorrió mi espina dorsal, los nervios se atragantaron en mi garganta. Anduve sin pensar en un destino aunque mi corazón se dirigía por instinto, persiguiendo sin querer tu olor, tu rastro, tus huellas.

    Hacía calor y era invierno. Era Diciembre ¿helado y congelado? ¿O caliente y quemado?

    Mi alma quemaba pero aun no traspasaba mi piel, aun no la calentaba.

    Entonces me pregunté si donde estaba sentada era el banco donde nos sentamos la última vez que vinimos.

    Observé el paisaje mientras la esperanza se disipaba y me decía a mí misma «Estúpida». Me culpaba constantemente. De hecho tenía el ceño fruncido, el corazón enloquecido. Pero estaba sola, y me sentía absorta en otra vida, no la mía.

  • Locura única

    Todo comenzó un 15 de diciembre.

    Ojalá ahí no se quede, ojalá continúe.

    Estoy con la esperanza agotada y la fe disipándose. Y los miedos a flor de piel, además de las dudas atragantándome. Aun así, tengo el instinto de que lo nuestro seguirá siendo salvaje, único y, quizás, inquebrantable.

    Porque se sale de la norma, rompe la regla.

    Y por cada día que pasa lo tengo más claro: me vuelves loca, amor.

    De los poros de mi piel salen chispas de locura mezclada con dulzura.

  • Ojalá

    Ojalá,

    que no deje de gustarte,

    que no deje de encantarte,

    y enamorarte.

    Que no sólo sea deseo,

    y un poco de placer.

    Ojalá,

    que me quieras por una eternidad.

    Me beses sin detenerte

    y me hagas el amor hasta quedarte inconsciente,

    cada día y de todas las formas.

  • Amor

    Las paredes temblaban y nuestros corazones alcanzaban el éxtasis.

    Caí rendida justo en aquel momento porque nos hicimos el amor mutuamente.

    Fue único, inolvidable y mágico.

    Él era mago, lo sigue siendo.

    Y es que hacía que a mí me gustara, encantándome, enamorándome.

    Sus ojos achicados, observándome, y mis manos en su pelo.

    Placer y sólo placer.

    Perfección absoluta.

    Fuimos uno, nos fusionamos.

    Y ahora enamorados estamos.

    Aquello fue amor, puro, sin grietas, sin rasguños, sin dolor.

    Volamos juntos.

  • Luciérnagas

    Mis Navidades han cambiado. Y no quiero ilusionarme pero has aparecido tú. Creo que a partir de ahora todo será distinto. Porque me cantas con palabras, no disparas balas, sino bombas de amor y me cuelgas sonrisas en mi alma.

    Las luciérnagas estaban en el cielo, parpadeantes, disparando chispazos de felicidad, como nuestros ojos, que brillaban a la luz de la luna.

    Y volé, porque me sentí en una nube, contigo.

    Volé, en aquel primer beso que te robé y en los de después que me robaste.

  • Volar

    Quiero hacernos el amor;

    no quiero sexo,

    tampoco follar,

    ni fornicar.

    Quiero saltar,

    cantar,

    bailar

    y volar.

    Quiero desmayarme en tus brazos, abrazos, y morirme por darte un beso.

    Y que me los robes tú.

    Y no quiero perderte,

    ni que estés en mi lista de capullos.

    Tampoco escribirte una carta con mala gana, amargura y pena en mi alma.

    Aun así, quiero volar.

  • Noche mágica

    La luna nos acompañaba en nuestra guerra hacia nuestros corazones, tiernamente entrelazados, los que palpitaban rápidamente sin querer.

    Absorta me sentía, en otro cielo, en otro mundo, en otro Universo.

    Mi corazón floreció, de él nació una pequeña rosa roja cuando sus sentimientos salieron y sus palabras empezaron a fluir.

    Volé, voló, volamos.

    Yo también fluí. Y sonreí, y reí. Y, luego, me puse a temblar. Miedo; al primer beso, al amor. Miedo al dolor.

    Y es que el primer beso es jodido, pero el amor. Y no quiero hablar del dolor, el sufrimiento. La angustia, la desesperación y el llanto.

    Se me cristalizaron los ojos, sólo un poco.

    Fue romántico, una noche mágica.

    Mi primera noche mágica.

  • Agotadísima

    Quizás entiendas lo que es estar cansada, pero no agotada de alma. Mi corazón se arrastra y va con demasiada calma. Dice que no puede pero aun le queda un largo camino por recorrer y no puede desistir, no en ese momento. Pronto, aun no.

    Quiero un simple empujón, un soplo que le haga llegar hacia el segundo escalón.

    ¿Podrá?

  • Acoso

    Y tienes miedo, estás asustada y huyes. Pero el miedo sigue palpitano en tu corazón. No tienes tiempo de pensar, sólo reaccionar. Corres, corres con toda tu alma. Y vas girándote. Compruebas. Pero el miedo no se detiene. Sigue y sigue. Y cuando llegas a casa, sigue aun más. Tus ojos están cristalizados, ya desde hacía rato. Y tu cuerpo agotado de tanto correr sin parar. Y es que te metes entre callejones ¿cómo sabes si a la siguiente te lo vas a encontrar? ¿cómo sabes si va a haber otro psicópata? O, mira qué casualidad, el mismo que te persiguió. Que jodido miedo.

    Porque es de noche y el cielo está estrellado, no te da ni tiempo a observarlo porque no te detienes. Esta vez no.

  • Invierno

    Y era un día nublado, frío. Estaba en invierno y, ella, se lo pasó mordiéndose las uñas mientras intentaba concentrarse en el trabajo. No podía, estaba ausente, y absorta en otra vida.

    En otro mundo.

    No sabía, tampoco entendía, porqué las cosas sucedían de una manera y no de otra. Pero lo de ella, sucedió de una manera espontánea. Y es que se lo contó, así como quien no sabe muy bien uno  lo que hace. Luego, se sintió serena, y  un poco libre, pues lo había contado otra vez. Se sintió bien. Y aquello era lo que deseaba a cada instante: sentirse bien.

    Salió a la calle y anduvo con un rumbo definido. Sabía hacia donde se dirigía, también cómo. Un sentimiento de paz inexplicable e incontrolable, que se expandía cada vez más hasta explotar.  Porque los sentimientos eran así, bombas explosivas.

  • Buen día, mediodía, tarde o noche…

    Me sabe mal comunicaros que dejo el Blog en Standbay. Y no porque me tome unas vacaciones a mi costa, sino para centrarme en mis estudios ya que las siguientes semanas estoy hasta arriba de exámenes y trabajos.

    Volveré después de las vacaciones de Navidad, en Enero.

    Tengo que deciros, siendo sincera, que no sabía qué escribir porque durante este tiempo no he tenido mi espacio personal. Es decir, que no he tenido mi tiempo, entonces no he podido sacar mi arte creativo.

    Básicamente estoy estresada y angustiada, espero que lo entendáis.

    Si queréis leer algo mío, pasaros por mi Wattpad, donde mi nombre es Perezita y la historia se llama Rompiéndose a pedazos. Publico dos veces por semana y son microcuentos.

    Un besazo y un abrazo. Que tengáis unas muy buenas vacaciones y nos leemos en Enero.

  • Mala vida

    Voy tirando los días,

    así como quien tira mierda a la basura.

    Pero estoy bien, lo estoy.

    Que sí, no me mires así, con esa cara de interrogante.

    Voy bebiendo sorbos de la mala vida. La impura, la amarga. Y no me sientan mal.

    Aun así, me pongo a bailar delante del espejo. Y sonrío. Y río. Carcajada medio alegre. Entonces, pienso y me pienso: «No estoy tan mal. Si soy hasta un poco bonita.» Luego se me pasa, cuando me estrello contra la realidad, pura e insana. Porque me vienen los malos recuerdos; chipazos de demasiada realidad. Abundancia de ella.

  • Diciembre roto, y congelado

    Mira, ya es Diciembre. Y míralo bien que te lo pierdes. Va a pasar volando, como las mariposas en primavera.

    Y, yo, que creí en las historias de amor, todas aquellas que me enseñaron de pequeña. Las películas Navideñas, las típicas. El cliché. Y ahora que ya es uno de este mes, es cuando comienzan a transmitirlas. La pena es que sean siempre las mismas.

    ¿Quién cree en el amor? ¿Y en la Navidad? ¿Quién cree en la magia? ¿Y en la ilusión de abrir un regalo?

    Pues yo lo he perdido todo y no quiero saber nada de nadie. Sólo quiero repararme, reinventarme. Fundirme en mi propio corazón, pero soy tanto hielo, congelado. ¿Quién lo diría, eh? La chica de la risa, de las carcjadas al tiempo. Era, en pasado. Y lo sigue siendo, en presente y distinta. Rota.

  • Vaciándome

    Estoy aquí, pegándome tiros en el alma. Soy como la ruleta de la suerte, y así me va.

    Vaciándome, como una margarita cayendo marchitada luego de la primavera.

  • Sucesos inesperados

    -¿Sabes qué pasa? -la miró dubitativo y confuso pero a la vez curioso. -Que los tíos sóis unos gallinas. No tenéis huevos, os acojonáis.

    Y antes de que abriera la boca, giró sus talones y dio media vuelta.

    -Me voy.

    Una vez ya en la calle, oscurecida pero con una luz intacta en el cielo, brillando, anduvo rápidamente mientras la rabia le subía a la cabeza, recorriendo sus venas. Estaba harta, siempre le pasaba lo mismo. Y es que cada vez que a ella le empezaba a gustar un chico y, este, parecía que también le gustaba ella, todo cambiaba. Un giro radical, una patada en la cara, un culetazo en el suelo.

    Estaba en su habitación y allí, enredada entre sábanas, hundió su cara en la almohada. Lágrimas ahogadas, secas, silenciadas; las que más dolían en el alma. Se durmió. Y allí se quedó, medio sumisa de su depresión.

    A la mañana siguiente miró el móvil; dos llamadas perdidas y diez mensajes de él. ¿Qué carajos quería? ¿Qué pretendía?

    Pasó, como quien cruza un paso de zebra.

    Y no salió de casa, y se ahogó en su pena, melancolía, tristeza y nostalgia. ¿Demasiado tarde ya?

    Entonces, después de asearse, salió a la calle para, con suerte, despejar su mente. Se lo encontró, en la puerta de su casa.

    -¿Qué carajos quieres?

    -Hablar contigo…

    -Demasiado tarde. -Comenzó a andar, hacia un rumbo indefinido.

    -Oye… -y antes de que pudiera alejarse más, la detuvieron sus palabras. -Me gustas. Y sí, joder, he sido un idiota en no demostrártelo, en tirar la toalla y dejarte marchar. Pero ahora estoy aquí, intentando arreglarlo. Y ya sé que lo roto nunca jamás será reconstruido, y ya sé que va a costar, y ya sé que esto duele. Pero si nos tiene que doler, que sea juntos.

  • Una noche

    Estoy aquí, como una estúpida, dando vueltas en la cama. No son ni las doce, pero ya han pasado las diez.

    Me duele la garganta y, sólo, puedo ofrecerte mi corazón rasgado y unas cuantas lágrimas, uñas mordidas y mis ojeras.

    Y es que me he puesto la alarma; sonará a las siete y media y vete a saber si me levantaré.

    Estoy, aquí, esperando alguna acción tuya aunque sé que no me dirás nada.

    O quizás me equivoque. Ojalá sea así, un error.

    Ya no puedo más, y no porque me duela el corazón, ya que lo tengo apagado.

    Medio marchitado.

    Soy humana;

    puedo llorar,

    puedo hablar,

    puedo sonreír,

    puedo gritar

    y accionarme.

    Pero de eso último ya no sé.

    Soy una luz parpadeante,

    una semáforo en ámbar,

    un faro moviéndose inquieto.

    Qué pena.

  • Lo siento

    Quiero salir a bailar en la calle,

    mover las caderas de mi corazón

    y bailar al compás de la música.

    Saltar y cantar y no parar.

    Quiero otro verano

    y ser primavera en otoño.

    Saltarme la regla del amor,

    romperla para siempre.

    Y ser yo.

    Una y otra vez.

    Serlo.

    Joder.

    Sí.

    La marea está en el cielo,

    y me siento océano.

    Y vuelo,

    vuelo en las profundidades de mis venas.

  • Alzándome al duelo

    No lo veo tan claro,

    eso de salir a la calle

    y lograrlo.

    Veo más nítido,

    eso,

    de tirarse por el precipicio,

    saltándo desde un edificio

    y romperse el corazón.

    Ir con el órgano dolorido

    por el resto de mis vidas.

    Y es que tenía siete

    y sobreviví ocho.

    Ahora estoy en la última,

    sorbiendo poco a poco,

    saboreando un porro deshecho,

    como mi alma.

    Está derretida,

    abrumada por tu calor.

    Y vuela, se alza del suelo y se va.

    Se marchó hace dos semanas,

    cuando decidiste encararme

    y besarme.

  • Fugitiva

    Soy desordenada de alma,

    estoy destrozada,

    cicatrizada.

    Ya no hay arma,

    ya no me amarro a los Te Quiero ilusos,

    ni a los recuerdos pasados,

    ni a los llantos.

    Porque ya no lloro,

    ya no amo.

    Soy instante de corazón,

    un bombardeo,

    y un segundo que no para quieto.

    Estoy moviéndome a cada rato,

    soy fugitiva de tus imágenes inéditas;

    tu sonrisa, mirada y voz.

    Arranco de mis paredes las cartas dedicadas;

    poesía y prosa.

    El teatreo se ha quedado atrás,

    no lo quiero más.

    Y es que ahora quiero fundirme en él,

    recrearme en su piel y sentir su respiración.

    Mirarle y alcanzar su último llanto,

    convirtiéndolo en sonrisa.

    Un suspiro prohibido,

    uno detrás de otro.

    -Orgasmo en poesía-.

  • Jodida

    Y aun así,

    sin zapatos,

    destrozada

    y sin corazón;

    salí a la guerra,

    seguí con la truega,

    la de mi alma,

    que quería sanar

    pero desistió.

    Demasiados rasguños,

    cicatrices perforadas

    y vacíos oscuros.

    -Desgarrada,

    desalmada-.

    ¿Qué vas a saber tú,

    no de la bala que traspasó mis huesos,

    sino del arma que me desarmó los sesos?

    ¿Qué vas a saber de las cinco vidas que morí?

    Y, el milagro, es que renací.

    Justo, momento, en que se cayó la piedra al suelo.

    Golpe seco.

    Un infierno de duelo,

    porque ya no vuelo.

    Joder,

    tengo, siempre, todo el as de perder.

  • Sólo una, luego ya sanaré

    Quiero una noche,

    sólo para mí.

    Quiero una de aquellas que,

    bebiendo sorbo a sorbo,

    cerveza de la mala,

    te emborrachas y empiezas a hablar.

    Y, cuando estás dentro del rumbo de la decadencia,

    comienzas a conversar.

    Y, joder, las palabras te salen del alma,

    y tienes una conversación mala,

    pero profunda.

    Jodida, y malherida.

    Ahí, es donde se salvan personas que creías muertas.

    Donde les florece el alma, de tanta mierda sacada a luz.

    Es como parir un bebé;

    primero un grito y,

    luego,

    placer.

    Y beber, y ver y creer.

    Morirse de la risa, estallar sin prisa.

    Explotar.

  • Poesía de alma

    Y los días van pasando,

    alcoholizada de corazón

    y borracha de alma.

    Dame la razón,

    y un cigarro.

    Quiero Marihuana,

    fumármela de un beso en tus labios.

    Dame amor,

    y sexo.

    Quiero follar.

    Ya no soy en mí,

    ya no estoy.

    Rota voy.

    Melancólica de ojos,

    destrozada de huesos.

    Se arrastran por los suelos.

    Mis sesos están intactos,

    inertes.

  • El siguiente capullo

    ¿Y vas a ser el siguiente que me va a romper? Y no el alma, tampoco el corazón. Simplemente, me harás un rasguño que quedará como cicatriz para toda la vida. Y lo sentiré, se me perforarán los huesos, la sangre de mis venas dejará de correr por ellas. Sólo durante un segundo. Uno que será eterno, quizás demasiado ebrio y muy profundo. Negro. Así será el segundo: oscuro.

    Porque siempre me pasa igual.

    Porque me he roto el corazón cinco veces, tropezando con la misma piedra. Por idiota, sí, por caer rendida en los pies de un idiota. ¿Y qué más da ya? Si todo me sale mal. Una y otra vez, sin parar.

    ¿Sabes qué?

    Quiero volar.

    Quiero volar muy alto. Ser pájaro y no matarme contra una ilusión. Porque son transparentes, y cuesta un cojón distinguirlas. Mira, tu cojón, el que te faltó para alcanzar mi corazón. Qué jodido debes estar ahora.

  • Ya nadie cree nada

    Y, antes de salir, te vi. Y sonreí porque estabas mirando las ventanas de mi bloque.

    ¿Qué pretendías? ¿Encontrarme?

    A mí nadie me va a encontrar, pues estoy más perdida que la luna en pleno día.

    Que si pretendes buscarme, suerte porque no lo lograrás. Jamás.

    Y si un día lo consigues, si consigues descifrar mi alma, mi mirada, ahí, justo, detendrás tu tregua hacia mí.

    Y es que he sido rota varias veces.

    Por personas,

    por momentos,

    por recuerdos.

    Ojalá no te detengas en medio de la batalla.

    Ojalá luches hasta quedarte seco completamente.

    Sé, con el pedazo que queda de mi alma, que será difícil. Soy complicada. Y cada vez más. Voy a peor. Lo han hecho ellos, y no es por culpar, es simplemente mi verdad. Mi jodida verdad.

  • Raudal

    Porque, sin querer, rozarás tus dedos, pasándolos por encima y notarás las puntas afiladas de mi alma. Son cristales puntiagudos, demasiados. Y se van dividiendo en partes cada vez más pequeñas hasta diluirse en mis pupilas. De ellas nace la lluvia, cayendo a raudales, destruyendo todo a su paso. Destruyéndome.

    Sí, nunca lo consigo.

    Me derrumbo.

  • Estamos

    Te quiero como juego,

    te quiero para sexo,

    te quiero para ratos.

    Y no te enamores de mí,

    que luego jodido estarás.

    Estamos jugando con el fuego,

    y que sepas que quema demasiado.

    Estamos teniendo sexo,

    que acabará en deseo.

    Estamos queriéndonos a ratos,

    sólo para jugar con el sexo y matarnos del deseo.

  • Placer

    Fue placer durante un instante,

    luego dolor.

    El fuego quemaba nuestros corazones,

    te lo vi en la mirada.

    Achicabas los ojos mientras me observabas, y yo a ti.

    Fue placer sólo un instante.

  • Quiéreme

    Quiero que me quieras,

    y no me desees.

    Una vez me desearon,

    y me desgarraron el alma.

    Me sentí objeto,

    me sentí barro,

    me sentí lluvia

    y cristal roto en pedazos.

    Quiero una noche amanecida a tu lado,

    y que al mirarme a los ojos me transmitas amor, mucho.

    Quiéreme un poco.

    Y es que no hay ni uno que piense con la cabeza.

    ¿Tú sí?

    ¿Acaso te importo?

    Yo creo que muy poco,

    pero ojalá sea el suficiente como para que me cuides, me mimes y me ames.

    Ya sé que son pocos días, que nada perdura y que todo se va a la mierda rápidamente.

    Pero, quiéreme.

  • A vosotros

    Que sois mi motor, los que me sentís a quilómetros de distancia. Los que me leéis, así, porque percibís las palabras. Que captáis mis mensajes, todos con distintas perspectivas y eso es lo más hermoso del mundo. Los que gastáis vuestro tiempo en escribirme y sacarme un sonrisa, así, porque sí.

    Y es que sois alma enternecida, sois corazón lleno de amor. Vosotros, a quienes quiero, y no por ser más y mejor, sino que os quiero para pasearnos cualquier día por las calles en alguna ciudad y ponernos a charlar, de poesía, de letras. Tomar unas cuantas cervezas. Conocernos. Conquistarnos con las frases y llegarnos al alma y decirnos: «Joder, nos sentimos». En el acto de leernos mutuamemte, claro. Y comprendernos y entender que somos de semejante familia, con distinta sangre, pero con la misma sangre. Aquella que recorre por nuestras venas cuando escribimos.

    Agria,

    eterna,

    distraída,

    feliz

    o depresiva.

    Y más.

    A vosotros, que estáis.

    A vosotros, mis lectores.

  • Rebelándome

    Mira, lo siento pero yo no estoy hecha para este mundo de mierda. No entro en una sociedad de borregos, no soy de ella. Porque me salgo de las reglas, las rompo. Y me pierdo entre mis pieles, mis cicatrices y mi corazón rasgado. Porque he llegado al punto de querer ser pájaro, salir de la jaula y volar. Y conseguirlo. Ir de lugar en lugar, estrellarme si es necesario pero con los pies alzados del suelo. No me interesa madurar, mucho menos ganar, ser rica o tener poder sobre algo.

    No soy ya marioneta, tampoco títere. Soy dueña de mí misma. Rompo la norma, porque sí. Porque yo quiero. Sólo quiero vivir, vivir entre letras, perderme en palabras y reencontrarme en frases. Introducirme en el caos, en mi jodido desastre, y experimentar un orgasmo de poesía. Y es que de ahí sale mi alegría, mezclada entre penas.