Alzándome al duelo

No lo veo tan claro,

eso de salir a la calle

y lograrlo.

Veo más nítido,

eso,

de tirarse por el precipicio,

saltándo desde un edificio

y romperse el corazón.

Ir con el órgano dolorido

por el resto de mis vidas.

Y es que tenía siete

y sobreviví ocho.

Ahora estoy en la última,

sorbiendo poco a poco,

saboreando un porro deshecho,

como mi alma.

Está derretida,

abrumada por tu calor.

Y vuela, se alza del suelo y se va.

Se marchó hace dos semanas,

cuando decidiste encararme

y besarme.


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