Categoría: Escritos

  • Otoño

    Te echo de menos;
    En mis días más fríos,
    en mi soledad
    y en mi tempestad.
    Te añoro en mi alegría
    y en mi día a día.

  • Leyendo ausente

    Tengo tantas páginas por leer,
    y un montón de cosas por aprender.
    Tengo tanta literatura que me llama diciéndome: «Léeme, léeme».
    Que me ausento y me evado,
    dejando de ser.

  • Noche veraniega

    Fue tan triste aquella noche…,
    Una sensación de vacío me invadió,
    y la desolación me arropó.
    Y al llegar a mi cobijo me sentí más sola que acompañada.
    Lloré, y lloré.
    No fue justo,
    fue un impacto turbio.
    El susto que acojona,
    como tambalearse porque sí en un precioso precipicio,
    tan hermoso que fastidia.
    Y mata no saber lidiar con él,
    aun así sigues el día a día
    amarrándote al dolor.

  • Quiero

    Quiero inspirarme,
    respirarme
    y relajarme.
    Imaginarme en un paisaje ajeno a la vida,
    un alma florecida,
    otro principio con mucha elevación.
    Y volar,
    y ser mar.
    Y ser ave
    y ser volcán.
    Y ser.

  • Todavía

    Aún siento tus dedos entrelazados entre mis dedos. Y qué bien se siente.

  • Y que me agarres la mano por haberme observado minutos antes.
    Y ver que estoy ausente;
    fría y ardiente.
    Eres mi noche estrellada,
    mi cielo esclarecido.
    Eres mi estrella polar,
    aquel sueño tan deseado.
    Eres, en presente y vivo.
    Siendo, en gerundio.

  • ¿Será el amor?

    Comer pizza a las seis de la tarde,
    vernos a las siete y media
    y besarnos con ternura.
    Ser locura;
    alma enloquecida.
    Y correr en medio de la calle;
    como late ese corazón,
    va al ritmo del tuyo.
    Soy la chica sin razón,
    un cosquilleo corre en mi interior.
    -Es el amor-.

  • Ojú

    Ojalá nosotros duremos,
    ojalá seamos de esos que llegan juntos a la vejez.

  • No(s)otros

    Parte de ti,
    de mí,
    contigo.

  • Instante

    Ya no creo expectativas,
    porque me dejo fluir y volar.
    Reír en un instante de llanto y calcular cada latido que late roto,
    como el impacto de un balazo en el estómago.
    Siempre he sido aquella que busca los instantes moviéndose por impulsos, a ratos y descontroladamente.
    Entrar a bocajarro en la vida de alguien y, de improvisto, que este desencaje cada pieza del puzzle creando caos, confusión y extrañeza.
    Rareza.
    Y, de un momento a otro, una felicidad incandescente.

  • Herida

    Cicatriz abierta que se envenena,
    cicatriz sin cicatrizar.
    -Cicatriz-.
    Que nace, crece, asfixia y mata llevándote a la deriva de la media vida.
    Luna, tú que estás tan llena y repleta de luz, ven.
    Ven y rescátame.
    Sácame de la grieta rota,
    del hueco oscuro.

  • Hogar

    Dame viajes de ida y no de vuelta.
    Que quiero irme y quedarme allá contigo, en nuestro cobijo.

  • Cupido

    Cupido,
    cómete la flecha hasta atragantarte.
    Que estoy cansada ya de tantos desamores,
    de tantos desiguales,
    de tantos irracionales
    que luchan por un amor no correspondido.
    Desángrate, luego huye.
    Desármate,
    descárgate,
    agárrate bien al arco porque te has vuelto manco.

  • La monotonía

    Ojeras y rostro demacrado.
    Dos quilos de más y un vestido encogido.
    Se acojona por verte partir y, aún así, ella sigue allí.
    Cagándose en un váter ajeno,
    con las bragas al suelo
    y el corazón al cielo.
    Ve pasar la vida mirando por la ventana de la cafetería;
    hay mucha gente en la lejanía.
    Es de noche y el amanecer se acerca.
    Y luego de dormirse en la madrugada,
    retoma su jugada por la mañana.
    Y entra en un bucle sin salida;
    ha entrado, otra vez, en la rutina.

  • Lluvia

    Y muchas veces estoy segura de que el que se va a joder serás tú. Porque me autoconvenzo de que soy fuerte y de corazón de piedra. De que soy de hielo y cuerpo de hierro. Pero no es así y nunca lo será. Porque me joderá, me dolerá, me machacará y me matará, lentamente.
    Nunca te lo he dicho, pero me acojona tu partida.
    No sé el cuándo, ni tampoco el cómo. No hay ninguna fecha marcada, ni una huida garantizada.
    Sólo hay la espera y un futuro lejano muy incierto.
    ¿Recuerdas nuestros primeros días de noviazgo? En uno de ellos estuvimos en la parte trasera del coche, cuando la noche ya había caído y las estrellas se habían volatilizado. Mientras me besabas y entre uno de ellos me dijiste que no lo sabías a ciencia cierta, pero que habían dos posibilidades. Que te marcharas o que no.
    Mi corazón lloró hacia dentro.

  • Yo

    Hay veces que soy odio,
    hay otras, en cambio, que soy dulce,
    o mar,
    o tierra.
    Y me sumerjo en un mundo ajeno al mío dejando de ser, ser.

  • Ganaste

    Me escabulliré de ti,
    alejándome.
    Sé que antes me resguardé en tus brazos y caí rendida en tu mirada, pero ya no.
    Estoy harta, de esto.
    De que me dejes tirada en medio de la nada, de que no te importe, de que evadas el tema y lo alejes sin más.
    Porque tú me puedes decir y zanjar, ¿Y yo no?
    Tú siempre, yo nunca.

  • Pequeña grieta

    Arréglalo tú porque yo ya estoy cansada;
    de sentir, de esperar y de llorar en silencios, entre suspiros.
    Que la cuerda roja se está destensando, alejando nuestros cuerpos, y corazones.
    Distanciándonos.
    Me siento muy niña; inocente y poco astuta. ¿Cómo no me había percatado antes?
    Que sólo queréis por interés y, cuando lo conseguís, desapareceis.

  • Corazón mío

    Escucho la música entre llantos y suspiros. Y siento y me encierro en mi misma.
    Miedo,
    luego desolación.
    Tristeza, y poca destreza.
    Quiero robarte tantos besos,
    morderte los labios
    y sentir tu aliento, aquí, en mi pecho.

  • Sintiendo

    Y quizás te enamores de otra mujer,
    o dejes de sentir por mí.
    Tal vez desaparezcas
    o, bueno, simplemente te alejes sin más.
    No se sabe.
    Pero lo que sí siento es que te amo,
    a veces más,
    a veces menos.
    Aunque siempre te siento, aquí, muy adentro.
    Y no es que tenga miedo.
    Yo sueño,
    sueño alto.
    Y vuelo, derrapando.
    Aun así, me arriesgo y me lanzo al hueco, lleno o vacío, del amor.
    Salto el precipicio o escalo la montaña,
    y nunca me doy por vencida.
    Tengo presente que esta relación seguirá siendo una montaña rusa,
    ir y volver y siempre estar.
    -Los sentimientos los tenemos acá-.

  • Cicatriz abierta

    Fuiste el poeta de mi versos,
    el constructor de mis suspiros.
    Y ahora estoy hartada de que me cortejes sin dejarme una salida.
    Me estoy yendo allá, al cielo.
    -Al cielo-.
    Y no soy,
    voy, voy.
    Vuelo.
    Y no es justo porque cuando desaparezcas dejando huella en mí moriré.
    Moriré.

  • -Me ahogo-

    Asfixia,
    de ti,
    de mí.
    Me duele la garganta de gritar tantos silencios,
    en llantos,
    en alientos.
    Mata,
    la vida mata.
    Muérdeme el alma y,
    luego,
    vete.
    Que te alejes dejándome destruida
    siendo pasillo sin salida,
    será como huir sin piedad.
    Aferrarse a tu corazón como quien se agarra al dolor porque sí.
    Estoy dolida,
    demacrada
    y el insomnio se pasea por mi habitación a partir de las doce de la madrugada.
    Entra sin llamar,
    ahogándome al mar.
    -Ahogándome al mar-.

  • Fuiste

    Fuiste una escopeta,
    una bala intacta.
    Una flor marchita
    llena de espinas.
    La chimenea llena de cenizas,
    una copa de vino tinto rota.
    Fuiste;
    en pasado e irregular.

  • Ausentándome

    Vaya sobredosis de tristeza,
    ponme un tequila
    que me agarro a la vida.
    -Me agarro a la vida-.
    Qué mirada maldita,
    qué crueldad.
    Tú no me has visto,
    no me has visto.
    ¿Me alcanzas aquella copa y un cigarrillo?
    La ceniza,
    y yo.
    La muerte,
    y ellos.
    Uno al lado de otro en la cuerda floja,
    afloja, nena,
    afloja.
    ¿Y quién me habló del dolor?
    Con sólo un latido de mi corazón,
    con uno sólo ya entendí.
    Comprendí que no, no.

  • Perdiéndome

    Llorar sosteniendo un bolígrafo y con el alma perforada luego de haber plasmado todas las lágrimas en el papel. Surfear entre ahogos y suspiros que se quiebran. Sentirse náufrago dentro de un océano perdido por el mundo.
    No poder seguir; romperse.
    Torcerse,
    salirse del camino.
    Rebelarse y, después, estancarse.

  • Grieta

    Y sí, es la una de la madrugada y estoy aquí sola, llorando desconsoladamente y sin fe.
    No tengo a nadie que me acaricie y me arrope en su pecho haciéndome sentir bien. Demostrando que soy querida.
    Ya nadie está conmigo.
    Porque dejo de ser perdiendo el norte. Y es triste y desolador.
    Y el dolor me invade.
    Vuelve ésta soledad en mí. Me estremece arrancándome la carne del corazón.
    Soy vacío.

  • Amándote

    Y ya lo sé que con palabras no se enamora uno, pero yo soy más de acto de valentía que de fe. Porque hay que demostrar cuando estás y ser a momentos y espontáneamente.
    Demostrar siempre no es necesario, sólo lo es cuando eres con alguien en aquel preciso instante.
    Y ya lo sé que muchos hablan y pocos hacen, pero hay que sentir con el corazón y hablar con suspiros.

  • Deshojándome

    Y es que a veces uno se agarra al dolor, que se engancha sin querer en el corazón, incrustándose sin ton ni son.
    Lo siento, amor, pero soy de las que quema el libro directamente hasta hacerse cenizas. De las que mira a los ojos al miedo y se lo come a bocados. Porque muchos hablan de desamor y pocos lo sienten, pero yo, yo no voy a tolerar ni a consentir.
    Te voy a dejar sentir que ya no eres sin mí, pero si vas a alejarte dejándome aquí sola, plantada como una rosa roja, mejor agárrate fuerte porque va a dolerte.

  • Querido amor mío,

    te escribo esta carta por algunos recuerdos que me vinieron a la mente, justamente de aquellos primeros días donde nos estábamos conociendo.

    ¿Te acuerdas de aquel día justo cuando la noche empezó a amanecer? Que estábamos en el Parque de pie, tú a punto de irte y yo, con ganas de más. Y te dije, agarrándote delicadamente el brazo: «No, espera.» Justo ahí nació un sentimiento extraño en mi interior y, por eso mismo, mis impulsos salieron a luz mientras que mi mente se quedaba en blanco completamente.

    Porque gracias a ti volví a sonreír.

    Fue una época dura, comencé una nueva tapa y, con ella, un nuevo mundo. Todo se torció a mediados de Noviembre. Fue aquel momento de duda e incerteza donde todo cambió dando un giro radical.

    Aquel chico tan idiotizado desapareció de un segundo para otro y, tú, apareciste, teniéndome presente constantemente, durante aquellas tres semanas.

    Llegó el quince de Diciembre y con ello una claridad profunda. La oscuridad desapareció.

    Y, yo, acojonada al amor, al sufrimiento y al dolor. Y, tú, creando actos de valentía en mí, reconstruyéndome del poder de morir en un intento suicida de fe. De creer y no ser, y ser.

     

    Gracias por ser conmigo,

    te quiero para amarte.

  • Telarañas

    A veces me dicen lo típico de: «No te veo muy ilusionada con él». Y yo me pregunto: «¿Pero te lo tengo que demostrar a ti o a él?»
    Porque no se trata de sentir con la mente y en otra parte, sino con el corazón y en su arte. Que a veces te añoro, entonces me entristezco y me pongo melancólica. Y por eso mis ojos se ausentan y se hunden en la miseria del dolor.
    Ellos, ellos no me ven, no nos ven. No están, y mucho menos, no son con nosotros. Es relación de dos, y no de tres o más. Así que menos hablar y más sentir.
    Que los pulmones los tengo llenos de rosas florecidas y aunque tengan espinas, se enternecen al primer segundo de verte. Y respiran, respiran paz.
    Y, y me cuestiono: «¿Qué van a saber ellos?»
    Luego, dentro de mi caos y locura, me enfrío y muero en soledad por pensar cosas que no son. Y me ensombrezco ocultándome, escapándome de la realidad e inventándome películas que son demasiado cuento.

  • Inundación

    Escribir es de sangre,
    es el arte.
    Escribir sale del alma,
    surge de la mirada.
    Es ser caos en un mundo desigual, injusto e irregular.
    Escribir es matar el cuerpo y desangrar el corazón.
    Agarrar el dolor y mirarlo de frente. Afrontarlo,
    y quererlo amar.
    Porque es difícil y cuesta entenderse, pero nunca hay que rendirse.
    Sumérgete y, luego, flota en la deriva, porque, escribir, es volar aun estar ahogándose.

  • Instantánea

    Tú no me ves pero cada vez que me encuentro contigo se me escapa una sonrisa de oreja a oreja.
    O más de una.