Sonreí,
dudé,
grité
y callé.
Luego sentí,
me derrumbé.
Porque fui y sigo siendo,
no hay mejora en mi misma.
Hay derrota y poca vida.
Mucha ira,
empatía cero.
Creo en la oveja negra;
la que sonríe cuando hay que callar,
la que duda cuando hay que ser firme,
la que grita en vez de hablar.
La que siente más que vive,
y en gerundio se esconde sin más,
yendo hacia atrás.
Creo en ella
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