No supe qué hacer con todos los «te quieros» que me dijiste,
ni tampoco con todo aquello sentido.
No supe qué hacer con todo el amor recibido y,
¿Sabes qué?
Te lo devolví,
pétalo a pétalo,
sin dolor
ni temor
y con mucha ternura,
dulzura
y delicadeza
recibiste la rosa
-de mi corazón-,
ya florecida
para quererte,
para querernos.
Amarte en un vaivén
de caricias,
besos,
y miradas llenas de pasión
abrazando a tu alma
por un rato
(eterno).
Amarte en un vaivén
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