El cursor, ahí, parpadeando. Insistiendo a que escriba algo, pero, ¿El qué?
Es una tortura;
a veces me obligo a ello,
a veces me apetece y no surge nada.
No fluye el teclado entre mis dedos.
Es un momento de no sentir, de ‘tabula rasa’.
Es un instante muerto, neutro.
Y quiero escribir con tantas ansias, que me ahogo en la página en blanco.
Sí, es el segundo capítulo.
Es el final de otro principio o el principio de otro final.
Simplemente, que no hay necesidad o tanta libertad.
Me vacila
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