Extracto

Oye, lo siento. No es mi mejor momento. Y las palabras escritas son mis aliadas y la madureza mi peor enemiga, como dices tú.
Lo sé, lo sé. He sido una irresponsable, no debería culparte. Todo el caos fue de mi parte. Me sabe mal, y lloro. Hay veces que estallo en un llanto silencioso, con la música sonando en mi cerebro.
Y te quiero (para amarte follándote).
Me siento sola ahora mismo y aunque mis pies estén calientes, mi corazón acaba de congelarse.
Me derrumbo, como las murallas en Roma, o al revés. Porque es destrucción. Arrasa como un terremoto y, luego, mata. Asesina. ¿Y lo peor? Que se dice que después de la muerte «te seguiré queriendo». Y digo yo: «¿Para qué?»
Es que no lo entiendo, explícamelo. A besos. Tus labios en mis labios, ¿Por qué no?
Oye, que estoy aquí. Que yo también existo. Que soy humana y persona.
De ser me queda poco. Me desvanezco. Soy vaho, neblina espesa que en un soplido se va. O medio.
Quiero disculparme, y todo esto es un pretexto para hablarte. Sé que no lo haré. Que guardaré el texto, haré marcha atrás, desconnectaré la música, apagaré la luz y, ya, si puedo, me dormiré.
Sí, es la una de la madrugada.
Insomnio, ¿Otra vez? Te vuelvo a ver, encantada pero no quiero ser tu amiga. Esta noche no.
Y pienso; que ya no me quieres igual que antes, que sientes menos. Que no me quieres tanto.
Antes me ha faltado algo; charlar profundamente aunque sea a la distancia. Que me cuentes cosas, que sienta yo que soy contigo. Hemos estado, pero no hemos sido.
¿Qué pasará mañana?


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