Ella que miraba, esperanzada, a verle.
Ella que ya sabía de antemano la hora del encuentro, furtivo.
Ella, de mirada triste y corazón helado, allí estaba. Congelándose.
Ella que caminaba sin rumbo, perdida en la vida. Y entre el bullicio de gente, si alguien le miraba el alma, perforándosela, comprendería.
Ella sentada en aquel banco, esperando que sus labios que la besaran.


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