Que, ¿hacia dónde? Se preguntó el viento. «Hacia el tiempo» respondió la nube soplada. Hacia aquello que no ves, hacia el futuro, hacia lo incierto. Hacia tu corazón, limpiándolo de toda la suciedad, curando las cicatrices, soplando los malos recuerdos y los viejos, deshechos.
Y es que caminó hacia ningún lugar, hacia el nunca jamás; yendo a la duda del no. Porque, como cada mañana, se levantó para asearse y desayunar no sin antes ver el cielo esclarecido, vislumbrado por el astro solar. Después, se fue, alejándose de su barrio solitario, dejándolo atrás. Al igual que sus miedos, sus nidos de niña pequeña.
Se fue,
para siempre
hacia el nunca jamás.
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