Categoría: Escritos

  • Contigo

    Salir una tarde soleada y caminar a tu lado conjugándome.
    ¿Eso es posible?
    Me estoy replanteando muchas cosas, entre ellas, que si tienes que irte, que te vayas ya. Que me sueltes el bombazo y el acto siguiente sea destruirme de un balazo. Y que de un portazo derrumbes nuestro hogar. Que se caigan las murallas, tan altas, tan solidas y, a la vez, tan frágiles; de sentimientos, de porqués.
    De dudas, de después.
    Soy tan ruda a veces, que la fastidio siempre. Y, otras, que me quedo muda.
    Ya no es que pueda, sino que no quiero.

  • Enero

    Es Enero que me deprime, y quizás sean las canciones correctas las que te inspiran a vivir. O las mariposas traicioneras juguetonas en tu interior. Esa adrenalina indomable que te ayuda a seguir. Aterrizar igual de mal que la última vez que despegaste a volary ahogarte en un vaso medio lleno. Aún te queda respirar, aún. Las ilusiones, esas que te ciegan las heridas derrumbando tus barreras deshinibidas, matan. Hacen que te estrelles, y de tantas estrellas, que ellas ya no son ellas.

  • Muchas veces

    Muchas veces me dejas en la duda.
    Y eso retuerce,
    mata,
    engaña.

  • Soledad

    Suena el eco de mi voz retumbando en mi corazón.
    Soy mas soledad que razón.

  • Perdida

    Dicen que estoy, que no soy. Pero soy más que estoy, porque siento, porque vivo en mí. Porque vuelo, a instantes, y ya no muerdo.
    Hace tiempo que me he perdido, pero ahí sigo.
    -Ahí sigo-.

  • Mi yo

    Sexo,
    letra
    y Marte.

    Un sexto sentido,
    un dolor resentido,
    una herdia abierta.
    ¿Qué vas a saber tú de mi grieta?
    Del aleteo que hacen mis alas,
    que vibran y no arrancan.
    Del sonido, del carraspeo.
    Del silencio.
    Soy más arte,
    y mucho desastre.

    Me voy, a la luna;
    me entrego diurna
    y desnuda.
    Me vuelvo locura
    hasta perder la cordura.
    Soy, soy más viento que martes.
    Soy más mar
    que derramar;
    las estrellas que destellan en mis mejillas.

    Ya no quiero ser persona ni reina con corona,
    ya no quiero ser.
    Vivir en paz y ser fugaz,
    nací audaz,
    he muerto siendo,
    amando.
    Infundiendo calor
    y mucho olor a hielo,
    a hueco
    -vacío-.

  • Corazón, corazón

    Siento que nos separamos, que nos distanciamos.
    Siento que me descoso, que me deshilacho.
    Que, tú borracho,
    y yo en un bache, intentando bailar las bofetadas.
    El arma dispara balas sin parar.
    -Me duele, me duele…-
    Intento de esquivar, pero todas caen. Rompen contra mi cuerpo.
    La última, la última se clava en mi pecho.
    Corazón herido; muerto.

  • Diosa

    No tengo texto, ni letra. Soy poeta de la tierra, de la madre naturaleza.
    Esta, otra era. Y yo, reconstruyéndome. De lo malo, de lo amargo.

  • Estrella

    Hacía sol, él me iluminó. Me sentí frágil y a la vez empoderada porque, al fin y al cabo, no había nada mejor que ser yo misma.
    Salí a la calle sin rumbo, ni vida. Con mucha poesía y poca alegría. Un canto a la muerte, un baile recordándome lo mucho que me quería, que me quiero. Que siento que puedo porque vuelo.

  • Necesidad

    Y es que cuando pido ayuda, nadie me acompaña. No se arropan a mi lado a escucharme, a sentirme.
    Necesito a alguien que le vibre el corazón al mismo tiempo que el mío.

  • Sueño

    Una sombra, una oscuridad. Un meneo y un revuelo; de sentimientos, de emociones. Cáotica yo, desastre tú.
    Salir a la calle y, en vez de ver la ciudad, imaginar el mar. Qué calma, qué paz.
    Ojalá, pienso.
    Y sigo caminando. Ya no veo a las personas ni a la humanidad. Me he imaginado un mundo distinto indundado de felicidad.
    Vaya utopía y que poca alegría.
    Todo cambia cuando abro los ojos, cuando me veo en medio de la sociedad, perdida y sin salida. Un rumbo indefinido y mi corazón quebradizo.

  • Instantánea

    Las gotas ya no caen, cayeron mucho antes. El sol es una ilusión óptica y las nubes siguen bailando al compás de mi corazón. Se van, se alejan. Ya no son, ya no están. Y yo que me derrumbo sin hablar, que me quiero desahogada y rebelde, gritando a los cuatro vientos que lo estoy consiguiendo, eso, de ser feliz. Pues ya no, no puedo y me quiebro. Me pierdo. Me quiero rota y descompuesta y también serena y entera. -Eterna-. Que aunque a veces, a ratos y a tiempos me quiebre, sigo siendo yo y no tan yo.

  • Insuficiente

    Me puse a bailar un domingo por la tarde en mi habitación. Necesitaba sentir mi cuerpo, volar, vivir. Quería palpar con mi piel la adrenalina, pero no llegué a tal punto.

  • Vaciándome

    Un parque,
    un invierno,
    un vacío;
    lento y suculento.
    Me pide que me agarre a él,
    como un pájaro a su libertad.
    el cielo
    y la oscuridad.

  • Ellos

    Me gustaría, yo que sé, poder salir una noche sola por puro placer. Ir a cenar y tener una cita conmigo, a solas. Comerme una hamburguesa de esas con huevo y baicon. Y no tener que preocuparme por la hora de regreso a casa, ni por estar deambulando por las calles sin tener que mirar alrededor mío constantemente. Simplemente, dejarme llevar sin miedo. Sin miedo. Pero no puedo, no podemos. Porque están ahí, siempre presentes. Y por mucho que una misma se quiera, por mucho que intente valorarse, llegan. Están. Ahí. Y es pura asquerosidad. Sentirse sucia. Necesitar gritarlo todo. Desahogarse.
    Ojalá no tener que ir con los puños cerrados y en una mano llevar las llaves clavándose dolorosamente en los dedos. Miedo. Terror.
    No somos objetos, no lo somos.
    Ya no podemos confiarnos, no podemos ir tranquilas por la ciudad. Vamos con el corazón acelerado. Hasta de día.
    Le pasó a mi hermana un acontecimiento de aquellos que nunca se olvidan. Tuvo suerte.
    Y, eh, que no pasa sólo en la calle. Que también es en casa con tu pareja que quieres a ciegas. Hasta que sucede. El día, la muerte.
    Es algo que me apetece y no puedo hacer por angustia. Sentirme libre quiero a todo pulmón. No puedo. Y qué rabia.

  • Presente constante

    Hoy necesitaba que me salvaras.
    Algo así como levitar en el aire,
    algo así como soñar despiertos,
    algo así como sonreír aún teniendo la herida abierta.

  • Estallando

    La sangre, ya petrificada, no corre por mis venas. Está paralizada.
    Y a esfuerzos intento caminar, pero no avanzo. Retrodecer.
    Mi corazón explosivo bombardea balas.

  • El día que…, Dulcinea (Paola Calasanz)

    El día que el océano te mire a los ojos

    He conectado, sentido y me ha transmitido; que ya es mucho. No sé porqué pero he revivido un poco gracias a esta novela. He vuelto a ser y me he replanteado el hecho de vivir cada día como si fuese el último. Y no está mal.

    Hay cosas que no me han encajado, pero tampoco me han desencajado.

    Es una historia bonita y dura, aunque increíble. Es tan hermosa que parece irreal.

    El mensaje final de la novela es bueno, es decir, está bien encontrado. Aún así, le falta más emotividad, más.

    No me ha decepcionado, de hecho, me ha gustado. Vale la pena leerlo. ¿Por qué no?

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  • El día que…, Dulcinea (Paola Calasanz)

    El día que sueñes con flores salvajes

    Desde un principio no me enganchó, no conecté mucho con los personajes, luego me enamoré a ratos.

    Es un libro líneal y predecible. Me lo compré porque me lo recomendó una amiga, pero no es el libro que te deja del revés. Sí que te hace reflexionar y replantearte distintas cosas, hechos que pasan y siguen pasando en la actualidad.

    Es rápido de leer, muy fresco. Vale la pena, ¿Por qué no?

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  • Necesidad inexplicable

    Necesitaba respirar otro aire. Y allí estaba, respirando contaminación. No era lo mismo, era peor. La ciudad, la gente; sin alma, ni piedad.

  • Ella, rota

    Ella que miraba, esperanzada, a verle.
    Ella que ya sabía de antemano la hora del encuentro, furtivo.
    Ella, de mirada triste y corazón helado, allí estaba. Congelándose.
    Ella que caminaba sin rumbo, perdida en la vida. Y entre el bullicio de gente, si alguien le miraba el alma, perforándosela, comprendería.
    Ella sentada en aquel banco, esperando que sus labios que la besaran.

  • Escribo hacia dentro

    En una cafetería, no cualquiera, sino la que iba cuando era pequeña, me pongo a escribir.
    Un instinto,
    un parpadeo,
    una corazonada;
    indicándome que ya no soy la de antes.
    Porque hoy martes,
    desconecto.
    De la vida,
    de mí.
    De lo ajeno,
    de lo de dentro
    -mi sangre oculta entre mis pieles-.
    Y se me hace tarde;
    el sol se ha ido
    y la noche a venido.
    -Una luz ennegrecida hechizada-.
    Otra era
    en una acera llena de tristeza,
    yo.

  • Tu mensaje

    Entonces es cuando me llega tu mensaje de «Cariño hoy no sé si quedaremos».
    Una decepción inexplicable llega a mí, porque quiero verte, porque me apetece estar contigo.
    Y pasa la tarde, tú con lo tuyo. Yo con lo mío. La esperanza no se desvanece hasta que se acerca la hora de la cena y ya sé la respuesta, y el destino de ese día.
    Tengo la manía de esperar hasta luego de mis clases para verte aún sabiendo que habrá instantes que no nos veremos, que no quedaremos. No por circunstancias turbias, sino por acontecimientos diminutos que, sin querer, nos distancian; en cuerpo y no en alma.

  • Demonio

    Hace tiempo que me digo a mi misma que estoy bien, que todo va en línea. Sí, en línea perpendicular, cayendo en picado.
    No sé quién soy, no sé qué quiero y no sé a dónde voy. Me muero.
    Tengo vértigo a la vida;
    soy suicida,
    de las palabras inéditas,
    de los poemas muertos,
    de los versos malditos.
    Del erotismo y el amor.
    Soy más demonio que ángel.

  • Corazón

    Caer en picado sin amortiguador, duele.
    La fe que te agarra las entrañas estrujándotelas te deja en sequía. Ya no sabes, niña, hacia donde gira tu vida. La ruleta de la suerte se ha detenido, y para siempre. Estás en otro mundo, el de la muerte. Intenta matarla, que recibirás otro corazón para que te sometas al sentir. Ese, será tu infierno. Un cielo endemoniado, ennegrecido y ensuciado. Parece de ensueño, pero es más real que otra cosa. Y la lágrima que cae por tu mejilla a ratos, no son más que estrellas y tú brillando. No temas ya, hazlo. Como te dijeron; sueña alto, y aterriza de vez en cuando.

  • Ser guerrera

    Supongo que la vida me ha hecho así para que pueda seguir mi guerra de escritora, para que no pare de sentir tristeza.
    Lo buenos momentos vienen y, los malos, están siempre. Hay que saber sobrellevarlo, y yo no quiero. Sólo digo que prefiero vivir llanamente y sentir a ratos los intentos suicidas de mi mente. No estoy diciendo que quiera morir, porque ya he muerto.
    Revivo a instantes,
    soy más llanto que cielo nublado
    e intensa sin parar.
    Llueve, llueve aquí dentro.

  • Descendiendo

    Cae una gota,
    y otra,
    y otra.
    Y me siento rota,
    lo estoy.
    Mi corazón quebradizo
    resbala en cada instinto.

  • Desnudez

    Otra faceta de mí es sentarme en la silla de mi escritorio con las toallas de la ducha alrededor mío y ponerme a leer.
    Porque es otra sensación, la de libertad.
    Y es espectacular.

  • Otros

    Me estoy imaginando un nosotros distanciado en el tiempo, en un futuro lejano y, a la vez, cercano.
    Un polvo en el atardecer y un adiós en el anochecer.
    Sería todo distinto,
    ya no habría amor.
    Un hechizo embrujado a un ser desencantado.

  • Ser vida

    Escribo de alma para corazones rotos, o medio vacíos, que se quiebran en un atardecer liloso.
    Que se mueren en un intento de volar, porque tienen las alas rasgadas, porque ya no son. Se sienten mortales y si hemos venido aquí, es para sentirnos infinitos.
    Poder agarrar una flor y dejarla vibrar,
    dejar de entorpecer el viento marchar,
    vivir siendo ola de mar.
    Y ser,
    ser error.
    Dejarse hacer
    y renacer en un intento de ser humano.
    Un acto de fe,
    de valentía
    y de caridad.
    Eso, es lo que lleva a la vida a caminar.

  • Desamor propio

    Lo siento,
    lo volveré a hacer.
    Lo siento,
    recaeré.
    Lo siento,
    porque un día no estaré.
    Será por falta de amor,
    por abundancia de dolor.
    Y lo siento,
    no me encuentro bien.

  • Atardecer de verano

    Aquel día,
    de un atardecer de verano.
    Qué hermoso.