Perdiéndome en bucle, así me siento últimamente. Sí, llena de tristeza, es decir, vacía. Me tomo cada tarde un café con mi querida soledad. Escribo, o la denomino tantas veces, que se ha apropiado de mí. Ahora me llamo Anna, la ahuecada; la que se rompe al borde de la costura. Solo necesito crearme. ¿Y si la solución es, sencillamente, seguir relamiéndome las heridas? Las costillas, ¿Dónde están? De cosquillas ni hablemos. Quiero decir, ni me las busques. Sí, porque, no entiendo cómo, pero voy despilfarrando la vida. ¿Era eso vivir? Será desvivirse, deshauciarse de una misma. O desalojarme. ¿Me sigues? Siento que solo te dedicas a perseguir mis huellas. Te hablo a ti, sombra; que me observas, anhelante, y angustiada, desde el espejo. Somos, nosotros, otro tipo de reflejo. Nos vamos transformando. Volvemos otra vez al ruedo. Como duele el acto de marchitarse sin ya saber ni apreciar el querer(se). Los intentos, aquellos, por amarse, se han vuelto locos, tontos o sordos. O los tres a la vez. Unísonos y cuatro hostiazos. Dicen que a la tercera, la vencida. Voy, ya, por la quinta, y sumando. O restando. ¿Cómo lo ves? Yo demasiado oscuro; un cielo ennegrecido, sin estrellas. Probablemente había tantas que se han estrellado levitando entre el desliz, el vaivén, de seguir siendo, o inmutarse para siempre.
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La vida te está yendo bien
Hay personas que no te dejan construirte porque te destruyen. Así que cuídate y quiérete más de lo que crees.
Me quiero
Partirme las alas, el corazón. Después, volver a alzar el vuelo sin arrasar el suelo. Vaya sueño, hermosamente roto. Será un jodido deseo, un quiero, un estoy yendo (hacia ti).
¿Lo peor? Que fui yo
Veo las nubes grises y empatizo con ellas al vaivén de mi corazón que va lanzando destellos de color. Un cuadro hermosamente roto, y triste. Muy triste. Pero la vida sigue y yo también avanzo aunque sea del revés. Un, dos, tres, muévete otra vez. O muérete de una corazonada al ver su alma a través de su mirada tan, tan, tan bonita. Roturas al borde de la costura, descosida. Créeme, los hilos bailan, cantan a coro mezclando un saxofón quebrado con aquel agridulce sabor que te queda cuando te petan. Así, sin más, sin ton ni son ni ron. Te petan. Y estallas. ¿Lo peor? Que allí, la culpable de esta miseria fuiste tu misma. O sea, yo.
Un poco de arte por aquí…
¡Hola! Hoy es un domingo a rebosar de arte, así que me paso por aquí para comunicarte dos cosas:
En primer lugar, Aurora estará gratuito durante la semana que viene, ¿A qué esperas?
Y, por otro lado, he comenzado un podcast, pásate ¡Y me dices!
Pd. Muchísimas gracias por leerme, ¡Nos leemos! Un abrazo y que abunde el amor propio.
(Des)enamorarse
Desenamorarse es tan bonito y a la vez tan duro, que consiste en volver a quererse a una misma. Desaprender. Desgarrarse el corazón, lamerse las heridas contínuamente. Seguir amándose, regarse. Florecer, y florecer otra vez.
A veces siento que la vida me da puñetazos, que no alcanzo a sonreírme, y me siento culpable por ser infeliz. Por mi inestabilidad emocional. Al mismo tiempo, bailo y brillo y me luzco y saco mi poder lleno de libertad. Ya me siento mejor.
Actualmente estoy enamorándome de la vida, del mundo, del espacio y del tiempo. Me he enamorado de él y también de mí. Sí, lo estoy haciendo, me estoy apreciando, aceptando. Es el proceso más hermoso de entre todos mis momentos vitales. Siempre en gerundio. Y es hermosamente perfecto. Porque una danza en otro vaivén, en un escalón distinto. Y se mueve a través de su corazón cuando suena, cuando vibra.
Pintarse de colores otoñales, acurrucarse en las zonas fuera de confort. Salir de la burbuja, provocar su estallido.
Ser feliz, porque sí, porque te eliges a ti.
Créeme, es el acto de amor más sensato que puedes, y debes, hacer. Así que, niña, ármate y ámate.Disecadas, las lágrimas
El café por los suelos,
los sueños llenos de infiernos
y los vacíos,
de huecos oscuros,
absurdos.
Se manchan,
se derrumban.
Las paredes han caído,
mis flores se marchitan,
se marchitan.
Dime, dime nene,
cántame la canción de ayer que sonó,
que sintió,
no sé quien
sino nosotros,
siendo otros -desconocidos conociéndose-
y sin ellos.
Yo solo sé que mi corazón vibró,
tembló por vez primera,
otra vez.
Otro ser,
muchas cucharadas de azúcar.
Claro, que no, que no quiero morir y aún así sobrevivo a los monstruos de mi ser,
de ti.
Mírate, observa mis delirios,
las lágrimas ya salieron tiempo atrás.¿La libertad qué es? ¿Se come o cómo?
La libertad es como la ilusión, hinchándose como el corazón, como cuando una se enamora, supongo, y luego estalla, de golpe, dejándote más muerta que viva. Y el aliento, a rebosar de todo, se convierte en un cúmulo de vacíos. Te quedas levitando a ras del precipicio. El pensamiento, la duda, de si lanzarte o seguir bailando en tu propio limbo. Trazando el hilo rojo, del que nadie ya habla, que está a punto de romperse. Solo queda provocar el último tirón. Porque, sino, ahí sigues, rozando el límite. Arrancándote el cuerpo, que se cala, que se cala en otro infierno.
¿Siempre ha sido el mismo cielo dónde te has arrimado? Hace tanto tiempo, inédito, que siento sin sentir. El frío va habitando en ti, en mí. Pero, ¿La libertad qué es? ¿Se come, se siente? ¿O cómo? Supongo que se come a bocanadas de aire… ¿La nada? No lo sé, ¿Una novedad? Sí. O necedad. Se sentirá de alguna forma, y palpitará dentro de tu ser y se quedará un buen rato -latente-. Significará dejarse caer y, en vez de estrellarse, volar. Abrir las alas, sonreír con mucha paz.
Últimamente me he sentido así, en una libertad inconmensurable, e irreconocible. Es extraño, pero bonito.
Defino, este acto, ahora, que soy aquel amanecer, roto, y a la vez, lleno de un rojizo esparanzador, como un bombardeo en mi pecho, fuerte.
Bilogía gratuita
¿Disfrutando?
Beberme el café de un sorbo largo, ir yendo tarde. Estamparme con las heridas una y otra y otra vez. Salir viva, pero llena de cicatrices. Dime, querida, ¿Cómo te va la vida? ¿Te lo pasas bien? Pasan los días porque tiro y me toca sobrevivir, otra vez.
El enamoramiento, y las mariposas
El enamoramiento, ¿Qué es? ¿Y las mariposas? Esas revoloteadas, ¿De dónde nacen? ¿Cómo amanecen?
Últimamente, estoy, me siento en una libertad infinita, inmensa, pero, hay instantes en que me pierdo tanto contándolas, que se esfuman. ¿Alguna vez te enamoraste? Otra duda más, ¿Qué es el amor? O, mejor cuestión, ¿Cómo se siente? Supongo que será un latir, un ir palpitando porque sí, o por ser feliz y volar, tan alto hasta arrasar aquella nube. ¿O no? Qué bonita, ¿Has visto el cielo? La luna, que sola está y que gigante y que diminuta se considera, como yo. Como todas aquellas mujeres que, envueltas en un halo de nostalgia, sienten la soledad muy adentro, en el más allá. Quizás en otro mundo paralelo, en otra ilusión o deseo, todo gira distinto. De mientras, va lloviendo y, en vez del derecho, del revés.
Y me vuelvo a preguntar, ¿Alguna vez has sentido mariposas en tu estómago? ¿Sinceramente?, me respondo, nunca.
He vivido desilusiones, esperanzas deshinchadas. He muerto tantas veces que solo esperaba, ¿A qué? A una nada llena de algo. Al final fue aquel océano, tan deprimido, que llegó con el vaivén de las olas mi ser brutalizado y, con este, un descoserme contínuo.
Dejo llevarme, cobijarme, en esas letras, que más que palabrería, son magia, hechicería. O quehaceres de la cotidianidad. ¿Sabes qué pasa? Mucho, justo, ahí, en mi pecho. Respóndeme ahora tú: ¿Sientes cómo yo? Así, dejándote bailar entre los pliegues de la paz, y el amor. ¿O te sumerges en un dolor imperial, ajeno? Aunque muy tuyo, o mío.
¿Qué es el amor?Cuadros grisáceos
Me esfumo entre las nubes grisáceas,
y le soplo a la luna,
las estrellas fugaces se han marchitado.
Tristeza sigue así,
cortándome las alas
y dejándome caer a ras del suelo.
El fuego, que habitaba en mi alma,
ya se apagó convirtiéndose
en ceniza, una descolorida.¿Cómo estás?
Estoy carcomiéndome las entrañas, las saboreo tan intensamente que acabo por matarme, por hundirme en mi propio hueco porque, al fin y al cabo, soy eso: un conjunto de vacíos o heridas, depende la perspectiva. Estoy ahogándome, pero sobreviviendo, quiero decir, flotando en un océano, invisible, aunque palpita, latente, dentro de mi ser. Son sus olas coléricas, descoloridas que quieren pintarse de alguna forma y, en vez de, eso, se transforman en algo abstracto.
Han pasado tantos días, que ya ni sé cómo me siento. ¿Cómo voy? ¿Levito o arraso el suelo tocando de cabeza al infierno? Puede.
Ha pasado el tiempo y su noción se ha perdido entre las nubes grisáceas que van latiendo al son de la lluvia. Y entonces pienso, o me cuestiono, que ya nadie me pregunta cómo estoy y, si alguien, por alguna casualidad, lo hace, no sé responder.
Los porqués se han marchado a conjunto con las respuestas, todos en un mismo saco, o vuelo, y allá se han quedado. Allá siguen viajando. ¿Dónde? Lo desconozco, y me observo en el espejo, me reconozco, ¿O simplemente estoy tan muerta que estoy viviendo porque sí?
¿Cómo estás, nena?, la duda ofende, muerde. Porque mi amor propio, si es que aún habita por aquí, solo se dedica a lanzar el anzuelo y pescar una pizca y otra y otra y otra de un coro de miedos, o anhelos, a rebosar de una fe ennegrecida. Solo queda sentarse sobre una misma, dejar de plantar semillas, arrancar la herida e ir disparando balas para matar la soledad. Aunque, bueno, soy la neblina, tengo demasiadas flores marchitas, me escuece todavía la cicatriz y solo sé esquivar balazos, porque si miro de frente a la tristeza y la agarro para lanzarla al mar, esta siempre se dedica a regresar, en bucle, en un círculo vicioso, hacia mi cobijo.
Estoy triste
Ya he explotado de amor y sigo presente, ausente.
Y lloro las lágrimas más hermosas,
de tonalidades naranjas,
muchas rosas.
Abundan los amaneceres,
quiero dos al día
para empezar de cero y arrancar una buena vida, mi esencia. Mi color, mi dolor.
Agotamiento mental, cansancio emocional.
Gritar internamente,
sentirme o, mejor dicho, ser una demente.Antologia poètica, Salvador Espriu
La Antologia poètica de Salvador Espriu i Castelló (1913 – 1958), poeta novecentista, es un conjunto de sus poemas más destacados, que transmiten, principalmente, un aliento de nostalgia y frustración. La vejez, la tristeza y la desesperanza son algunos de los temas específicos.
El poemario se divide en tres partes, donde predomina la muerte, pues le golpeó injustamente de forma inesperada e intensa varias veces.
Podemos definir los poemas de esta recopilación como el tempus fugit, el grito -cansado- del fin de la vida ya que nuestro destino es la nada. Incluso el tópico literario ubi sunt, es un término que también define los textos a la perfección, pues Espriu expresa cómo se siente después de que todos sus seres amados hayan fallecido.
Él, consciente de que todos moriremos, intenta buscar una paz, que quizás será inalcanzable o irreconocible.
En resumen, tal y como escribe el poeta en los versos finales del poema XL:
«No provis de tocar-me
cap mot, si et sembla trist.
Prou saps que no podries:
el que he escrit és escrit».
– Salvador Espriu
Porque nuestro camino es desaparecer del mundo para siempre. Una realidad dura y palpable y, sobretodo, irreversible.
Sin color
Por fin me puedo desahogar,
soy mar,
neblina espesa.
Y todos estamos tristes,
comemos perdices
muriendo con profundas cicatrices.
El terror a mirarme en el espejo
donde habita el reflejo
(de mi ser).
Nunca creí, pero volví.
Ahora vuelo entre nubes grisáceas,
tonalidades ambiguas,
oscuras,
vívidas,
o sea,
ausentes de colores.Mariposas alegremente rotas
¿Las ves? Florecen las mariposas, salen a volar. Porque de allí, más lejos del universo, de las montañas y del cielo, derrapan, se alteran. Un golpe continuo a ras del suelo. Les han arrancado las penas. Van con el corazón despeinado, rebelde, porque rebosan alegría. Van repartiendo aquellos chispazos llenos de vitalidad. Sonrisas enigmáticas que enganchan, que enamoran. Es una transformación primaveral. Tan bonita, tan querida, tan sentida. Brillan traslúcidamente. Y saltan, voltean y juegan con sus cicatrices sorteando los miedos. Ya son la felicidad personificada.
Caen, caen
Caen, secas, las lágrimas. Léeme a gota gorda la vida porque ya estoy harta de la letra pequeña, que se presiente y jamás se aprecia. De instinto en instinto y tiro para seguir sufriendo. Recuerdos, fotografías en mi cabeza, de aquella niña feliz y, sobre todo, inocente. Ríete ahora, luego será demasiado tarde.
¿Hacia dónde?
Recordándome que estoy rota, herida, que las cicatrices van volando a ras de mi corazón arrugado. Encogiéndome cada día más para después, supongo, alzarme y tirarme desde arriba. La caída ya dolió y quiero otra y más y más profunda. Mucho más. Pasa que pasa demasiado aquí, ¿Sabes? Dentro, dentro de mí. Se derraman las lágrimas disecadas. Quiero llorar, pero estoy en sequía. En la cuarta avenida, y deambulo porque no queda de otra. Y a otra cosa (mariposa). Agotadísima de existir, de ser persona, de tener tantos sucesos. De intentar y regresar siempre a la cuestión inicial: ¿Hacia dónde voy?
Después de morir, toca florecer
Me siento rara, quiero llorar, ver las estrellas, estrellarme en ellas; son tan bellas. Quiero enamorarme, otra vez, de la vida. De ti, de mí. De nosotros -sin nadie más- diferente, quiero decir, sano. No sé.
¿Qué pienso yo? ¿Qué siento? ¿Qué quiero? ¿Hacia dónde vamos, corazón mío? Marchito que va floreciendo. Muere, nace, muere, nace, muere y, al final, seguro que vive. Lo presiento porque lo quiero. Porque, joder, agarro el amor con la yema de los dedos. Saboreo el tiempo, me recreo en un dolor ajeno y, por fin, sonrío mirándome en el espejo donde el reflejo me habla. Me dice, me dice: «Anna, quiérete para amarte. Priorízate, ya sé que lo haces. Anna, enamórate de ti, hazlo, siéntelo con todos tus recovecos. Vas a estar bien y vas a ser feliz».
Y entonces, se abre un destello, ínfimo, pero infinito. Me quiero para amarme. Me estoy enamorando de mí. A la mierda todo lo demás. Que se joda el viento, la marea y la lluvia. Me empaparé de ella para sentir que estoy viva y que me permito, porque quiero, volar de una puta vez. Volar sin arrasar el suelo ni el infierno. Volar porque soy completamente libre.Porque, después de morir, toca florecer. He estado pensando tanto, reflexionando sobre muchísimas cosas, entre ellas, en mí. Y sí, quiero ser feliz: me elijo, me permito fluir conmigo.
Porque después de sufrir, de destruir y de ir destruyendo a los demás. Después de morirse por dentro, de empaparse de tristeza, de llorar como una loca por algo o alguien o un deseo que jamás se cumplía o una ilusión que, bueno, era eso, una jodida ilusión.
– ¿Por qué me sentí rota tanto tiempo?
– Porque no me elegí.
– ¿Ah sí?
– Sí, Anna. Elegiste todo lo demás sin ti. Te dejaste oculta entre tus propias sombras. Solo te falta salir y romper con todo. Quiero decir, eres luz, ¿Lo ves?
– Sí, soy luz. Ahora me quiero.
Después de tanto tiempo, llega el crecimiento. Lo siento, no te culpo a ti ni a nosotros. Me culpo a mí. Y me perdono por todos los pétalos disecados y rotos que fui dejando por el camino. Ahora solo toca dejarlos allá, plantarme y comenzar, otra vez, a vivir, a volar y a sonreír. Jamás pediré disculpas ni «lo siento» por un pasado que está descompuesto.
La cosa, ahora, va del revés, ¿Sabes? Sé que cada pedazo de mi corazón ennegrecido ya no lo quiero. Por eso mismo quiero estar sola. Quiero hacerlo sola. Quiero dedicarme tiempo a mi misma sin nadie más. Y si eso implica destruirme, que no lo veo, pues ya me construiré.
Me tengo a mí y, con este impulso, es más que suficiente.
Otra reflexión
El otro día, conversando con mi pareja, me salieron varias dudas de las cuales, actualmente, reflexiono sobre lo siguiente:
¿En qué consiste amarse?
De esta cuetión nace un mensaje de texto que probablemente nunca le envíe, pero que, seguramente, en un futuro surgirá el tema donde acabaremos acotando, dentro de nuestras posibilidades, el cóctel molotov de incertezas.
Porque yo, desde muy pequeña, siempre he querido certezas y poner las cartas sobre la mesa. Saber y coincidir a ciencia exacta lo que pasará y será de mi futuro, ya sea a corto o a largo plazo.
Actualmente, me doy cuenta de que es un «hecho» totamlente improbable, ya que el «hecho» es un deseo o un instinto enganchado en mi ser que cada vez se va deshaciendo para, así, después, poder accionarme y conseguir aquello que quiero realmente.
Desde mi perspectiva, una relación se basa en construir conjuntamente y, obviamente que muchas veces será la destrucción y que parecerá incluso que con él nos estemos queriendo de forma tóxica, pero para salir de ese bucle y de tal fase, hay que desaprender mucho para aprender. Hay que desamar y amar el doble de lo que te han amado mal. Además, hay que ir queriéndose a uno mismo contínuamente.
Me dijo que estaba esperando, a lo que le respondo con varias dudas:
<< ¿A qué, amor? ¿A que me quiera? ¿Pero para qué? ¿Por qué?
Es cierto que me cuesta quererme y que, por momentos, parece que nunca alcanzaré un amor absoluto, pero es que el lograr amarse al cien por cien es imposible.
Es como nuestro amor, ¿Sabes? Hay días en los que te amo mucho, otros en los que te admiro, otros en los que te quiero y otros en los que te aprecio.
Pues lo mismo pasa con el amor propio. A veces somos duros con nosotros mismos, pero así nos va, ya que cada causa tiene su consecuencia.
Lo que quiero decir, o intentar explicarme, es que hay instantes en los que no me quiero tanto, otros en los que solo me aprecio o me acepto o incluso me amo, aunque sea un minuto. Pero así es el amor: quererse en todos los ámbitos desde varios recovecos y en distintas cantidades.
¿Que sería mejor amarse con calidad? Sí, ¿Pero quién te asegura que ahora mismo, en este párrafo, te estás amando a tope y saludablemente?
El amor propio es una carrera de fondo porque consiste en ir esforzándose paso a paso para quererse un poquito mejor que el esfuerzo puesto en el minuto anterior. >>
Ya no sé (nada)
Siempre escribiendo de huecos, recovecos por los que lamerse. Duelen hasta que te acostumbras a los vacíos constantes, latentes. Solo pido quererme bien, ¿Será verdad que la caída son tres miserables segundos? Solo siento que no siento nada. Voy de verso en verso y la palabra estalla. Créeme cuando digo que he muerto varias veces en vida. Descontadas, las heridas, aquellas deshilachadas. Ya no sé nada.
Estoy floreciendo
Sí, estoy floreciendo. O no. No lo sé. Solo siento, antes pienso y llego al raciocinio. Estaba rota, voy creciendo emocionalmente. Es tan hermosamente roto, que lloro, en gerundio. Y vuelo y grito y necesito. Y quiero.
Haciéndome una introspección mientras me introduzco en mis propios huecos, de donde nacen las estrellas, me doy cuenta de la luz que tengo, dentro. Y algo, o alguien, me arrastra, me detiene. Provoca que retroceda o vaya del revés.
Un,
dos,
tres.
¿Qué será? ¿Quién?
¿Dónde estoy?
¿Qué quiero?
¿Cómo lo logro?
Solo sé certezas, de dudas tengo pa’ aburrir y, aun así, estoy floreciendo porque lo que siento, lo quiero. Lo estoy consiguiendo. Es tan reconfortante saber de dónde vengo y hacia el lugar que voy, que he dejado de morir, que estoy viviendo.Tiempo atrás, quiero decir, desde hace años que vivía suicidándome en vida. Lo siento por reiterarme. Me retiro, aquí, en mí y, joder, qué bien es cuando se está bien. Regreso del sufrimiento y me olvido de todas mis cicatrices. Están sanas, estoy saludable. Me estoy queriendo.
En un futuro, sé, que tendremos una charla, distendida, supongo, que será toda la realidad que necesitaré para decirte adiós y, al mismo tiempo, ponerme un punto y final. Plantar la semilla y, por fin, crecer en una nueva era.
Gotas de sangre
Me saco las lágrimas con los dedos, estoy triste.
Estoy triste,
máscaras, sonrisas torpes. Es domingo y quiero verte. Necesito sexo y amor y dejar ir el dolor. Sigo rota, y llena de soledad.
Me apetece morir y a la vez seguir. Derrapo, derramo gotas de sangre. Son aquellas heridas que siguen quebrantadas. Y vuelvo a romperme,
estoy rota,
sigo rota
y seguiré
rompiéndome.¿Salirse de la tristeza o seguir vaciándote?
Al final es un bucle infinito, aquel instinto animal del desamor propio sin querer y porque sí. Me cuestiono:
¿Para qué vaciarse aún más? ¿Por qué odiarse si solo estás a una corazonada de florecer?
Sí, consiste en volver al arte, a la acción. Se trata de fluir y, por encima de todo, quererse. Ponerle chispitas de amor. Primero, cuídate. Luego, cuida tus sentimientos y a los demás. Dale amor al amor, seguro que, así, recibirás caricias sin dolor. Seguro que chocarás con tus cicatrices. Créeme, se están sanando. Y si te las relames con cariño, acabarán queriéndote y tú a estas.
El problema está en creer que nos sentimos «bien» en nuestro propio vacío lleno de huecos que estamos queriendo ahuecarlo todavía más.
Realmente, es un mecanismo de defensa, de comodidad, de conformidad, de zona de confort. Sinceramente, estás pudriéndote ahí dentro. Sal y vete hacia otro mundo. Haz que estalle tu burbuja, vas a sentirte mejor porque estarás rompiendo con tus límites, poniéndote a prueba. Habitará el miedo en ti por cada paso que des. Pero, responde:
¿Cuántas vidas tienes?
Pues, sé presente y siente en gerundio. Desordena, complícate, rompe y llora cuando lo necesites. Aún así, estalla todas tus burbujas de fantasía, pon las alas al suelo y, sí, arrasa con todo, menos contigo. Cuida de tu ser, cuídalo de forma sana y quiérete porque te lo merces. Quiérete…
El monte y otro amanecer
¿Y si nos rompemos las cicatrices? ¿Y si cambiamos los sucesos deshechos por caricias? ¿Sabes qué pasa? Que voy paseando y no pasa nada y, para no pasarse de la raya, pasando, el presente se fue. La primavera llega, bueno, ya se quedó. Con un simple soplo suave me rompió el corazón. Mi ser interno del pasado, la del espejo. Seré frágil, ¿o ya estaba quebrada? Quizás la vida nos coloca, o reubica, en el monte. A mí me tocó aquel perdido entre un día lleno de sol, y soledad. Y allá me quedé: muerta del asco, en sentido literal. Vulgarmente hablando -lo siento, soy y seré y seguiré siendo así- vaya ascazo. Vaya si duele el dolor. Esperando, estoy, a que las flores sigan floreciendo, ¿Entiendes? Enciéndeme o aviva la llama de aquel ramo que ya murió. Necesito otro amanecer.
Sal a bailar
Libros, café,
la cosa va de cicatrices
y dolores imperiales, ajenos.
La cosa, el suceso indescifrable,
va de algo que yo qué sé qué.
Porque vamos de dolor en dolor
y tiro porque sí.
Arrasando los cielos,
son suelos, e infiernos.
Cruzamos las miradas,
y entre espejo y alma,
yo.
Las alas ya lloran,
están rotas.
Muriendo en otros,
viviendo para regresar a la primavera marchita.
Se va, todo se va, y nos vamos,
¿A dónde?
A cazar peces del vacío, supongo.
Que se ahogan,
se quitan sin querer las escamas.
Sube las escaleras que de bajarlas
y barajar tanto la baraja te vas a asustar.
Atúsate el pelo,
sal a bailar.Flores, sonrisas y te quieros
Me miro en el reflejo de la ventana, la abro. Muchas flores dentro. Soy de provocar la tristeza, que me la como,
que me la como
y acabo convirtiéndome en la depresión (ficticia) personificada.
Mírame, create tu propio pedestal para ti. Hace días, segundos eternos, que lo creé yo. Deformando la realidad, chocando con el cielo y arrasando el suelo. Estoy,
soy el infierno que está a rebosar de mariposas muertas.
Ahora, gusano.
Crecerá para florecer y dime chiquilla,
muñequita de cristal,
¿Estás aquí o allí?
¿Vas viviendo o solo mueres para vivir o sigues viva porque sí?
¿Sabes qué pasa?
Que la muerta es tan cercana…
En vez de (yo qué sé qué), has acabado matándote varias veces, recreándote en el dolor, lamiéndote las heridas. Y buceando en tu propia cicatriz que aún sangra.
Vas a ser tantos atardeceres y noches con y sin luna llena.
Engulliste tantas estrellas estrelladas convirtiéndote, al fin, en una de ellas.
Bailar hacia dentro, me quiero.
Y te quiero
y me quiero conmigo y contigo
y también sin ti.
Y nos quiero
y dejé de quererme y quererte y querernos
para querer en gerundio.
Presente,
preséntate ante el tribunal
de tu sonrisa que brilla,
que brilla
y estalla dinamita.¿Qué significa para ti ser escritora?
Ser escritora significa suicidarse en vida constantemente. Significa chocar con mis sentimientos, contradecirme sin querer, sin siquiera entenderme. Quiero decir, el acto de escribir, de sentir, consiste en ir muriendo -siempre en gerundio-, para luego, regresar al mundo terrenal y estamparse, otra vez, con la realidad. Pues escribir, para mí, es engullir sensaciones para después narrarlas sin querer, y queriendo, a través de las emociones que siento y lanzarlas al papel. Es decir, agarrar las palabras, sacándolas de mi corazón, e ir tirándolas por el precipicio -mi vacío existencial- mientras voy observando cómo caen, cómo intentan amarrarse y de qué forma acaban deslizándose por el hueco. El fin está dentro, en vez de llorar, sonrío tristemente, pero alimentando mi paz. La hoja está escrita, tiene texto y contenido, formada por un lío sentimental a conjunto con un quebrantamiento mental. Qué adrelanina gigantesca, se recorre por mis venas justo cuando planto el punto final que, metafóricamente es un punto y segudio, me rindo ante mi propio funeral de palabras. Si cada dos por tres relato mis miserias es porque lo siento. Y me estoy queriendo para amarma entre verso y párrafo y texto y argumento y sentimiento y un sinfín de palabrería que, al fin y al cabo, es pura brujería. Punto y final, escribo, para acto y seguido deletrearme a viva letra, que ser escritora está significando lo que acabo de describir.
Muñequitos de cristal
Después de tantos daños, de tantos ratos, buceo en un mar de dudas, de roturas espesas. Y voy tirando, y se ve algo, un destello quizás. La esperanza se asoma por el alféizar de la ventana. Sale el sol, de mis raíces. Nace una flor. Solo una, en plena soledad. Los pájaros se desgarran, se desangran. Alteran la primavera y de la sangre rojiza sale hierba y mucha tierra y agua en vez de amor. Desaparece el dolor, el desamor y el hecho de dejar de creer en una misma. Morirse para regresar al vacío existencial. Es el bucle que derrapa cada dos por tres en el final contra el inicio, pues arranca y, sin querer, dispara. Autómata (en miniatura). Hay una infinidad. Muñequitos, de cristal, incalculables.
¿De qué te vestirías siempre?
Me desnudaría de dudas, de inseguridades, de miedos y de verdades para vestirme de mucha, y pura, realidad. Iría a buscar el traje del amor para, luego, seguir sin ropa y, mientras observo mi corazón en el espejo, llenaría de besos mi cuerpo y el reflejo (oscuro). Lamería cada herida y cicatriz que aún sangrase y me esfumaría, pero a arrasar con todo. Quiero decir, me marcharía a volar, a sonerír y a llorar de una tristeza amarga. Sacaría de mi ser el sufrimiento. Desenchufaría la depresión en persona, o sea, me partiría en dos, para, después, volver a ser yo misma (otra vez). Y así en un bucle indefinido.
¿Y qué más? ¿Qué más? Pues me encantaría ser transparente, que por los poros de mi piel trasluciera sinceridad, pero conmigo.
Desde mi ser interno hacia mi misma, ¿Me explico? Me deduzco, buscando, chocando con los enigmas de mi corazón partio’, y sigo.
Sigo volando, o buceando, entre un mar espeso, lleno de tierras y olas, extrañas, y al mismo tiempo, coléricas.
Si pudiese me vestiría de paz, de luz y de chispazos, breves, de felicidad, y también de tristeza. Si pudiese me vestiría de realidad.
Sueños rotos
Estoy empezando a comprender justo ahora que contigo ni paseos ni atardeceres ni tampoco cafés. Que tu forma de amar hacia mí es compartida con otra más y, aunque de distinta magnitud y forma, siempre será así. Me gustaría decirte, deletrearte entre sabores más dulces que amargos que te sigo amando, y que te estoy bajando, escalón a escalón, del pedestal. Este teclear tan presente, que persiste y nos sigue, desea, con todas sus ansias, dejar de ser el vicio, el bucle lleno de amaneceres vacíos. Lo que pasa es ese breve instante al leer una palabra que luego se convierte en historia y acaba siendo narrada. Lo que dejó de ser, ya jamás será pasado y, create, porque para ello solo necesitamos el acto de querer, de accionarnos como hacen los vagones de un tren sobre las vías. Se mueven, ¿verdad? Pues esto debería ser un hecho y no un mero sueño.
Deshaciéndome
¿Qué decirte? Lo hemos dejado todo a medias,
mis bragas al suelo,
la poesía por el cielo
y un cubo de hielo lleno de fuego.
Yo solo quise hacer cosas,
deshacerme de las rosas
-marchitas-
y volverme para mirarte,
otra vez.
Pero todo fue del revés,
desde el amor hasta el dolor
hay una corazonada
y tres intentos.
Porque, como dicen,
a la cuarta vencemos,
a la quinta nos alejamos
y a la sexta vamos perdidos.
Aquello de contar los días que quedan
ya no es lo mío.
Voy del vuelo al suelo y,
después,
arraso el universo.