El rugir de los coches, el cantar de las hojas. Un sol resplandeciente y sentimientos que abruman. Qué arte la vida, y qué dolor estar muriéndote por dentro. Cuánta fantasía; la gente, qué perdida.
Me siento naufragio de mi misma. Queriendo volar y ahogándome en mi propio mar.
Unos ojos que me miran, desde el espejo; el reflejo. Y un ‘Te quiero’ vivído en tu mirada. En tu alma; tan honesta y sincera.
Qué pérdida de tiempo, eso, el tiempo. Que pasen las horas, que se acaben los días y terminar igual que el primer minuto que comenzó el verano; el tuyo. Porque no todos son iguales, hay muchos y distintos.
Entre oscuridades y matices me encuentro. De letras, de hechos y actos de fe, de valentía. El día a día. Y qué bonita tu sonrisa, la que brilla por ella misma. La que ilumina la soledad y arropa la alegría, aquí, en mi pecho.
-Me quiero-.
Qué calma, vaya paz. En positivo y hacia delante. A veces uno piensa que retrocede cuando, la verdad, es que avanza sin querer.
Se siente bien eso de estar bien.


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