Los girasoles ciegos, Alberto Méndez

Los girasoles ciegos de Alberto Méndez está formado por cuatro historias, entrelazadas entre sí, que narran distintas situaciones de testigos que vivieron durante la Guerra Civil (1936 – 1939) y la posguerra. Estas confesiones desembocan a un mismo lugar: la derrota, es decir, la muerte.

La novela se divide en cuatro historias. En la primera narración se relata como Carlos Alegría, un hombre rendido ante el enemigo, se entrega como prisionero porque dice que el Comité de Defensa de Madrid se rendirá al siguiente día o en los dos próximos. Así pues, es condenado a muerte por ser un «traidor militar».

La segunda historia es una confesión a través de un manuscrito encontrado por el narrador, quien es testigo de todas esas verdades. El cuaderno, que contiene veintiséis páginas, trata sobre cómo acaba viviendo una familia que intentó exiliarse.

En la tercera historia, el protagonista es Juan Senra, quien parece que va sobreviviendo en la segunda galería, porque conoció al coronel Miguel Eymar y va contando a su madre cómo era. Aunque miente continuamente, es decir, se inventa relatos llenos de mentiras. La segunda galería era donde esperaban aquellos que iban a ser condenados a muerte.

En la cuarta derrota, se explica desde tres perspectivas la vida de Lorenzo, un niño, y su familia. Su madre, Elena, vive una doble vida, ocultando a su marido Ricardo Mazo dentro de un armario.

En resumen, es una obra literaria donde hay distintas perspectivas de ver y afrontar la muerte, aunque todos los destinos de las cuatro historias van al mismo lugar. Los protagonistas acaban derrotados sin querer a causa del contexto tanto social como político y tienen una evolución significativa: van de mal en peor. Los personajes secundarios son tan necesarios como los principales, pues sirven para comprender los sucesos de la historia de la trama. Van de la miseria a la desgracia, a la muerte real ya que durante la existencia vivieron muertos. Así que, sintieron varias veces la muerte, bailando con su humor tan irónico. Se convirtieron en un sufrimiento continuo, que fueron un vacío eterno, con todos sus huecos definidos.


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