Hoy no me he levantado,
me he quedado,
rasgando el alma,
cosiendo el corazón.
Y, cuando por fin,
he puesto un pie
delante del otro,
me he caído.
Ha sido,
una caída fuerte.
Me ha costado comer,
por eso, las entrañas,
se han quedado vivas y no muertas.
Me he hecho tres orgasmos
leyéndome un libro regalado.
Y, después, no he sentido nada,
vida.
Azul y celeste,
amarilla y naranja,
negra y estrellada;
me matas cada mañana.
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