Categoría: Escritos

  • Querido amor (mío)

    Te irás con ella, y lo sé -lo presiento-. De hecho me lo dijiste al iniciar nuestra embarcación que ha acabado siendo un naufragio.
    Y a mí me va a doler, luego floreceré… De tanto llorar, claro. Pero será duro.
    Tú nunca me has querido, simplemente he sido tu experimento. Tu refugio. Has creado alrededor tuyo un caparazón tan grande, protegiéndote, que al final ha acabado rompiéndose, llenándonos a los dos de tristeza.
    Siéntelo, porque lo estás sintiendo. La estás amando y todavía lo haces.
    Sin un pasado cerrado, no podrás forjar tu futuro y, mucho menos, conmigo.
    Es que ya no somos.
    Ni seremos.
    Sé que estás en un caos, pero os pertenecéis.
    Y no, no me digas que no va a pasar, que todo seguirá igual. Porque es un bucle que hasta que no os veáis no se va a arreglar.
    A mí me dejarás más rota, y loca, de lo que ya estaba. Y tarde o temprano, te darás cuenta que perdiste al amor de tu vida y que necesitas recuperarlo. Que sí, que yo fui un tesoro. Pero, cariño mío -porque siempre lo serás- no soy un objeto de usar y tirar.
    No lo soy.
    Me merezco algo mucho mejor;
    estable,
    duradero,
    bonito
    y real.

  • Eres…

    Yo soy un jodido caos, pero tú… Tú eres una bomba explosiva que mata todo a su paso. Un huracán que arrasa rozando el corazón y dándole una patada en el medio, asfixiándolo.

  • Conversaciones

    Una conversación profunda, que te saca los sesos y aplasta el corazón. Una de aquellas donde las lágrimas estallan y las palabras son balas en el pecho. Donde una se acaba rompiendo hasta el último hueso. Me calaste muy adentro. ¿Ahora cómo salgo de esta? ¿Cómo? Joder.

  • A vivir

    ¿El amor existe?, Me cuestiono. Y lo afirmo, pero luego pienso que no es para mí. Que nunca ha sido bueno conmigo y que; o espero o me forjo un futuro yo sola.
    Y luego lo que venga.

  • El final

    Entre mis inseguridades,
    mis cicatrices
    y mi pasado,
    soy menos persona
    y más arte.

  • A veces…

    A veces no sé ni qué escribo. Otras, me leo un libro. Qué pesadez y cuanta sutileza en las palabras. Cuanta delicadeza.
    Créeme,
    siénteme,
    miénteme.
    Cuando me digas que me amas y me estés queriendo.

  • Cosiéndome las heridas

    Fui,
    yo,
    aquel sastre que se cosió la herida.
    Que le dolió más cuando se cerró
    que cuando estaba abierta.
    Porque nunca llegó a cicatrizar.
    Seguía sangrando,
    llorando.
    Y, arrasando el suelo,
    (la herida)
    sufrió más que amó.
    El peso del corazón,
    del amor,
    fue un calvario.

  • Vaciándome

    Imagínate,
    el acto,
    el bombardeo,
    la escena.
    Que parece ser buena,
    pero es más desastre
    -arte-.
    Quiero decir;
    tu un cuchillo en la mano izquierda
    ensangrentado
    y,
    yo,
    con el corazón fuera de mi pecho,
    hueco y deshecho.
    -A eso me refiero cuando digo que estoy vacía-.

  • A tiros con mi sombra

    Me lié a tiros con mi sombra.
    Y tanto,
    que ella se fue dejándome tirada,
    ahí,
    con el corazón en mano,
    sangrando
    y viviendo
    a tiempos iguales.

  • Tiempo perdido

    Cuando tienes que sacar de tu ser más interno la esperanza, el valor y la confianza para seguir. Para creer en ti misma cuando nadie ha creído en ti. Sí, porque ya es hora de empezar a creer y crear. A dejarse fluir y a arriesgar. Porque luego, cuando el logro sea un hecho, vendrán a buscarte, a quererte. Pero creéme que ya no habrá vuelta atrás ni tiempo que recuperar.

  • Complicaciones

    Soy complicada, lo sé.
    Y se me complica la vida, también lo sé.
    Pero la vida son dos segundos,
    tres cigarros
    y cuatro estaciones
    que en todas ellas pasa el amor.
    Para irse
    y no regresar.
    Porque las casualidades son momentáneas,
    efímeras.
    Si te encuentras con una de ellas,
    hazme un llama cuelga que,
    quizás,
    y sólo quizás,
    nos besamos mientras pasa el tren
    porque de antemano lo hemos alcanzado
    antes de que se vaya por el andén.

  • Adiós inspiración

    La inspiración ya no está, se ha caído, desvanecido, marchitado.
    Me encuentro aquí,
    queriendo florecer,
    renacer.
    Y duele no saber de qué escribir, no poder hacerlo.
    Porque… se fue.

  • La última curva

    ¿Ves la rotura al borde de la costura?
    Está rota y,
    o la cortas
    y muere
    o se va deshilachando,
    desangrando.
    Es mejor quitar el dolor de raíz que dejar que vaya rompiéndose.
    Así estoy yo,
    siendo la segunda opción.
    La mujer de la herida que sangra,
    con la cicatriz abierta
    y el corazón partido
    por la mitad.
    Intentando agarrar de frente la última curva de la carretera
    para luego estrellarse y matarse
    a cámara lenta.
    Pero, aún así,
    morir en el intento
    sin haberlo intentado.

  • Estrellas

    Estallo estrellas,
    mapas sin destino,
    sin lugar.
    El desamor derrapando
    en forma de ilusión
    y aparcando,
    ahí,
    en mi calle
    para,
    bueno,
    matarme
    del susto,
    del golpe.

  • Soy humana

    Esperar -con esperanza- aquella frase, aquella acción. Porque siento que me muero y no puedo moverme. No sé avanzar, caminar. Sabes que me duele y aún así no haces nada para cambiarlo, para remediarlo. Hay más dolor que amor. Soy tuya, tú eres mío. Pero actualmente, en ese vaivén de días que vienen y se van, se van, no estoy. No soy persona. Y qué rabia. Quiero ser (humana). Quiero perderme entre la humanidad y dejarme fluir, volar. Pasear.

  • Es mi guerra

    Me parto la cara,
    las entrañas
    y hasta el alma.
    Que muere,
    y gana.
    Y se arma de valor
    ante la vida.
    Es la guerra,
    la mía.
    Créeme,
    se pierde.

  • Lo siento

    Lo siento,
    por todo.
    Por ser caos,
    mar
    y lágrima.
    Porque estoy helada,
    porque soy más verbo
    que palabra.
    Porque me dejo ir
    en el vaivén de miradas.
    Y me pierdo en el acto de ser (persona).

  • Risas

    Buscar tantos rincones, tantos recovecos que antes de ir ellos me encuentran a mí. Y se ríen, analizándome detenidamente. Los detalles que salen de mi ser. De mi yo interno, y externo. Y yo los observo cuestionándome que de qué van si son simples huecos, curiosos pero vacíos. Que no tienen nada de que presumir, de galardonear. Porque son sencillos,
    demasiado.
    Y yo,
    tan caóticamente hermosa,
    como dice él.
    Pero es que estoy más loca que otra cosa.

  • Llorar en palabras

    Escribo para sanar,
    para rememorar.
    Para llorar en palabras
    y regocijarme en ellas.
    Pero, se ríen de mí;
    de mis colores,
    -estados de ánimo-.
    Estallan ante mí
    (explotan).
    Y acaban haciéndome daño,
    muriendo en el intento.
    (Lo siento…)

  • El lobo

    Observo el cielo nublado y luego siento. Me recreo en mi sentimiento, en mi corazón. Me percato de algo: que está hecho trizas. Y tanto que vivo anestesiada en un mar de tristeza incurable. Necesito salir a flote. Permitirme sobrevivir. Déjadme en mis cicatrices, caos y delirios, que así soy feliz. Luego aparece el monstruo -el lobo- y me asusto conviertiéndome en diminuta. Empequeñeciéndome.

  • Debajo del suelo

    Veo vértigos a cada paso que doy. Soy un huracán que provoca daños colaterales. ¿Cómo voy a sonreír si ellos me quitan cada logro conseguido? Si cada vez que llego a la meta, me hacen retrodecer y caerme por el atardecer hasta llegar al sótano, al suelo, al infierno.

  • La perspectiva

    Perspectiva es ver las cosas de otra forma. Salirse del plano actual, presente, y observar cómo está siendo algo: una situación, un momento, una conversación… Se trata de hacer una pausa. Detenerse. Como el punto en un texto. Que hace que te pares y, luego, sigas. Pues así. Y en esa milésima de segundo, pensar. Verlo desde fuera.
    A veces me gustaría sentir esa perspectiva de visión, desde el exterior, más a menudo. Y antes de seguir la discusión, pararnos todos y mirarnos. Ahí, sería bonito y lleno de poesía mala y barata. Porque nos veríamos en la pausa de las argumentaciones y rebobinaríamos y rectificaríamos antes de soltar una burrada.

  • Palabras rotas

    Y recrear las conversaciones en mi cabeza. Que cuando hablamos -tú y yo- se deshacen, se rompen y duelen. Quizás es que al no ser como quería aparece una decepción más grande. Se rompen, las palabras se rompen. Trozo a trozo, letra por letra.
    Y lo siento,
    por no ser lo que vosotros queréis que sea,
    por no hacer lo que vosotros queréis que haga.
    Por amarme más de lo normal y ser caos y aún así argumentar mal.
    Tengo mis pensamientos, mis sentimientos.
    Y decido por y para mí.
    Y está bien.
    -Está bien-.

  • Ahí

    Sí, me quedé ahí. Antes de la línea de meta. Sin intención de cruzarla. Por no poder o, simplemente, por no querer. Guardé en mi interior todos mis pensamientos, todas mis palabras. Morí en el intento.

  • Luces

    Mis luces se están apagando cada vez más.
    Sí, todos tenemos luces y yo las tengo en el cuerpo, la mente y el alma. Pero se están fundiendo. Parece que ya no quieren brillar, que no tienen fuerzas para deslumbrar.

  • Monstruo

    Soy un monstruo,
    lo tengo dentro
    de mis venas.
    Es lo que me hacen sentir
    ellos,
    mi familia.
    Y duele,
    arranca el corazón.
    Mata.
    Ya no somos de la misma sangre,
    ni de la misma raza,
    ni de las mismas leyes.
    Ni ideologías,
    ni amor,
    ni empatía.
    Tampoco compartimos el dolor,
    ni el rencor.
    Ni los balazos que surgen de cada mente
    -palabras escopetadas ensangrentando las almas-.

  • Leer duele

    Después de tanto tiempo sin leer, lo he vuelto a hacer. He mirado, agarrado y abierto el libro que tenía, y tengo, a medias. Me concentré. Ha sido un momento hermosamente doloroso. Porque he sentido el tacto de las palabras acuchillámdome el corazón. Han sido duras y muy ciertas. Me he reflejado en ellas. Ojalá vivir un instante eterno de felicidad y apartar la muerte. No serla, no experimentarla.