Observo el cielo nublado y luego siento. Me recreo en mi sentimiento, en mi corazón. Me percato de algo: que está hecho trizas. Y tanto que vivo anestesiada en un mar de tristeza incurable. Necesito salir a flote. Permitirme sobrevivir. Déjadme en mis cicatrices, caos y delirios, que así soy feliz. Luego aparece el monstruo -el lobo- y me asusto conviertiéndome en diminuta. Empequeñeciéndome.


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