lluvia

Me encanta la lluvia, su sonido y el tacto de las gotas al tocar mi piel. Es escandalosa a veces, o muy delicada. Lo destruye todo o lo limpia, dependiendo de su caída; por su alegría o por su tristeza. Porque al principio se siente depresiva hasta que las gotas se sacian y el cielo se abre dejando paso a la luz del sol. Un trozo de mundo queda en verdadera paz, sólo por unos largos segundos ya que la tranquilidad se quiebra hasta el punto en que se rompe, justo cuando la humanidad -que no tiene humildad, ni educación, ni empatía y es egoísta- pisa sin dos dedos de frente el terreno aún húmedo destruyendo cada sensación que transmite la bonita naturaleza. La lluvia acompaña mis heridas, mis dudas, y mis miedos, y es la única que me acompaña en mis días tristes que son los más soleados. Y no le culpo al sol por resplandecer en un atardecer, le culpo a mis días con poca vida y mucha muerte. Y si para mí la muerte es vida, ¿entonces qué es vida?


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