Quizás, desordenando mi cabeza, o mi corazón que va ensangrentado, arrastrándose, encariñándose en un pasado. ¿Tal vez así huya y disminuya el dolor? Lo que pasa es que me da tanta pereza existir que no sé ni cómo sobrevivir. Pensé, sentí tan adentro, que el amor dolía. Resultó ser el desamor y la forma en que me quisiste que no es la que me pertenece ni la que me merezco. Cerrando etapas, así voy, así me ahogo, pues intento plantar la semilla, pero se considera tan metafórica que me pilla y, de tan pícara, se pellizca hasta arder y jamás florecer. Me quiere morder y soy tan lenta que culmino en el otro placer. ¿Cuál será? ¿Tendrá nombre? ¿Y apellido? Luego de ubicar las caóticas ideas, me quiero quedar, y ya. ¿Que cómo será? ¿Qué sucederá? El destino ya se agotó de ir tirando balas, así que como actualmente voy tomando decisiones, ¿Será que por eso todavía me pierdo?
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El pero
Cuando intentas convencerte de una sola manera y de una única forma tan real y latente, significa que la frase que parece inédita ha sido transformada, sí, descolocada, conjugada, borrada y reescrita varias veces. Jamás podrás ocultar o cambiar el qué, el cómo quizás, pero la realidad escondida detrás y dentro de la verdad es la sinceridad completa, exacta, perfecta. Sí, la maldita y embrujada sentencia: que te sigo queriendo, que a pesar de todo te quiero, y hay un pero, y vaya si es jodido. ¿Dónde está el truco? ¿Eres el mago? Seguramente la magia la puse yo, de primera mano, con tanta ilusión que se incendió, que estalló el infierno de donde chispeaban brillando todas las estrellitas eternas, efímeras, encendidas, y muy enrojecidas, como mis costillas.
Ilusiones, y mucho café
Un café, y a seguir escribiendo o describiéndome del revés, porque ir del derecho ya ni sé. Me descosí tantas veces que solo me queda huir (de mí). Y sí, quizás me reí. Y no, tal vez no me quiera así, aunque permanezco -en vano- para sobrevivir. A qué es una muy buena cuestión. Pensé y dudé y me retiré, y te pillé observándome mientras mi corazón sintió un pellizco de dolor. Puede ser que en un pasado intentaras llenarme de color en mi interior. Dije puede, porque instantáneamente me fotografiaste y todavía, toda yo, voy queriéndote, ingenua de mí… agarraste el horror estampándomelo a cámara lenta con mucha intención. Quedé estrellada, tan enamorada, hasta las trancas, que me chirrían las escamas de mi corazón amargamente roto, pero estoy aquí: otra vez intentando silenciar cada uno de mis latidos, pero si me captas los suspiros, si me los pillas al vuelo, verás mis reflejos de donde mis miradas irán saliendo los destellos. ¿Sabes qué son? Mis sueños rotos. Obsérvame, ya que mis ojos van cojos, también rojos. Después de los infiernos solo queda florecer y créeme, lo sé, culminaré en aquel arte tan abstracto de ser: volver a nacer, crecer, romper y etc., porque, bueno, a posteriori aún abundarán los cielos enngrecidos, el carbonizarse el alma porque sí -por ti-, el acto de sobrevivir. ¿A qué sí? Déjate de tantas cuestiones, incondicionales paranormales, de tiempos verbales atrasados y hombres raros. Arréglatelas tú sola aunque vayas bailando en ese gerundio. Un día la guerra estallará, lugar donde seguramente serás la menos coqueta, aunque de tierna, hecha y un poco entera, pues yo qué sé. ¿Estaban bonitas las heridas que te comiste? A mí me continúan escociendo, y sobretodo aquellas desilusiones.
La frase que escuece
Por tu culpa se me ha escapado la frase, ¿O es que ha huido como yo? Cobarde de mí. Voy con las ojeras metidas en las orejas. De las costillas ni me hables, déjalas. Luego sácate las entrañas, ¿Me extrañas? Estoy cansada de que tus suspiros le roben alas a mis latidos, porque se mueven, se van desgastando, marchitando. Marchando a otra estación, estancionarse o quedarse de pie para después envejecer y renacer del revés. ¿Sabes qué? La frase sigue estancada, arraigada y enturbiada en el pasado reciente No está mal, tampoco bien, porque sencillamente se pasea relamiéndose entera. Las letras, las heridas y las tiritas tiritan, ¿Sabes? Se repiquetean. Serán las tostadas, o los portazos, del ayer enjaulados en muchos tipos de amanecer y terminar en el mismo quehacer. ¿Me permites este baile? Y todos los que continuarán… chocamos nuestras miradas, a ver si nuestras hadas se unen al unísono y comparten el mismo tono. Aunque de tonalidades grisáceas hay tantas que abundan, y amargan esa rara esperanza. ¿Te apetece colorearlas?
Amor encallado
A veces me siento cansada de mente y de alma. ¿Con qué finalidad bailamos en esta existencia vital? ¿De verdad vamos danzando o solo es un simple juego? Será la muerte que se asoma y se expande haciéndose grande. Serán mis latidos ya pequeñísimos, casi inéditos, pero muy perceptibles. Me duele, me repiquetea la cáscara. ¿Cuándo se romperá la máscara? ¿Y mis ojeras, cuándo piensan marcharse? Tal vez si con amor las tratase. Bueno, siempre, sin quererme, acabo hundiéndome en mi propio y abstracto cuadro despintado, y despeinado. Ando, ardo: surfeo, temblando; me he pellizcado. Consistía en sembrar la semillita… ¿Ya florecida? En pasado, ¿Estoy narrando? El después nunca llega, ni quiere aparecer porque se esparcen. Te estoy describiendo las piezas de mi corazón marchito, maldito, torcido, quebradizo y enfermizo. Ya no sé ni qué he escrito, pues me he relamido tantas veces la misma, tan precisa, herida, que queda pasearse, pasarse de la línea divisoria e invisible que separa, que traspasa el papel con las gotas de las lágrimas que van cayendo del infierno del cielo. Me quiero, pero detesto el hecho de ir tan solitaria. Quiero que me quieran legendaria, convertirme en la leyenda de mis distintas batallas que forman la única guerra: del amor al dolor hay un sutil latido de donde arranca el bombardeo para que a posteriori arda el sufrimiento. Te estoy queriendo, aunque me encuentro en la otra cara de la moneda, de la decisión oculta, del condicional sin ningún plato opuesto. Te quiero, ¿Pero yo más me quiero? Y si me quedo. ¿Será porque te aprecio con una pizca de miedo? Te elijo, pero como me priorizo, me respeto, te saco de la ecuación ilógica y te sigo queriendo en aquel gerundio sempiterno que se quedó atrapado en el viento.
La fe inédita
No sé qué me está pasando, me voy atrasando y atragantando, y voy partida de pies a cabeza. Me duele la costilla de una forma tan intensa que se expande inmensamente. Te quise y, por mi mala suerte y con mi maldita fe, te sigo queriendo en el otro gerundio sempiterno, el sitio donde ambos -reflejo y espejo- parece que se van uniendo, y se entrelazan y, tanto, que matan, sí, las corazonadas, ya desfasadas, amargan. A posteriori, estoy aquí, sangrándome como quien se desentiende del dolor, pero desgarra, desgarra… Sácame las garras, muérdeme las pestañas, deletréame que también te entristece mi tristeza y plántame en una realidad paralela, así, besándome muy despacio. Tal vez paulatinamente volemos en el espacio estelar, el nuestro, o el mío. El que me estoy construyendo, aferrándome a algo que yo que sé qué, cuándo ni cómo. Al final, acabo ahogada en este vaivén lleno de sombras, sin alas y muchísimas colillas colocadas de forma torcida. Se me pasea la vida enfrente de mi cara. Desconozco la fecha exacta en qué se plantaron mis raíces, justo anoche se rieron delante de mis narices. De las perdices, supuestamente felices, ni me hables. Creí verme viva, aunque voy un poco lúcida, en esta muerte efímera. El caso es que todos los casos ya se han perdido, podrido, hundiéndose en unos cuantos mares de lágrimas. Estaré bien, en algún minuto donde la felicidad sea inédita y, sin poder palparla, quizás creer sentirla.
¿Lugar dónde me he sentido querida?
Abundan los lugares donde me he desarmado, momentos en que me he soltado el pelo y sacado la coraza, y todo para nada, justo cuando se me ha roto la esperanza. Mirándome en el espejo, después de enfundarme en aquel vestido de un color morado oscurecido, semejante al amor descosido, y ennegrecido… Descolorada voy, sonrojada vengo. Luego me quedo latiendo solo con mirarte: se me ha estrellado la cotidianidad, y las estrellas que chispean, que chispean, han estallado. Entonces culmino narrándome, describiendo metafóricamente la forma, espesa que pesa, que mis latidos se han convertido en pétalos ya marchitos, muy muertos, derretidos. Mi otra yo, la poeta real, ha decidido colocarse, y descolocándose, los tacones, enchufarse a la música más rompedora y sanadora, y profundizarse, hundiéndose en aquel texto jamás verbalizado, aunque cicatrizado en el pecho izquierdo. Me van doliendo las costillas, pues se repiquetean tanto entre ellas, que no alcanzan a transmitir las mentiras más honestas. Así que, sencillamente cabe destacar que me he sentido menos querida, incluyéndome y, también, excluyéndome con un pesimismo abundante, y redundante. Y, precisamente, Burlando el tiempo, es un sitio donde ya no resido, o quizás aún sigo conviviendo con ese hueco. Bueno, me desvanezco.
Resuena, mi corazón
Antes de que te vayas, otra vez, y me dejes con la sonrisa herida y entristecida y la tirita enrojecida. Antes de que, bueno, mi cora’ se marchite al son del atardecer, antes de florecer y después de que se vayan cayendo los pétalos, ¿Sabes? Justo ese instante, el preciso vaivén entre el irme o quedarme, entre besarte y deletrearte lo que sale de mi infierno, o ir esperándote. Dejaré todas las ventanas abiertas durante este noviembre hambriento, frío y eterno, para ver si te caes aquí, de pie, o del revés, que más da ya. Si ya está todo dicho y hecho y el invierno se asoma y parece que se marcha. Y la Navidad está a la vuelta de la esquina, solo con girar la página, con una sola lágrimilla resbalando por mi mejilla izquierda, porque el brillibrilli empieza y los villancicos resuenan y las campanas chocan entre ellas, pero, siempre continuará en mi ser esa nostalgia rara porque se acerca, sin querer, la época navideña, la pequeña, la más perra, y hueca, pues sigo aquí. ¿No me ves? Con una soledad entera, y la luna, brilla allá, convirtiéndose en una luz eterna, que ciega tanto que ensombrece. Quítate el sombrero, lo hiciste como un bruto, eso, lo de ir soltando indirectas y lanzando el anzuelo. Déjame decirte que ojalá volásemos yéndonos más allá del altar. Déjame decirte que aún te quiero.
La desilusión
A parte de que ¿Te puedo escribir algo? aún está gratuito, me paso por aquí para pasearme un rato indefinido y largo, y divagar. Además, con el impulso hacia atrás, y unos cuantos intentos de no sé qué, cerrar algunos ciclos, o dividirlos sin quererlos. El caso es que después de tantos sucesos abstractos, no hay, eso, el hecho. Entonces, me pierdo y regreso y así continuamente. ¿Qué siente una al terminar algo? Quiero decir, el final todavía no lo he puesto, pues ¿Para qué? ¿Con qué finalidad? He culminado en una parte del fin. Ahora solo queda zanjar o borrar o quemar de una vez por todas el punto, el que, en teoría (le sobra la práctica) debería colocar allí, ¿Sabes?
¿Tú cómo cierras los lapsus? ¿De qué manera? Yo, quizás, con carencia de matices, o al revés. En estos días tan raros y oscuros y entristecidos y ennegrecidos y otoñales, casi, me voy queriendo. Son latidos, estallidos que se dedican a hacer eso, a estallar. Así que, bueno, si no sabes por donde empezar, comienza, y ya.
Este viernes, como los restantes, estoy un poco borrosa y odiosa y, reflexionando sobre lo descrito en un tiempo verbal pasado, me he percatado de que no sé cortar el hilo, ni finalizar el párrafo ni romper el vicio de que te quiero de pellizco en pellizco con mi corazón quebrado. ¿En algún momento se sanará? ¿Se armará de valor para deletrearte encima de tus labios lo mucho que te amo? Porque van pasando los días o las semanas y los meses y la cuenta atrás va sumándose daños descontándose, y ausentándose.
Pensé que había finiquitado, pero me vuelco en lo inexistente, en lo inevitable: la ilusión. Voy estando bien, pero llueve hacia dentro, tan lento.El amor impropio de mí
Ir queriéndose a una misma al vaivén del run run del mar. Caerse, y que de corazonada a corazonada salte eso que bombardea dentro de ti tan fuerte, con tanta furia y de un sabor más dulce que amargo. Es la fiera que quiere salir a la profundidad e introducirse en otro amar, para luego enfurecerse de un amor bonito y leal. Es la madrugada de San Juan y con mi falda de flores, de colores verdosos, rosados y azucarados, voy estando bien. Armarse de valor, de uno entristecido y, en el chocar del enamoramiento, la ola nace, la que quiere saborearse, oler a sal y a arena y a cal y a alegría, que trasciende: ha dejado de ser hueco convirtiéndose, y convirtiéndome, incluso a mí, en otro latir. Aunque el cielo esté nublado, siempre va saliendo el sol, o la luna ennegrecida que brilla siendo la soledad absoluta. Ya quiero ser la loba o la bruja o la penúltima vida de la felina hambrienta, porque estoy preparada para lo que venga, y aquellos segundos que se marchan, que machacan o se arrastran… quieren dejarse existir, vivir.
El ambiente está abstracto, de un sentir bastante cálido, de un ver encanelado, enternecido. Un cuadro, ni gris ni pálido, tampoco lleno de anhelos ni a rebosar de deseos. Está vacío de todos los sacrificios ya hechos, que culminaron, quedándose estrellados en el pasado. Las caricias, los besos y los amantes siguen locos, y la música, que resuena en mis pupilas, solo se dedica a arroparme mientras voy queriendo al son del viento, tocando el suelo y a ras del cielo, en esta playa a las cinco de la mañana, que parece ser, por fin, un invierno estival. Y tanto que derrapo por mis raíces de donde se deshacen o rehacen las cicatrices. ¿De heridas? Pocas, la mayoría ya curadas, u odiadas o alocadas. El caso es que voy a terminar para volver a empezar.Estrellarse
Sentirse mal por dentro y caer,
resbalar
y estamparse
en las nubes del cielo,
que estallan
de amor
y dolor
a la vez.De mucha vida
Necesito un vino, emborracharme y volar contigo por haberme besado en los labios. Que vuelo, joder si vuelo. Y muero, también.
Vestirnos coquetos, de sonrisas, de mucha vida. Aterrizar en Marte y amarte al son del mar. Que las olas nos toquen acariciándonos los pies, y los corazones.
Después de la estación llega otra y, más tarde, el tren frena en seco. Derrapó ya hace tiempo llegando al son del viento. Como si la cosa no fluyera con los vagones.
Iba sin pasajeros,
sólo había dos almas salvajes
separadas por el tiempo
y unidas al momento.Des(hacerse)
Todo estaba en mis manos,
y lo dejé caer.
La esperanza,
la fe,
las ganas
y el querer hacerlo bien.
Cerrar la etapa,
cesar el miedo
y agarrar de frente el dolor.
Hacer las cosas con amor.
Pero allí estaban mis manos,
las que dejaron que me rompiera,
que me deshaciera por dentro.Florecer contigo
Florecer encima de tus caderas,
estallar,
otra era.
Otro ser.
Amantes del placer,
del querer.
Que nos siga doliendo
hasta que la vida lo permita
y que mueran las estrellas
y las flores
y lloren las nubes.
Que el cielo se caiga,
se rompa por la mitad
sólo por sentir demasiado,
tal punto de amarnos
explotando el amor que tenemos dentro.
Porque no hay mayor o peor alegría que ser amantes y amigos a la vez,
y quererse y amarse para siempre.París
Quiero, París, verte con otra mirada,
observarte,
deletrearte
con la lengua y a placeres.
Los momentos, espontáneos,
son los mejores.
Y las risas a tu lado también.
Porque no hay mejor que ser humana,
caótica
y sonreírle al viaje que me espera;
un futuro lleno de rosas florecidas,
compartidas
y aún por vivir,
será algo
-aquello-
mágico.Reflejo(s)
Emborracharse a las seis de la tarde,
no distinguir entre querer y amar(te)
y borrar(se) una misma
en el reflejo del espejo,
mirada a mirada.¿Volamos juntos?
Necesito a alguien que me diga «Sí, hazlo. Yo vuelo contigo y, si no, aterrizamos juntos aunque sea de cabeza».
Me parto, y desciendo
¿Cómo describir la escena?
¿Cómo definir, en palabras, como se parte por la mitad?
Cuando se abre el telón de cualquier teatro;
mi corazón y,
con él,
mi caparazón.
Vuelo sin razón,
me estrello
por el sendero del cielo.
Ya no hay quien
-alguien-
que pueda sostenerme.
(Ni yo misma).Hechos (efímeros)
Joder,
quiero escribir una historia.
Ya no sé si la mía, la tuya o la nuestra.
Quiero escribir algo épico,
aquello que se sale de la norma;
un amor efímero pero lleno de realidad,
(de amor).
Hay dolor, más de uno.
Se juntan,
incrustrándose,
muriéndose.
Matándome.Ámalo
Ama mi caos, ámalo. Porque soy caóticamente jodida. Te mataré, y luego moriré de un balazo en el pecho. De un portazo. Va a doler.
(Dolerá).Viviendo
Pensar, y escribir.
Leer, y pensar.
Y, luego, vivir para después sentir.