Me he enamorado de mi propio vacío y qué vicio. Los recovecos de mis huesos, internos, se llenan de oscuridad. Se siente muy bien. La caída en picado, la caída al hueco existencial. El perderse para siempre, porque sí, día que pasa, día que sigues viviendo muerta. Así trata tu cuento, tu historia. Solo necesitas un poco de aire, música, pasear entre la gente y pasar desapercibida. Y, luego, sonreír de aquella manera, ¿Sabes? Aquella típica risa rota. La tuya, la que te define en el presente contínuo, quiero decir. Estoy escribiendo. Quiero crear, sentir, plasmar las reflexiones salidas de dudas con infinitas respuestas. El marchitarme se quedó ahí seco, pequeño y ya perdido gracias al viento que dispersó los pétalos de un rojizo oscuro. De otro latido ralentizado que ya jamás regresará del pasado porque es el futuro.
Otro latido
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2 respuestas a «Otro latido»
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El final lo importante es descubrir cada hueco y amarlo, llenarlo de amor propia y belleza porque somos seres con luz e infinita potencia, descubrir el interruptor que lo enciende todo es tarea nuestra y de nadie más, y a veces es desde la oscuridad más profunda, desde el más inmenso abismo desde dónde nos damos cuenta que el único camino es hacia dentro.
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Sí, y además descubrir de donde nace la llama es una tarea diaria que, aunque parezca lejana, siempre estará aquí, con nosotros. Toca ir floreciendo, descendiendo (hacia dentro).
Un abrazo, 💙.
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