Mis rutinas creativas: qué hago cuando soy un caos

Ser creativa es algo mágico y la mayoría de veces contiene muchísimo desorden, porque hay momentos que mi cabeza está a rebosar de ideas, de listas pendientes, de emociones encontradas y, por si fuera poco, ruido externo. Sin embargo, en medio de ese caos, voy encontrando pequeños rituales ya adaptados a mi rutina diaria que me devuelven a la vida y también a la muerte y al ir sobreviviendo entre palabras y, gracias a ello, saco lo que llevo dentro y me voy describiendo. Al fin y al cabo, una escritora termina plasmando su ser, su esencia más interna. Por eso, hoy te cuento cuáles son estos procesos que parecen inéditos, pero que están muy presentes.

1. Ponerme en modo «observadora»

Cuando necesito inspiración, sin querer, observo, analizo mi alrededor, a las personas, a las situaciones…, voy divagando en un mundo distinto, el mío, porque me invento cómo sería yo en otros contextos convirtiéndome en la protagonista de mis propios sueños. Por eso, escucho breves diálogos de conversaciones ajenas, me fijo en los gestos pequeños, en los detalles inéditos…

2. Tener siempre a mano una libreta

Como el caos no avisa y tampoco las buenas ideas, siempre llevo entre mis manos una libreta (y el móvil) listos para anotar cualquier frase, palabra o imagen mental que me inspire.

3. Micro-rituales para calmarme e inspirarme

Cuando estoy nublada mentalmente dibujo flores enredadas, y así regresa mi inspiración, de esta forma relajo a mi cerebro, le ayudo a sacar lo que mi corazón parecía estar ahogando, aunque siempre terminan brotando los sentimientos.

4. Escribir sin juzgar

Para juzgar ya estoy yo, que desde años me he dicho internamente que no soy escritora cuestiónandome qué es la buena literatura y qué está bien escrito. Así que con esa ínfima aunque imensa presión que llevo encima desde hace tiempo, mi meta es escribir algo y, luego, perfeccionarlo, adecuando los verbos a mis tempos emocionales. De eso se trata escribir, ¿No? De derramarlos todos, soltando la miseria a bocajarro como si te fuese la vida en ello y, más tarde, quizás un año, o tres absurdos segundos, editar el texto sin tanto pretexto.

5. Aceptar mi propio caos

Al final, todo lo que me toca el alma, lo que me confunde o me desordena se convierte en historia, personaje, metáfora o novela. El caos podría ser molesto, pero es lo único (perdóname por encajar en una caja muy pequeña tal adjetivo), que me ayuda a crear. Y de aquí, de mi corazón que bombardea vívido, van sangrando mis textos.

¿Te lanzo un secreto? Cuanta más contradicción interna, más arte abundará en tu literatura, porque de este detalle nace la honestidad conjugándose con tu verdad.

Pd. ¿Y tú, qué haces para crear cuando tu mundo está desordenado, desubicado y enturbiado?

Cuéntamelo en los comentarios, me encatará leerte.


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