Quiero hablar contigo, contarte, llorar entre tus abrazos y quedarme ahí. Levitar entre llanto y lagrimales, las flores se caen. Me marchito, me marchito, papá ya he muerto. Me desmaié esta tarde, ahí, en mi cama, abrazando mi cora’ lloro otra y otra y otra y otra y otra vez. En bucle voy volando mientras arraso el suelo. Tengo a mi niña, que debo alimentarla de amor, pero es dolor. Amansar la tregua, quiero guerra y ser más y sentirme menos. Me quemo, me estoy quemando solo al ver la mirada con la que carbonicé, tiempo atrás, mi ser, mi alma. Córtame la fe, la esperanza, la ilusión que viene y se queda. Y se queda y me observa. Es distinto a otro día e igual a la mañana siguiente. Porque los amaneceres abundan, ¿Pero cuántos atardeceres quedan en este vaivén de cicatrices? Son heridas rotas, obvio, pero, triste, quieren seguir sangrando. Quieren… seguir, ahí, muriéndose en el mar del dolor.
Mar de sangre
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