Me estoy dando cuenta de que todo mi vacío existencial comenzó en mi adolescencia y, ¿Cómo retrocedo o de qué manera puedo cambiar mi dolor por amor? Quiero decirle adiós a mi oscuridad, a mis deseos rotos y a todas las cicatrices abiertas. Puedo nombrarlas una a una y de mejor a peor.
Una ceniza que se enciende,
la chispa,
la luna brilla en el cielo azul,
pero está sola
y vacía.
Pero está sola y vacía,
aunque llena de vida.
¿Será el primer pétalo caído la causa del cuadro descolorido?
Porque apareció la compañera de por vida: mi queridísima soledad. Me quité el pecho entero cuando se introdujo en mí, cuando mis alas pesaban y las sombras se apoderaban de mis sentidos.
Fui oscuridad,
hoja seca en plena primavera
y ola colérica llena de disturbios en medio de las calles de la ciudad ya anochecida.
Dejé de sangrar,
mis venas se congelaron hace años.
Mis labios ya no pronunciaban sonrisas y,
aún así,
con la magia que hay entre mis ojos, cristalizados,
amanecen las estrellas, bellas y,
ellas, tan desdichadas,
tan agarradas en almas muertas
(ensombrecidas por morirse y revivir y regresar a las tumbas,
vacías de ruido),
que rieron hasta explotar y transformarse en rosas descompuestas.
Créeme,
todo se inició, así, sin fecha definida,
todo se incendió en una vida incompleta.
Sigo aquí,
sigo aquí,
aunque vuelvo a morir por mí.
Incendios
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Comentarios
Una respuesta a «Incendios»
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Sigues estando porque el deseo de vivir, de vibrar, de brillar sigue siendo más fuerte que cualquier otro, dale vida a esa llama, y todo cambiará de colores.
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