Me desnudaría de dudas, de inseguridades, de miedos y de verdades para vestirme de mucha, y pura, realidad. Iría a buscar el traje del amor para, luego, seguir sin ropa y, mientras observo mi corazón en el espejo, llenaría de besos mi cuerpo y el reflejo (oscuro). Lamería cada herida y cicatriz que aún sangrase y me esfumaría, pero a arrasar con todo. Quiero decir, me marcharía a volar, a sonerír y a llorar de una tristeza amarga. Sacaría de mi ser el sufrimiento. Desenchufaría la depresión en persona, o sea, me partiría en dos, para, después, volver a ser yo misma (otra vez). Y así en un bucle indefinido.
¿Y qué más? ¿Qué más? Pues me encantaría ser transparente, que por los poros de mi piel trasluciera sinceridad, pero conmigo.
Desde mi ser interno hacia mi misma, ¿Me explico? Me deduzco, buscando, chocando con los enigmas de mi corazón partio’, y sigo.
Sigo volando, o buceando, entre un mar espeso, lleno de tierras y olas, extrañas, y al mismo tiempo, coléricas.
Si pudiese me vestiría de paz, de luz y de chispazos, breves, de felicidad, y también de tristeza. Si pudiese me vestiría de realidad.
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