Para empezar, un esqueleto, en el ámbito de la escritura, es la estructura que tiene una novela, es decir, la forma interna de cómo está construida la historia.
El objetivo del esqueleto, o también denominado como escaleta en el terreno cinematográfico, consiste en tener una organización previa lógica y coherente sobre lo que se escribirá a posteriori. Sirve, principalmente, para planificar la forma de la novela. Pero, ¿Cómo se hace un esqueleto o una escaleta? O, mejor dicho, ¿Cómo la creo yo?
Pues, en mi caso, para el acto previo a escribir, utilizo una libreta. Una vez con la libreta ya abierta, un bolígrafo y mi idea ya desarrollada, sigo desencajando las piezas -de esa breve idea-, incluso las recorto, las elimino o las prolongo unos días más, para después hacerlas bailar en el papel. Pero antes viene el proceso de planificar, quiero decir, de preparar los capítulos.
Mi estrategia es la siguiente:
- Escribo el número del capítulo al inicio de la hoja del lateral izquierdo de la libreta.
- Al lado de donde he escrito Cap. I defino brevemente de qué irá el capítulo. También anoto alguna idea de forma breve, incluso pongo el personaje que quiero que presida el capítulo.
- Divido en tres partes la estructura narrativa: en la primera parte, abro el capítulo, lo que es la introducción; en la segunda parte, que es la continuación, desarrollo el capítulo, y en la tercera parte, intento cerrar el hilo del capítulo o lo dejo abierto dependiendo de mi estado anímico y de mis preferencias respecto a la trama de la novela.
Lo realmente divertido de planificar la novela es que dentro del orden habita un caos inmenso. Es interesante y curioso. A parte, entre las frases y las palabras, se va creando, sin querer, el arte. Al menos para mí.
Mi consejo es que te dejes llevar por la idea surgida y que, luego, la vayas moldeando sin que pierda la esencia principal. Para ello es necesario perderse muchas veces y dar en el clavo justo en el momento más esclarecedor que, probablemente, sea cuando estés más ofuscado.
El otro consejo que te puedo ofrecer es que no te limites, que te dejes llevar tanto en tu forma de crear como con tus herramientas (libreta, bolígrafos, espacio y forma de escritura, etc.) Y que experimentes. Me refiero a que si siempre escribes a mano y en un mismo lugar como, por ejemplo, en tu despacho, cambies un poco de aires y de métodos. Sal a pasear y ve a donde te lleve tu corazón que de ahí pueden surgir procesos hermosos. En vez de escribir a mano, escribe en el móvil o desde el portátil. O al revés. Yo, por ejemplo, muchas veces voy a una de mis cafeterías preferidas donde escribo y me dejo fluir. Pero hay momentos que voy a la biblioteca o si hace buen tiempo me quedo en un parque. Todo depende del estado emocional de cada uno. Inténtalo, ganarás más que perderás.
En definitiva, a veces la escritura nos sorprende a nosotros mismos de lo que puede surgir de ahí, así que como último consejo: vive, siente, desordena tus emociones, escribe, transmite y vuelve a vivir. En bucle.
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