¿Volveré a cometer el mismo error? ¿Volveré a dejar escapar un amor, no uno cualquiera, mi amor? ¿Volveré a caer? ¿Volveré a sufrir? ¿Volaré hacia ti?

¿Volveré a cometer el mismo error? ¿Volveré a dejar escapar un amor, no uno cualquiera, mi amor? ¿Volveré a caer? ¿Volveré a sufrir? ¿Volaré hacia ti?

Abriré todas las ventanas para que me oigas gritar que te quiero.

Que yo lo sé, que no quieres sentir ese sentimiento y por eso te alejas. Pero de esa forma me matas. Te quiero, y me lastimas.

¿Pero quién te crees que soy yo? Que puedo utilizarte hasta despreciarte pero jamás amarte. Me fui a Marte a quererte en la distancia para, después, darme cuenta de que no vales la pena. ¿Y de qué voy? Voy de inmadura, de alocada, de chiflada. Que soy la que te torturará, hasta romperte el alma.
El mundo ya no es mejor contigo, porque no estás.

Voy a dejar de escribir sobre ti, porque ya está bien ¿no? Voy a centrarme en mi vida, a conocerme y quererme. Ya está bien eso de ir desperdigando el sentimiento que siento, sentía y, tal vez, sentiré. Ya está, ya pasó. Ya lo superé. Por lo tanto, lo dejo aquí. Voy a centrarme en mí.

Ya no recuerdo tu rostro, necesito mirar tus autofotos.

Es la primera vez que escribo sin estar enamorada, mis palabras ya no salen de mi alma. Por eso mismo, no tengo de qué escribir, pues si no se escribe con sentimiento, no es escribir.
Yo ya sé que no me quieres, que no soy nada para ti, que no significo ni una pizca. Pero me da igual, de hecho, me está dando igual.
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Todo o nada.
Ya no lo sé.
Ella, andaba por las calles de Barcelona, centrándose en la música que salía de su ipod y en sus pensamientos tan desordenados. Tenía un objetivo en mente: no llegar a ningún lugar. Andar sin ningún rumbo. Se sentó en un banco y se puso a observar el paisaje, más concretamente, las hojas otoñales, como sus ojos, reflejados por el sol, deslumbrados de llantos intermitentes, indefinidos, imprimidos, interminables.
Al cabo de un rato, alguien se sentó a su lado. No era un anciano, tampoco un niño sino él. Su amado, en pasado, pues ya no lo amaba, ni lo quería. Y es que aquel sentimiento que parecía no terminar, terminó. Se heló y se deshizo.
-Hola -entabló conversación él.
Ella, sutilmente, giró su cabeza hacia la izquierda y le respondió con otro «Hola».
– Necesito saber de tu pasado.
-Ya no importa.
– ¿Por qué?
– Porque, en algún momento, no sé cual, me dejaste de importar, te dejé de importar.
– Lo sé, sé que sientes que no me importas, pero es todo lo contrario.
– No me lo has demostrado y, si lo has hecho, no lo he percibido, ni lo he notado. Tus actos no han dicho tus palabras, tus palabras no han dicho tus actos. En resumen, que no has hecho lo que estás diciendo.
Y se levantó, con los ojos cristalizados, como ya era habitual en ella. Porque las flores se marchitaron, porque su pasado le dolía demasiado. Porque nadie la comprendía. Porque nadie la había cuidado. Ni el mínimo detalle, ni la mínima intención. Nada de nada.
Las hojas otoñales iban cayendo de los árboles, poco a poco, deslizándose, perezosamente, por las corrientes del aire. Y, ella, iba, poco a poco, derrumbándose hasta quedarse sin aliento, hasta dejar de quererse, hasta dejar que su corazón bombardeara, hasta llegar al odio máximo hacia el mundo.
Frustrada, aquella era la palabra. Frustrada. Le gustaría que alguien, alguien en aquel mundo, sintiera amor eterno hacia ella. Pero aquel verdadero, el que se siente, el que no miente. El que tiene fundamentos. El que no tiene sollozos, el que tienen sonrisas y, alegrías.
Las lágrimas resbalaron por sus mejillas al compás de sus pasos andar, por encima del cemento, por debajo del infierno, por el medio del cielo. Alguien, tocó su hombro derecho y, ella, se giró mientras sus hombros subían y bajaban rápidamente.
– Muñequita, no llores. ¿Qué te han hecho? ¿Y quién? Debería ser un desalmado.
No lo dijo, pero lo pensó: «Yo, yo soy la desalmada».
Sus llantos se intensificaron. Y ella no se daba cuenta de que, quien la abrazaba, era a quien había amado.
Tampoco sabía que ella misma se había destruido. Que era las consecuencias de sus actos y que las causas iban más allá de sus errores. Y que, sus errores, eran más grandes que sus consecuencias, porque de sus causas descendían las consecuencias que, anteriormente, amanecían los actos para equivocarse. Para desalmarse.
– 25 de Octubre de 2017
Porque soy vulnerable ante la vida y, mientras unos disfrutan, yo me hundo en la miseria. Porque soy así, porque me pasa así. Porque no hay otra manera. Porque me suena y me toca, y soy la elegida. Y sigo sin entenderlo. Mientras unos viven, yo muero en el dolor. Y no quiero. Que harta estoy.

Ya te he olvidado, de hecho, ya he olvidado al mundo entero. No te necesito, no necesito de ellos. No necesito nada, sólo mi alma.

Tienes que ser fuerte, sí. Tienes que intentarlo, no rendirte. Porque la luna esclarece y las flores florecen. Porque el sol deslumbra y la lluvia derrumba. Y es que, tal vez, las montañas asustan y las piedras entorpecen, ahí, metiéndose en las vidas cotidianas. Pero, tienes que saber que todo es ver, que la perspectiva no debería desanimarte, porque tú la miras como quieras. ¿Y qué mejor que verla en sentido figurado y no literal? ¿Qué mejor que vivir soñando antes que vivir muriendo?
Cuando los ojos se nublan para brotar de ellos agua salada, amarga, desendulzada. Te sientes que el mundo se derrumba, pero para volver a empezar. Para levantarte. Para no cuestionarte nada más que el motivo de las cosas, su causa, su grandeza o, sencilleza.
Sientes que reempiezas y, eso, es bueno. Muy bueno. Porque reempezar significan nuevas oportunidades, caminos abiertos, destinos inciertos y, ciertos.
¿Y qué te voy a decir yo a ti? Si ya sabes de qué va todo esto. Si sabes que la vida consiste así, y la gente de igual manera. Que el mundo no gira entorno a ti y que, tú, estás de paso en él. Que la gente es sólo gente y tú, eres humano. Tienes el derecho de vivir.
Vive.
¿Qué es eso de dejar las relaciones a medias? ¿Qué es eso de romper los corazones? ¿Qué es eso de no dejarse llevar? ¿Qué es eso?
Y es que, hoy en día, las relaciones se rompen al igual que los corazones. Nadie se deja llevar, sólo por la sociedad quien define a los seres no siendo como ellos quieren. Y yo, estoy aquí, cansándome de estas actitudes.
¿Por qué no vuelves a empezar? Sí, desde cero. Vuelve. Sé tu mismo. No te arrepientas de nada. Vive, que te hace falta.
¡Hola!
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¡Espero que todos participéis!

Mariposas encarceladas, no son buenas. Necesitan volar hacia el exterior, desprenderse del pudor del dolor. ¿Qué es el amor?
Miro el mar, el horizonte. Te recuerdo, tus labios. Me siento fría. Te necesito, aquí, a mi lado. Que me abraces como aquella vez.
¿Y qué vas a saber tú? Ojú, te dije alguna vez. Vete a saber que es lo que quisiera que supieras, que es lo que crees que sabes que no es.
Te vi tan bien que hasta me ilusioné, que justo cuando me viste te echaste el pelo hacia atrás, como haces siempre que me ves. Pero esto no puede ser; que tiemble tanto al verte. Terremotos y hormigas. No puede ser. Es inaceptable, no puedo enamorarme, no de ti pues tú de mí no lo estás. Y, por eso mismo, me niego a aceptarte, a echarte de menos, a hacerme más daño de lo normal. Ya lo superé, aun así, sigo escribiendo de ti. Las palabras vuelan por el tacto de mi teclado, mis dedos. Y sonrío, ya no lloro. Pero, por favor, si digo que te alejes, no lo hagas.
Su carita de niña buena, sus ojitos encantados que enamoraban a cualquiera. Era, ella. Sí, no era coincidencia de la vida. Fue de aquella forma, tan inexperta, tan imperfecta y, a la vez, perfecta.
Esa niña, que parecía ángel y, bonita, era -y soy yo-. Que mala suerte que tienes al enamorarte pues soy puro demonio, desalmado, loco, enamorado de la locura; la vida. Y quien quiera que seas quien me está leyendo, te lo agradezco. Siéntete afortunado, no cualquiera lee mis escritos más endemoniados.
Y que lo entiendo, eso, de que no te gusten mis fotografías llenas de cosas impactantes como unos pechos o unos dedos introduciéndose en la diana. Y te lo voy a decir claro, sin dejar estupideces de por medio, porque, no vale la pena. Yo quiero ir al grano y, tanto, que me enrollo y no acabo. Lo dicho, dicho está, lo escrito también.
Lo que quiero hacerte entender es que, estas fotografías, o algún que otro texto, son naturaleza pura y dura, sensible y sana, muy sana. Y es que no debemos escondernos de estas cosas pues son lo que nos llevan a la vida.
Y ahora me dirás que te has perdido, que hace tiempo, desde que me llevas leyendo, que no entiendes hacia que dirección voy. Pero, no te preocupes, ni yo me preocupo por eso, pues, cada vez que escribo se me va el alma al cielo y, el corazón, al infierno, para después juntarse, unirse carnalmente.
Que, ¿hacia dónde? Se preguntó el viento. «Hacia el tiempo» respondió la nube soplada. Hacia aquello que no ves, hacia el futuro, hacia lo incierto. Hacia tu corazón, limpiándolo de toda la suciedad, curando las cicatrices, soplando los malos recuerdos y los viejos, deshechos.
Y es que caminó hacia ningún lugar, hacia el nunca jamás; yendo a la duda del no. Porque, como cada mañana, se levantó para asearse y desayunar no sin antes ver el cielo esclarecido, vislumbrado por el astro solar. Después, se fue, alejándose de su barrio solitario, dejándolo atrás. Al igual que sus miedos, sus nidos de niña pequeña.
Se fue,
para siempre
hacia el nunca jamás.
Os dejo aquí mi Instagram de literatura! –> Chaosliterature_
Gracias por seguirme, comentar y estar ahí. Os quiero y os amo mucho, mucho, mucho <3.
Me saco las lágrimas con los dedos llegando al infierno del precipicio, pues no está permitido y, aun así, lo hago. Para martirizarme más, para matarme lo suficiente. Y es que ya no vivo más si tú, no disfrutas de la vida. Me duele lo que a ti te duele. Me hace feliz lo que a ti te hace feliz. Y, no quiero depender de este amor tan neutro, tan celestial, tan caótico. Quiero dejarme llevar, sí, entrar en un ambiente molecular, pero ¿qué será de tú y de mí? ¿Qué será? ¿Qué seremos? Ojú, en un futuro incierto, no muy lejano, nos juntemos. Y para siempre, en eternidad infinita.
Ellas, fueron ellas las que me quedaron. Y estaré eternamente agradecida.
quisiera darte muchos consejos, hablar contigo sobre la vida y comprenderla desde distintos puntos de vista. Tú, que me alteras y me pones a cien para hacerme entender que tengo que ir con la frente en alto, los ojos abiertos y la sonrisa ensanchada. Tú que eres la razón de la familia, la que tiene más de mil pensamientos en mente y, cuestiones. También la que toma las decisiones, seguras, ciertas, con la totalidad del riesgo. La que sabe saltar al vacío y no hacerse daño. La que lucha como una guerrera día tras día. La que no se rinde. La que sabe amar. La chiquitilla de la casa, la más adorada, querida y amada.