Categoría: Escritos

  • Sombras

    Las sombras,
    las sombras me persiguen.
    Me hablan,
    me cantan
    diciéndome que estoy pero que no soy.
    Hay momentos,
    hay instantes,
    parecidos y predecibles.
    De otros ni te hablo,
    porque no hay forma de describirlos.

  • Dolor interno

    Otra día, otra etapa, otra vida secuenciada.
    E ir haciendo; cayendo o volando. Una acción más que otra.
    Miro, observo, lo que hay allá en la lejanía a través de mi ventana: dolor.
    -Aquel que hay en mi interior-.

  • Jodido brillo

    Las mañanas abruman,
    angustian.
    El sol, como cada día, aparece.
    Más allá del cielo, diciendo, haciendo creer que siempre hay un motivo para brillar, para darle luz a la vida.
    Yo ya estoy cansada de lo mismo;
    de las mismas personas,
    de las mismas caras,
    de los mismos recuerdos.
    De pasados y presentes que son rebeldes sin causa.
    Porque ya no hay indicios de seguir,
    si todo es parecido, similar.
    Ya no se sale de la regla, no es anormal.
    Quiero locura,
    bailar
    y sanar
    -hacia dentro-.

  • Literatura

    Empápate de literatura, de la lluvia de palabras que caen como cascadas.
    Adéntrate, aventúrate, a un nuevo mundo.
    Pero antes vive o, mejor aún, sueña.

  • Cansancio

    Estoy cansada de todo.
    De lo que se mueve,
    de lo gris y lo colorido,
    Del cielo, las nubes y las flores.
    De mi día a día,
    de mi vida.
    De la música y del arte.
    Y también de mí.
    Del mundo,
    de las personas,
    de la tristeza
    y de la alegría.
    Estoy harta.

  • Cicatrices

    Estoy llena de cicatrices incurables, porque son tan profundas que no se ven, y escuecen. -Duelen-.
    «Cuanto drama, princesa. Sube la cabeza que se te cae la corona», leí por ahí.
    Las bellas damas no existen y no es que camine cabizbaja porque sí.
    Se creen que el dolor es creado por amor al arte y, aunque a veces pasa, otras no.
    Muchas escritoras escriben porque sienten, tanto, que ya murieron tiempo atrás. Están ofuscadas, entristecidas.
    Tanto, que olvidan que la vida es bonita.

  • El hilo rojo

    El hilo rojo.
    Jodido.
    Que se tense hasta romperse de una vez por todas.
    Me está fastidiando.

  • Corazón frío

    Cuando mi corazón se enfría,
    cuando me congelo
    y el hielo penetra en mi día a día.
    Después de cada terremoto
    -pensamiento inerte-
    muero en el acto y en seco.
    Derrapando por el hilo de la cuerda floja,
    que afloja.

  • Yo conmigo misma

    Quiero un día de esos donde todo se olvida y las preocupaciones se ocultan por un tiempo indefinido. Y que las risas estallen y el corazón bombardee felicidad. Tirar por la borda los problemas y agarrar los segundos de frente; para vivir sin frenos. Escuchar música o ver una película, cualquiera, mientras me zampo una pizza de barbacoa. Sin remordimientos, sin pensamientos negativos. Y lo quiero hacer sola. Sí. Para sentirme bien; yo conmigo misma. También quiero llorar la tristeza y dejar ir la pena. ¿Para qué quiero ningún compañero? Ya me tengo a mí.
    Quiero salir a la calle un día de lluvia e iluminarlo por ser yo, por estar, por transmitir mi sensibilidad. Mis emociones; mi paz.
    Volar y brillar.
    Y ser,
    joder,
    ser siempre.

  • ¿Quién?

    Todo el mundo sabe poner palabras una detrás de otra pero -me cuestiono yo- ¿Quién es capaz de darle un doble significado, encontrar el mensaje e ir más allá?

  • Escritores

    Expresamos;
    Sofocados y saltando por el precipicio,
    para matarnos en un suicidio de sentimientos;
    que se acumulan,
    que abruman,
    que avergüenzan.
    Expresamos;
    para no morirnos nunca.
    Es un antídoto,
    la medicina,
    -la droga-
    al delirio.
    A aquello que nos hace levitar
    y, luego, frenar
    en seco.

  • Abundancia de significado

    Y es que cuando parece que falta una palabra en una frase, es porque hay abundancia de significado lleno de sentimiento.

  • Superfície

    Veo que no entendéis, que no comprendéis. Que no vais más allá. Que os quedáis estancados. Las palabras, al fin y al cabo, no dicen nada concreto. Carecen de significado y gracias a la falta de este abunda la escritura mal escrita. Pero si por un momento, todos, nos paramos a leer con significado y preguntándonos, llegaremos. Alcanzaremos a comprender, a dudar y a tener criterio. Aquel que pocos tienen.
    Porque las frases son abundantes de todo aquello inexistente.
    Entre letras, pestañas y sentidos acabamos entendiendo y llegando a conclusiones increíbles.

  • Pasado

    Yo tuve un pasado también.
    Quiero repetir, justamente, aquella etapa.
    Revivirla y seguir sin determe a pesar de las consecuencias.
    Porque quiero sentir el aleteo que harán mis alas una vez empiece el vuelo.
    Será espectacular, lleno de grietas pero espectacular.

  • Actitud de vivir

    Tener ilusión por la vida,
    por las cosas cotidianas
    y por nuevos proyectos.
    Esa es la actitud.

  • Plasmar sentimientos

    Escribir duele,
    y leer aquello escrito
    mientras se siente,
    mata.

  • Me pasa

    Me pasa que empiezo y no termino,
    que empiezo y no termino.
    -Que empiezo y no termino-,
    aquello empezado.
    Y es raro, supongo, y fastidioso.

  • Aquello

    Aquello de que, en un momento del día, quería escribir. Me apetecía. Desistí, me eché para atrás. El tiempo se comió mi inspiración, quitándome -arrancándome- los dedos. Los dedos mágicos,
    los dedos invisibles,
    los dedos ocultos.
    Aquellos que no se ven.
    Que ya no vibran, ni cantan ni bailan.
    Y esos, desde mi sombra, son una parte mía.

  • A veces

    A veces grito,
    pero nadie me escucha
    porque es un suspiro
    tan sutil e inexplicable
    que no se palpa en
    la realidad.

  • Inspírame

    Inspírame vida, inspírame.
    Y déjame vivir.
    Déjame ser.
    No quiero arrastrarme cada mañana, ser invierno toda mi vida.
    -No quiero-.

  • Tuve traumas

    Tuve traumas, no te lo voy a negar.
    El más doloroso fue el trauma del desamor.
    Me rompió por la mitad y de golpe.
    Un portazo,
    y me evaporé.

  • Quizás

    Quizás cuando estamos tristes o sin amor -ni propio ni ajeno- escribimos mejor, más sinceros.
    Más nosotros.
    Más vivos.
    Nos liberamos luego de soltarlo,
    de plasmarlo.
    Porque dejamos a un lado, en la hoja, los sentimientos sentidos para, después, sentir otra vez.

  • Chica

    De la chica con la mirada perdida, aquella que está mejor fluyendo sola. Que se arrepiente de todo. A la que le mata el amor porque odia sufrir. Para ella, la vida eran momentos decepcionantes. Instantes rotos y panorámicas en blanco y negro. No existía el color, ni el doble sentido en aquellos cielos pasados.
    Era la tristeza,
    que se apoderó de su cuerpo arrancándole el corazón, dejándole, allá en el pecho, un hueco. Rompiéndole cada órgano
    -asfixiándola-.

  • Preguntas confundidas

    No son celos, es decepción.
    Y es peor.
    Es cuestionarse el porqué una y otra vez.
    No poder,
    no querer.
    Y volver,
    recaer.
    Al dolor,
    al pozo sin salida de preguntas confundidas.

  • Amor doloroso

    Pero esta vez sufriremos juntos el amor y yo. Y es que hay momentos que duele tanto, que acaba matando.
    Te agarraré, te acunaré. Te tendré bien cuidado para que cuando sufras, no me rompas más. Resistir, simplemente.
    Y respirar.
    Latir más rápido, más intensamente.

  • Ser a pedazos

    ¿Qué vas a saber del acto de leer? De quedarte mirando en la nada pensando en la fe, en la que esconde el libro. Y el dolor que desprenden sus palabras. Momentos inéditos de mi vida; inolvidables. Me rompen, me achican.
    Escuece el verbo, mata la palabra haciéndote revivir en una frase. Y, justamente, esa, es la que te hace sentir; llorar internamente, ser. Y qué bonito, ¿No?

  • ‘¿Hola?’

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    Gracias por leerme.

  • A corazón abierto

    Y de repente, tú; allí. En la puerta de salida para poner en marcha la huida y correr a todo pulmón, a corazón abierto.

  • Niña

    Niña, no te preocupes. Eres pequeña, aún tienes que crecer. También eres frágil y fuerte.
    Recuérdate que vales, no la pena, no el oro. Que vales por ser tú. Y sólo por eso ya deberías ir aprendiendo que no todo lo que brilla es real, que tiene más de una cara. Que si no observas el mundo con perspectiva te vas a matar, a hundir. Dejarás de fluir. Y sonreír. Sí. En muchos momentos. Pero no por ello serás menos, simplemente serás. A secas. Que está bien que te digan «quiérete». ¿Pero de qué sirve si el que te lo dice no te quiere, no te respeta y no te admira?

  • Canciones

    Joder, me definen las canciones que escucho.
    Perfilan una silueta -yo- haciéndome entender que así soy. Se va dibujando con ceniza la línea de mi rostro. Y a medida que la música avanza, que la letra baila, se va desdibujando mi corazón. Deja de ser, y desaparece desvaneciéndose en un soplido.

  • Ceniza rota

    Quizás sea la música, esa letra, que se cala en los huesos hundiéndote en ese mar tan caótico y oscuro.
    Tan profundo.
    Y así te hace caminar,
    vivir,
    ser.
    Así hace verte vacía;
    triste.
    Triturada,
    hecha añicos.
    -Soy, justamente, esa ceniza rota en pedazos-.

  • Libérate, mujer

    ¿Por qué idealizamos el amor?
    ¿Por qué romantizamos el dolor?
    ¿Por qué maquillamos lo cruel?
    ¿Por qué sustituímos todo lo malo con una sonrisa y seguimos caminando?
    ¿Por qué no detenernos?
    ¿Por qué nos decimos a nosotras mismas que ya pasó cuando aún nos está absorbiendo?
    ¿Por qué no paramos un momento?
    ¿Por qué no nos observamos en el espejo y nos autodecimos?:
    -¿Qué haces, mujer?
    -Libérate.
    -Suéltate el pelo.
    -Vuela.
    -No te aferres al pasado.
    -Vive, y vive como te dé la puta gana.

    Porque nos estamos enganchando constantemente al dolor, a aquello que no vemos con ojos críticos. Porque hay que decirlo, es una necesidad y no se puede evadir el jodido tema.
    -Hay que nombrarlo-.
    Hay que ser, por un instante, cruel. Ver aquello que no vemos, salirnos. Verlo con perspectiva, desde la lejanía y decir: eso, yo no lo quiero. Y si no cambia, lo dejo y me voy.
    -Me voy-.
    Hay que llorar y sentir como nuestro corazón se va rompiendo pedazo por pedazo. Y, luego, hacer un ‘stop’ mirándonos a nosotras.
    Decirnos que, eso, ya no lo queremos de cualquier forma porque no nos pertenece. Porque no lo merecemos.
    Y punto.