Rasgo las pieles de los que me queman, hoy el cielo vacío está, como mi alma, y dejo latir mi corazón al compás de las copas de lo árboles, que no se mueven. Intactas. No tienen hojas, se han vuelto amargas, como mis palabras que no sacian de mis marcas. Cicatrices encarceladas. Ya no nado, ni me sumerjo en la profundidad de la tierra, pues de ella ya no florecen las flores. Al contrario, se marchitan, ninguna se transforma en mariquita.
ya no florecen las flores
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