Hoy me brotan, de mi corazón, las rosas. Están en la fase del crecimiento. Después de la semilla se pierde la vida, porque mueren. Y yo, aquí, tirándome a la avenida por quinta vez.
Así que sí, me desenchufaría de la tristeza constante que viene para quedarse y ahí levita, estacionándose, aparcando en zona prohibida. Y la herida que sangra, la cicatriz que aviva la llama del dolor, va bailando. Sufrir y morir. Suicidarse. ¿Cuántos golpes más son necesarios?
Florecer porque ya no queda otra, porque sí. Florecer, obligarse a florecer. Arrancarse los pétalos. Sonreír. Ir y venir.
Estoy harta de escribir irracionalmente. Solo quiero decir realidades, no verdades, pero, perdón por la excusa, siempre habitan en mí. Llenas de melancolía, ajetreadas, cansadas, tristes. Necesitan muchas tiritas.
Desenchufarme entera, ese sería un puntazo, o un librazo (perfectamente malo), roto, breve. Porque con un esbozo, tres hojas -sacadas de la primavera que tiempo atrás se instaló en mí- y cuatro pinceladas ya he sacado el cuadro desencajando toda mi vida.
La vida es un breve poema que se complica con el paso de los días hacia la muerte. ¿Y qué son esos días? ¿Cómo se suceden? La perspectiva, ¿Para qué? ¿De dónde viene? Deslumbra, y tanto, que ciega las almas bellas. Créeme, todos, tiramos o, mejor dicho, nos tiramos por los precipicios. Nos hemos suicidado ya varias veces. Quien diga lo contrario es un inculto de la literatura existencial o sino un ignorante que, sin saber, sufrió sin querer(se). Como las huidas, aquellos tubos de escape, las fugas, las fugas… Fugaz, y me comí las estrellas todas y cada una de ellas. Eran, fueron. Brillaron tan intensamente, ¿Sabes? Respóndeme: ¿La vida es un poema o no lo es? Pienso, quiero sentir, que sí. Se abre de un portazo la ventana. Un aire golpea tus alas. Y sin querer se cierra (para siempre). Así es el transcurso vital. Metáfora, para colmo, la primera que se te plantea solo al nacer: ¿Para qué he salido del agujero? Para entrar en otro. Luego el nudo, que lo llevas atado contínuamente en la garganta. Ha subido y ahí se ha quedado, levitando, para después escuchar un único y silencioso estallido. Es el grito final. El dolor ya ha cesado. ¿Entiendes la comparación vida-poema? Literalmente hablando, todo es metafórico. Estamos a rebosar de verdades. ¿Cuántas realidades existen?, preguntaría el loco. Ya te respondo yo querido: miles. A cinco pasos de distancia del poema, antes o después de introducirme en su dulce miseria, me percato de que solo sé escribir sintiendo. En fin, que la vida es un poema.
Perder a una amiga es como perderse a una misma. De aquella forma se sintió. Así se siente. Mirarse en el espejo y solo ver, y no observar, el reflejo sin percatarse de los matices. Saber que estás mal desde aquel día, ser consciente de lo enferma que te pusiste y de cómo sigues. Tener muy presente que decaíste, de que moriste chocando, tristemente, con el bucle infinito.
No sé para qué, bueno sí, para joderme, descubrí tu sentimiento. Lo que sentiste, y seguro que sigues sintiendo, hacia ella. Percibí, ya desganada, que te enamoraste perdidamente. Tú dijiste que era el principio de un enamoramiento, pero yo, después de leer a Mario Benedetti, tal y como dijo Don Rafael, cuando dices «creo que me estoy enamorando» es que ya lo hiciste hasta la llaga de tu -y mi- marchitado corazón. Fue jodido. Jodida estoy. Morí, muero y voy muriendo.
Nosotras en aquella cafetería: ella hablando, yo diciendo mucho con la mirada. Callándolas, las palabras, en suspiros, en intentos de argumentar. La mierda ya estaba echada. El suceso ya anduvo su curso. No hubo opción de cerrar la puerta pues el cerrojo estalló, rompiéndose. ¿Y sabes qué? De una vez por todas, nada estuvo de mi parte.
Me importa poco. Siempre he sido un zero a la izquierda. Prefiero florecer en mi soledad extraña, rota y malbaratada e ir haciendo malabares con mis sensaciones.
Entonces, apareció el momento. Parecía algo superfluo y al asemejarse tanto a la nada, esa «nada» se convirtió en otro de mis huecos oscuros. El más ennegrecido. Destacó. La oveja negra, le nombraron los otros agujeros. Porque pensé que lo había perdido todo. Reflexioné innumerables veces: estoy sangrando. He perdido tanto que me estoy recreando en los recovecos de mi misma. Y sé que acabaré, para volver a empezar, sonriendo sin hipocresías. Seré un océano cristalino. Mientras tanto, miento.
Actualmente he autopublicado ocho obras literarias, que las puedes encontrar en la sección Mis libros.
La noticia es que hoy he sacado, por fin, la tercera y última parte de la trilogía Aurora y me paso por aquí para puntualizar varios detalles respecto a esta historia.
En primer lugar, la trilogía Aurora se divide en tres partes: Café Frío, Otoño Nevado y Alma Gélida. La novela se puede interpretar de dos formas: como una historia simple de desgracias o como una serie de acontecimientos que unidos forman la desgracia principal. Sea analizada desde una perspectiva o de otra, me quedo con la segunda interpretación, pues es más profunda y ahonda en el mensaje que quiero transmitir: el vacío existencial y cómo sobrellevarlo hacia lo más profundo de un ser, en este caso, de la protagonista.
En segundo lugar, me centraré en cada parte. Preciso que en esta obra podría haber juntado cada breve historia en una sola, pero preferí dejar la esencia de cuando la escribí, que fue en mi adolescencia.
Café Frío es el inicio de la desgracia de Aurora donde el conflicto se centra en el problema interno de la protagonista.
En Otoño Nevadohay una dualidad entre realidad-ficción.
Y, finalmente, en Alma Gélida se puede llegar a comprender a Aurora.
En tercer lugar, me cuestiono cuál fue mi objetivo con esta novela. Pues experimentar. Es decir, me inicié en este viaje cuando tenía quince años, el auge de las crisis existenciales. Lo único que necesitaba por aquellos tiempos era probar cómo sería escribir una novela de este calibre tan insignificante. Así que me lancé y ahí está el resultado.
En cuarto lugar, debo aclarar que voy a reescribir esta novela dividida en tres narraciones para unificarla en una sola, donde editaré, matizaré, borraré, corregiré, entre otras acciones, para darle un toque más profesional, pues cabe recordar que al publicarla la dejé tal y como la escribí cuando era más niña porque no quería que perdiera la esencia. Aunque también soy muy consciente que tiene errores de bulto, porque me dediqué a dejar plasmado el arte que saqué de mi ser interno en un pasado.
Y, finalmente, quiero decir que no estoy nada preocupada, al contrario, me gusta que el resultado final no sea del todo el final, porque, como dije, aún queda editarla otra vez. Debo destacar que la novela en tres partes, es decir, la actual, seguirá estando así, sin unificar, simultaneamente también estará la novela editada. Es decir, habrá los dos formatos.
En resumen, he hecho esta breve explicación para evitar confusión y para informar de que la trilogía ya está terminada, donde intento cerrar una etapa. ¡Así que ya la puedes leer!
Comunicar, comunicarse, comunicarme con mi ser interno. Siempre, mediante las palabras, a través de la escritura creativa. ¿Llega el mensaje? Mi mensaje, quiero decir, la señal. ¿Cuál? Está ahí parpadeando. La chispa fundiéndose. ¿Sabes qué? Que hace tiempo atrás, días quizás, me comí las heridas, muriendo en los parques. Los sucesos se han deshecho enteros.
Volviendo, regreso al viento que es de otro color, otro tiempo. Matices y cicatrices. Quiéreme. Y quiero, cuando me observo en el espejo, no querer sino quererme. Y punto, y seguido. O puntos suspensivos. Pasa, ¿Sabes? Pasa mucho que la vida se pasa de moda. Y yo soy una chatarra antigua. Soy chiquilla chamuscada, atrasada, como de las épocas viejas. Soy la ambigüedad personificada. La rotura al borde del corazón. Descosida voy, e incomunicada conmigo, pues sucede que sigo sin saber quien soy. A veces me digo que escribo y yo al escribirme me convierto en escritora. Un instante, dos. Hay tantas facetas como días distintos. Vaya desconcierto.
Y cuestiono, así, en el aire: ¿ Te comunicas? Yo lo estoy haciendo. ¿El problema? Que soy arma y víctima, que hay un muro alto y espeso entre el yo y mi yo-poético. Entre alma y espejo. Cierto reflejo, me hablas, pero hay interferencias. Las pongo yo, quemándome, rompiendo el juego comunicativo. Quebrando el hilo telefónico, mordiendo el verbo, haciéndome la sorda.
En realidad oigo, pero no me escucho. Comunicarse con uno mismo, ¿Eso qué es? ¿Se siente?
Sí, y me paso por aquí para comunicarte que a raíz de que hace tres días se me murió la batería del móvil, he abierto esta sección, que puede ser muy interesante.
Estoy casi incomunicada, sí. Están siendo unos días de aprender a vivir sin redes sociales y sin música. Sobrevivo, de momento.
Nada, comentarte que esto va a ser un poco de feedback entre tú y yo, entre lector/a y escritora. La verdad es que se me acaba de ocurrir ahora. Mi idea es ir publicando, eso sí, de cara a los domingos. Así que si quieres saber un poco más de mi vida personal… Ya sabes.
Volviendo al tema, no, no hay nadie. Bueno, sí, solo estoy yo conmigo, pero está yendo bien, supongo. Escribo, ahora, aquí, para contentarme un poco y sacar el dolor y sanar las heridas que ya van cicatrizando.
Me estoy haciendo a la idea de que la idea ya no es una idea, una ilusión dentro de una burbuja, sino que es la realidad.
Odio que me pregunten cómo estoy, porque siempre mi respuesta será «Bien» aunque esté muriéndome por dentro. Es triste, pero es mi realidad. No sé, imagínate que estás intentando desconectar, sentada en una cafetería mientras lees lo que sea que te apetezca leer y, de repente, aparece tu amiga y te cuestiona cómo estás. Has tenido no un día sino un mes de mierda, ¿Crees que lo que te aptece es contar qué te sucede y porqué?
Lo último que quiero es martirizarme más. No quiero relamerme las heridas abiertas, no quiero indagar en mi ser, no quiero morir otra vez, no quiero tener que expresar, no quiero sacar todo lo que me hunde y me hace mal. No quiero porque me doy asco por dentro. Porque le tengo miedo a mis miedos, a mis defectos.
Si eso, ya lo escribiré. Porque soy así. Cuando estoy triste, escribo. Y si leo aquello narrado, aquel sentimiento que bombardea dentro, será por casualidad. Aquel acto regular, tan común, quizás, lo cotidiano de una escritora, lo habitual, en mi caso, nunca lo es.
Soy rara, soy única, soy la excepción. Me salgo de la norma, de la etiqueta «normal». Lo sé. Y ya lo asumí. Sí, lo acabo de asumir hace treinta segundos atrás. De hecho, lo vuelvo a asumir. Justo ahora soy consciente de que no soy, de que vivo muerta, de que seguirá siendo así y de que volveré a toparme con la tristeza muchísimas veces más. No soy consciente de que soy consciente y, aún así, vivo consciente.
Así que, bueno, si te preguntabas qué me sucede, pues te lo digo ahora. Me pasa de todo. Cualquier suceso o sentimiento que puedas imaginar, incluso llegar a experimentar, eso me pasa. Y pasa que el día y la vida y el mes y el año se pasa. Y pasan tanto y tan rápido que ya he muerto otra vez.
¿Comprendes? El eco de mis palabras que provienen de mi interior van resonando. A veces, esas palabras que, al final, acaban siendo acciones, tocan canciones graves y tristes, agudas y amargas, breves y alegres. La mayoría son llenas de melancolía. Regresando al pasado, del recuerdo, soy la nostalgia personificada. Si vivo en gerundio es porque me obligo a ser el presente andante.
¿O somos traidores de almas? ¿Quiénes somos realmente?
Seguramente aquellos seres expertos en ir destruyendo mentes, y corazones. Es nuestro arte innato ir rompiendo, ir deshaciendo, y así sin parar. Para, bueno, seguir desencajando las piezas de otros (también seres humanos, o no) y las de nosotros mismos. Es lo único que sabemos hacer: sentirnos extrañamente cómodos en el desastre, en el caos e ir saltando de estallido en estallido. Odiamos, y mucho.
¿Por qué odiamos? ¿Para qué? ¿De dónde nace ese odio tan inmenso?
Por mala suerte, surge de nuestro ser interno, de aquello que no aceptamos, del acto de desamarnos, del hecho de no querernos.
A causa de los latidos que jamás palpitaron, que no brillaron, de esa llama ya apagada nace nuestro llanto -silencioso o desgarrador-.
Y es muy desolador, ¿No? ¿Porque no aprenrdemos a observar, a escuchar, a aceptar y a brillar con otros en vez de contra ellos? Al final, amamos porque aceptamos tal y como son los ajenos y porque nos estamos apreciando, es decir, queremos nuestro arte, nuestro dolor, así, en su espléndida esencia.
Ojalá dejar de ser pobre de corazón. Carecemos de amor, es verdad, ¿Pero por qué no intentamos accionarnos desde el cariño, desde el aprecio?
Sacar la depresión que está incrustrada, enganchada, e ir brindando amaneceres. Así el mundo sería un lugar más bonito, aunque sigan habitando desgracias. Así los humanos seríamos más humanos y menos autómatas.
Los girasoles ciegos de Alberto Méndez está formado por cuatro historias, entrelazadas entre sí, que narran distintas situaciones de testigos que vivieron durante la Guerra Civil (1936 – 1939) y la posguerra. Estas confesiones desembocan a un mismo lugar: la derrota, es decir, la muerte.
La novela se divide en cuatro historias. En la primera narración se relata como Carlos Alegría, un hombre rendido ante el enemigo, se entrega como prisionero porque dice que el Comité de Defensa de Madrid se rendirá al siguiente día o en los dos próximos. Así pues, es condenado a muerte por ser un «traidor militar».
La segunda historia es una confesión a través de un manuscrito encontrado por el narrador, quien es testigo de todas esas verdades. El cuaderno, que contiene veintiséis páginas, trata sobre cómo acaba viviendo una familia que intentó exiliarse.
En la tercera historia, el protagonista es Juan Senra, quien parece que va sobreviviendo en la segunda galería, porque conoció al coronel Miguel Eymar y va contando a su madre cómo era. Aunque miente continuamente, es decir, se inventa relatos llenos de mentiras. La segunda galería era donde esperaban aquellos que iban a ser condenados a muerte.
En la cuarta derrota, se explica desde tres perspectivas la vida de Lorenzo, un niño, y su familia. Su madre, Elena, vive una doble vida, ocultando a su marido Ricardo Mazo dentro de un armario.
En resumen, es una obra literaria donde hay distintas perspectivas de ver y afrontar la muerte, aunque todos los destinos de las cuatro historias van al mismo lugar. Los protagonistas acaban derrotados sin querer a causa del contexto tanto social como político y tienen una evolución significativa: van de mal en peor. Los personajes secundarios son tan necesarios como los principales, pues sirven para comprender los sucesos de la historia de la trama. Van de la miseria a la desgracia, a la muerte real ya que durante la existencia vivieron muertos. Así que, sintieron varias veces la muerte, bailando con su humor tan irónico. Se convirtieron en un sufrimiento continuo, que fueron un vacío eterno, con todos sus huecos definidos.
Sí, porque invento historias, buceando entre las nubes grisáceas de mi corazón, cuyo va bombardeando hechizos rotos. Porque vivo más en mi mundo imaginario que en el mundo terrenal. Ya no toco de pies al suelo, vuelo, vuelo. O nado entre las olas coléricas de mi mente. Y me gusta serlo. Adoro mi caos. Es algo que lo llevo en la sangre. ¿Contagiaré el arte? ¿Contagiaré mi arte? ¿Acaso inspiro? Me deleito entre las letras, levito gracias a la literatura ya sea de otros, o mía. Es cierto que últimamente he dejado de escribir(me). Quizás es que estoy en otra fase lunar. Ya no sé si las flores se marchitan o provocan mi deterioro. Solo siento y voy haciendo.
¿Y tú eres creativo/a?
Si puedes inventar, crear, creer y florecer y a la vez marchitarte. Si puedes cantar, bailar, escribir y volar. Ser pájaro enjaulado y, luego, en tu propio arte, sumergirte en una oscuridad profunda e intensa, entonces sí. Lo eres.
Hoy es uno de estos días sin el arte enganchado en mi paleta de tonalidades negras. Mi corazón. Es cierto que escribo, que dejo moverme sobre la nada. Hoy estoy fluyendo porque estoy agotada. Mis días cada vez son más pesados y debo hacer tantas tareas… Pendientes y precipicios. Una agenda con mil anotaciones para, luego, acabar deshaciéndome en la cama. Durmiendo, soñando. Al fin y al cabo, lo que más necesito actualmente son ensoñaciones para sostener mis recuerdos y mi ser. Mi sed, mis ansias, mis ganas de vivir la vida.
Diari d’hivern dePaul Auster es un diario, más concretamente, su biografía narrada por él mismo desde que era niño hasta sus sesenta y tres años, edad que cumplía justo al terminar de escribir su vida, en el 2011.
El diario de Paul Auster es un libro sin capítulos ni fechas. Solo indica datos, como la fecha precisa, su edad y el lugar, en el principio de cada acontecimiento. Y trata sobre anécdotas de su infancia, accidentes curiosos, de su niñez, de su adolescencia, de cuando se marchó de casa y de lo poco sedentario que fue. Narra tanto sus desamores como sus amores y también explica cómo fluyó el amor de su vida: su mujer.
A posteriori, cuenta sus experiencias de los cuarenta y seis años hasta su actualidad, es decir, los sucesos con su mujer y sus hijos y su trabajo profesionalizado: escribir.
Continúa, su narración autobiográfica, con un autoanálisis. Antes, durante y después de su cumpleaños, a sus sesenta y cuatro, cuando se cuestiona quién es. Recuerda a su madre, fallecida desde ya hacía nueve años atrás, justamente aquella conversación que tuvo con ella en mayo del 2002. Aquella donde sintió que ella era feliz. Y, luego, la caída en picado, pues su queridísima madre falleció en su cama al cabo de dos días. Entonces, Auster se convirtió en un «bloque de madera», porque no sentía nada. Solo horror. Se enganchó al dolor.
En resumen, Paul Auster ha entrado en el invierno de su vida, tal y como dice él, porque Diari d’hivern es un libro lleno de reflexiones sobre el hecho de existir, de sensaciones y sentimientos, de descripciones introspectivas de uno mismo. Es un libro lleno de literalidad y de metáforas que va escopeteando sin querer donde va acertando en el punto de mira, es decir, dando golpes suaves en el corazón.
Diari d’hiverndePaul Auster es un diario, más concretamente, su biografía narrada por él mismo desde que era niño hasta sus sesenta y tres años, edad que cumplía justo al terminar de escribir su vida, en el 2011.
El diario de Paul Auster es un libro sin capítulos ni fechas. Solo indica datos, como la fecha precisa, su edad y el lugar, en el principio de cada acontecimiento. Y trata sobre anécdotas de su infancia, accidentes curiosos, de su niñez, de su adolescencia, de cuando se marchó de casa y de lo poco sedentario que fue. Narra tanto sus desamores como sus amores y también explica cómo fluyó el amor de su vida: su mujer.
A posteriori, cuenta sus experiencias de los cuarenta y seis años hasta su actualidad, es decir, los sucesos con su mujer y sus hijos y su trabajo profesionalizado: escribir.
Continúa, su narración autobiográfica, con un autoanálisis. Antes, durante y después de su cumpleaños, a sus sesenta y cuatro, cuando se cuestiona quién es. Recuerda a su madre, fallecida desde ya hacía nueve años atrás, justamente aquella conversación que tuvo con ella en mayo del 2002. Aquella donde sintió que ella era feliz. Y, luego, la caída en picado, pues su queridísima madre falleció en su cama al cabo de dos días. Entonces, Auster se convirtió en un «bloque de madera», porque no sentía nada. Solo horror. Se enganchó al dolor.
En resumen, Paul Auster ha entrado en el invierno de su vida, tal y como dice él, porque Diari d’hivern es un libro lleno de reflexiones sobre el hecho de existir, de sensaciones y sentimientos, de descripciones introspectivas de uno mismo. Es un libro lleno de literalidad y de metáforas que va escopeteando sin querer donde va acertando en el punto de mira, es decir, dando golpes suaves en el corazón.
Para empezar, un esqueleto, en el ámbito de la escritura, es la estructura que tiene una novela, es decir, la forma interna de cómo está construida la historia.
El objetivo del esqueleto, o también denominado como escaleta en el terreno cinematográfico, consiste en tener una organización previa lógica y coherente sobre lo que se escribirá a posteriori. Sirve, principalmente, para planificar la forma de la novela. Pero, ¿Cómo se hace un esqueleto o una escaleta? O, mejor dicho, ¿Cómo la creo yo?
Pues, en mi caso, para el acto previo a escribir, utilizo una libreta. Una vez con la libreta ya abierta, un bolígrafo y mi idea ya desarrollada, sigo desencajando las piezas -de esa breve idea-, incluso las recorto, las elimino o las prolongo unos días más, para después hacerlas bailar en el papel. Pero antes viene el proceso de planificar, quiero decir, de preparar los capítulos.
Mi estrategia es la siguiente:
Escribo el número del capítulo al inicio de la hoja del lateral izquierdo de la libreta.
Al lado de donde he escrito Cap. Idefino brevemente de qué irá el capítulo. También anoto alguna idea de forma breve, incluso pongo el personaje que quiero que presida el capítulo.
Divido en tres partes la estructura narrativa: en la primera parte, abro el capítulo, lo que es la introducción; en la segunda parte, que es la continuación, desarrollo el capítulo, y en la tercera parte, intento cerrar el hilo del capítulo o lo dejo abierto dependiendo de mi estado anímico y de mis preferencias respecto a la trama de la novela.
Lo realmente divertido de planificar la novela es que dentro del orden habita un caos inmenso. Es interesante y curioso. A parte, entre las frases y las palabras, se va creando, sin querer, el arte. Al menos para mí.
Mi consejo es que te dejes llevar por la idea surgida y que, luego, la vayas moldeando sin que pierda la esencia principal. Para ello es necesario perderse muchas veces y dar en el clavo justo en el momento más esclarecedor que, probablemente, sea cuando estés más ofuscado.
El otro consejo que te puedo ofrecer es que no te limites, que te dejes llevar tanto en tu forma de crear como con tus herramientas (libreta, bolígrafos, espacio y forma de escritura, etc.) Y que experimentes. Me refiero a que si siempre escribes a mano y en un mismo lugar como, por ejemplo, en tu despacho, cambies un poco de aires y de métodos. Sal a pasear y ve a donde te lleve tu corazón que de ahí pueden surgir procesos hermosos. En vez de escribir a mano, escribe en el móvil o desde el portátil. O al revés. Yo, por ejemplo, muchas veces voy a una de mis cafeterías preferidas donde escribo y me dejo fluir. Pero hay momentos que voy a la biblioteca o si hace buen tiempo me quedo en un parque. Todo depende del estado emocional de cada uno. Inténtalo, ganarás más que perderás.
En definitiva, a veces la escritura nos sorprende a nosotros mismos de lo que puede surgir de ahí, así que como último consejo: vive, siente, desordena tus emociones, escribe, transmite y vuelve a vivir. En bucle.
Hola ojazos, me estoy enamorando otra vez en gerundio y de la vida, de ti. Soy feliz, me ves sonriendo como una perdiz. El dolor se va, Hey, ¿Cuántos colores hay en un enamoramiento? Amor inalcanzable, es imposible lo nuestro, lo que corre por encima de una cuerda que no afloja, que se estira cada vez más. Quiéreme y, por encima de todo, bien.
El eco de mis pensamientos suena en la oscuridad de la noche. Atardeceres negros, pero llenos de estrellas. Son ellas, llenas de luz en su mirada, y en el corazón. Dos instintos, un café y la sonrisa ladeada. Dejarme estallar. Bombardearte a preguntas inéditas, las que jamás irán más allá del umbral de mi boca. Un mar de dudas abunda en mis ojos. Tempestad y dolor. Los colores están deshaciéndose con el agua que reside en mis pestañas que se marchan en un velero y me dejan en la deriva, ahogándome en mi propia herida. Si hablo de cicatrices me recreo en estas. Me destruyen. Me gusta torturarme a corazonadas que rebosan la nada. Aún así, toc toc, ¿Hay alguien ahí? Porque creo ser feliz.
Bonito día se quedó, será que es martes. Y un amanecer del otro viernes. ¿Vienes? ¿Nos echamos el café por encima? Que estoy cansada de tanta vida. Quiero quemarme y salir a surfear entre las nubes. Los inicios de semana van cuesta arriba, y suman días. Justamente hoy soy libre. Me estoy comiendo el final feliz porque lo construyo de suspiro en suspiro y tiro porque agarro el dado y me lo como a bocados. Soy alas, viento y la bruma espesa del cielo de ayer. La lluvia ya sube en vez de bajar. Y joder, qué bien se siente tocar de pies al suelo, sin arrasarlo y con instintos de saber que estoy pintando mi libreta, aquella negra, desgastada y con la goma floja (que afloja), llenándola de semillas. Siento que crecerán, que florecerán. Tiempo atrás morí y otro golpe suicida ya no habrá. Seré mi propia flor, algún día. Lo sé. Después de tantas lágrimas con llamadas de emergencia ahogadas en silencios y mucha sequía, llegué. Me encontré, me derrumbé y, ahora, estoy tirándome pétalos hacia mi ser. Se le dice: queriéndome.
Créeme cuando digo que la vida no es más bonita sin ti, tampoco sin mí. No pretendas que me ponga a llorar, a estallar, porque sí. No es así. Hay formas de ser y maneras de vivir (en paz y con chispazos de locura).
Quiero, París, verte con otra mirada, observarte, deletrearte con la lengua y a placeres. Los momentos, espontáneos, son los mejores. Y las risas a tu lado también. Porque no hay mejor que ser humana, caótica y sonreírle al viaje que me espera; un futuro lleno de rosas florecidas, compartidas y aún por vivir, será algo -aquello- mágico.
Voy lenta escribiendo o, mejor dicho, no escribo. Porque no hay momentos de sentir, de vivir y fluir entre palabras. Se me escapan las ideas evadiéndose de mi ser. Es frustrante. Ya no conecto ni conmigo misma. Tengo proyectos que son sueños. Me encantaría hacerlos realidad, como mínimo, surfear por el camino y volar.
Te irás con ella, y lo sé -lo presiento-. De hecho me lo dijiste al iniciar nuestra embarcación que ha acabado siendo un naufragio. Y a mí me va a doler, luego floreceré… De tanto llorar, claro. Pero será duro. Tú nunca me has querido, simplemente he sido tu experimento. Tu refugio. Has creado alrededor tuyo un caparazón tan grande, protegiéndote, que al final ha acabado rompiéndose, llenándonos a los dos de tristeza. Siéntelo, porque lo estás sintiendo. La estás amando y todavía lo haces. Sin un pasado cerrado, no podrás forjar tu futuro y, mucho menos, conmigo. Es que ya no somos. Ni seremos. Sé que estás en un caos, pero os pertenecéis. Y no, no me digas que no va a pasar, que todo seguirá igual. Porque es un bucle que hasta que no os veáis no se va a arreglar. A mí me dejarás más rota, y loca, de lo que ya estaba. Y tarde o temprano, te darás cuenta que perdiste al amor de tu vida y que necesitas recuperarlo. Que sí, que yo fui un tesoro. Pero, cariño mío -porque siempre lo serás- no soy un objeto de usar y tirar. No lo soy. Me merezco algo mucho mejor; estable, duradero, bonito y real.
Además, se necesita una plataforma donde poder publicar como, por ejemplo, WordPress. Hay unas cuantas, pero os recomiendo WordPress. ¿Por qué? Porque es sencillo y se adapta a cada usuario dependiendo de qué estilo de página web queráis crear.
ANTES DE LA PÁGINA WEB
Antes de crear la página web tenemos que tener en cuenta dos factores:
Si la escritura es nuestra pasión y, como consecuencia positiva, escribimos casi cada día. Es decir, si tenemos el hábito de escribir.
Si leemos con frecuencia.
Claro que cualquier persona se puede crear un blog, pero si vamos a crearlo sobre escritura es importante tener esos dos factores a favor. Más que nada porque será más fácil.
PASOS PARA CREAR UNA PÁGINA WEB
Darse de alta en una plataforma. Como ejemplo pondré wordpress.com.
Escoger un dominio. En primer lugar, hay que ser creativos y el dominio que escogéis tiene que identificarse con lo que publicaréis, sino no tiene ningún sentido.
Elegir un plan. Para empezar os recomiendo el gratuito. Si a largo plazo aumentáis el tráfico y los seguidores, replantearos cosas.
Utilizar un tema. Cualquiera, no es necesario usar uno específico. Eso sí, utilizad uno con el que os sintáis cómodos.
Y AHORA QUE YA CREÉ LA PÁGINA WEB, ¿QUÉ?
Pues toca pensar cómo queréis organizar vuestras páginas y entradas.
Para empezar, con tres páginas es suficiente:
Página 1: presentación.
Aquí os presentáis. Explicáis quienes sois, de dónde venís y cuál es vuestro objetivo con el blog.
Página 2: entradas.
Esta sería la página estática donde publicáis equis veces a la semana vuestros posts. Si habéis decidido escribir cuentos, porque así será la temática de vuestro proyecto, pues irán saliendo en la página estática, por ejemplo, cada lunes y miércoles a las 15 h de la tarde.
Página 3: contacto.
Es interesante que los lectores se puedan poner en contacto con vosotros vía e-mail o mediante un formulario de contacto.
PUNTOS IMPORTANTES
La organización
Es muy importante tener un orden y organizaros ya sea mediante una agenda, Google Calendar…
¿Cómo me organizo yo?
Utilizo Google Calendar, donde en él tengo distintos calendarios: mi calendario personal, el calendario de perezitablog y otros calendarios. Dentro de cada calendario lo tengo dividido en distintas categorias.
Categorias de mi calendario personal
Me sirve para organizar mi tiempo y saber qué tareas debo hacer y en qué momento. Por ejemplo, si cada lunes, miércoles y viernes publico un post a las 20 h de la noche, tengo que preparalo con antelación. Por eso, me programo un recordatorio que cada lunes, miércoles y viernes publico un post y, además, me programo cuándo tengo que escribirlo. En mis momentos libres, me pongo a ello y para eso necesito:
Una idea.
Desarrollar la idea, es decir, escribir un pequeño esquema o esbozo.
Escribir el post.
Editarlo y poner los detalles (fotografías, links, vídeos…).
Programarlo.
Como comprenderéis, hay un trabajo de campo antes de que el post salga publicado.
La perseverancia, el esfuerzo y la ilusión
Son muy importantes para tirar hacia delante un blog. Sin ello sería imposible. Si no hay constancia, ni esfuerzo y se pierde la ilusión, el blog irá a pique.
¿Por qué tengo un blog?
Porque me apasiona la literatura. Me gusta todo lo que comporta llevar un blog: desde su creación hasta la publicación de cada post. Simplemente me interesa y, con eso, ya he ganado mucho.
Así que si decidís crearos un blog, hacedlo porque hay una ilusión detrás.
Ser vosotros mismos
Esto es lo que dará un toque personalizado a vuestro proyecto. Si sois creativos, bohemios, minimalistas… eso se reflejará. Es decir, dependiendo de vuestro carácter, de vuestra forma de ser, le daréis un toque u otro a la página web. También dependerá, obviamente, de la temática dentro de la escritura. Si escribiréis post diarios sobre sentimientos y emociones, si escribiréis de algo más genérico u os centraréis en aquello específico.
No rendirse. Muchas veces se empieza con muchas ganas y fuerza y acaba siendo un desastre. «Arrancada de caballo y frenado de burro», que se dice, ¿No? Hay que ir paso a paso, con objetivos claros y metas a corto plazo y sin desistir. Porque el primer año será duro ya sea por falta de lectores, porque no se os apoya lo suficiente… Lo que sea. Pero con el tiempo, esa frustración irá disminuyendo. Porque si uno quiere, uno puede.
Para ser un escritor productivo no hay que escribir todo el día durante toda la semana sino que se trata de escribir en un horario establecido y aprovechando el tiempo.
Es cierto que el acto de escribir es impredecible y caótico. No siempre se escribe a la misma hora, en el mismo sitio y de la misma forma. Aún así, es importante tener en cuenta distintos puntos importantes que os explicaré a continuación.
PUNTOS IMPORTANTES
Ponerse fechas y horarios
Es muy importante tener fechas límite para zanjar los temas pendientes. Pero para ello, antes de todo nos organizaremos nuestro día preguntándonos, por ejemplo, ¿Cuántas horas dedico al día a escribir? A partir de ahí, planificaremos nuestro día. Si dedicáis dos horas pues se trata de poneros dos horas al día a escribir.
Es cierto que hay días que seréis menos productivos y escribiréis media hora, luego cuarenta y cinco minutos y por la noche os dedicaréis a escribir mucho o, simplemente, no escribiréis aboslutamente nada. También está bien. Hay que ser flexibles y adaptarnos a nosotros mismos. Porque no somos relojes, no somos. máquinas Deberíamos aprender a adaptarnos a las circunstancias.
Asímismo, tener una agenda ya sea en digital o en papel es una buena herramienta para organizarse, ponerse fechas y objetivos e ir aprovechando vuestro tiempo. Os recomiendo el método Bullet Journal.
Crear un espacio para escribir es esencial para poder escribir con comodidad y relajados. En mi caso, escribo en el escritorio de mi habitación. Aún así, busco rincones por la ciudad para poder expresarme mediante palabras. Por ejemplo, en un parque, en una cafetería de confianza…
No siempre me expreso de la misma manera y en el mismo lugar, porque no siempre estoy iugal anímicamente. A veces necesito salir a pasear y despejarme o simplemente ponerme a leer e inspirarme.
Antes del Covid-19, recuerdo que iba al Viena y me ponía en un rincón donde veía pasar la gente por la calle mientras podía liberarme escribiendo. Era mi lugar favorito porque era un sitio donde se sentaban pocas personas, donde desconectaba y conectaba conmigo misma. Aún así, estando rodeada de humanos, me sentía bien, cómoda. Y era muy reconfortante, era mi momento.
Esto es lo peor ya que con la escritura no funciona. Hacer muchas tareas a la vez es como no hacer nada, no aprovechar el tiempo e ir posponiendo.
Debemos centrarnos en una sola tarea, ponernos obetivos a corto plazo y tareas diarias acorde con esas metas. Así, gracias a ello, conseguiremos no querer hacerlo todo al mismo tiempo.
Podemos hacer distintas tareas a lo largo del día como, por ejemplo, escribir, inspirarnos, corregir faltas ortográficas, reeditar… Lo que sea, pero siempre una tarea detrás de otra. Sino nunca seremos productivos.
Anotar ideas
Para poder escribir, es fundamental anotar todo aquello que se nos pasa por la cabeza para luego darle fomra a la idea y desarrollarla. Para ello, si llevamos con nosotros una libreta pequeña o con el mismo móvil, se nos hará más fácil luego escribir porque ya tendremos una idea.
A veces no sé ni qué escribo. Otras, me leo un libro. Qué pesadez y cuanta sutileza en las palabras. Cuanta delicadeza. Créeme, siénteme, miénteme. Cuando me digas que me amas y me estés queriendo.
Mi experiencia con la escritura es de amor y odio, un tira y afloja constante. Porque hay épocas en las que escribo sin detenerme y, otras, en las que simplemente no escribo nada. Para empezar a escribir no se necesita nada más que una idea y algo para poder escribir (un ordenador, un móvil o una libreta y un bolígrafo).
LA CREATIVIDAD
El proceso creativo consiste en tener una idea, que surge de la inspiración, y luego se trata de plasmarla al papel. La inspiración es muy subjetiva así que cada uno se inspira de lo que le surja en momentos espontáneos.
En mi caso, me inspiro gracias a la música o cuando paseo y observo a las personas imaginándome sus vidas, por ejemplo. O cuando me invento historias dentro de edificios. Por eso mismo, si somos artistas (escritores, pintores, músicos…) es muy importante llevar siempre con nosotros una libreta o, como mínimo, algo para poder apuntar nuestras ideas y así no olvidarnos. Es importante que no se nos escape nada.
ANTES DE PONERNOS A ESCRIBIR
Para plasmar las ideas al papel primero hay que hacer un trabajo de campo: buscar en el interior de uno mismo u observar el exterior.
¿Por qué digo esto?
Porque de ahí surgirá la inspiración y con ella la idea. Es muy complicado abrir una página en blanco y no tener nada que decir. Pero, si tenemos visión y perspectiva -vemos las cosas desde distintos ángulos- será más fácil escribir. Y más nosotros, los seres humanos, que siempre queremos decir algo. Lo que sea.
Además, si somos sensibles y, si no es el caso, simplemente se trata de hacernos una introspección exhaustiva, podemos sacar de dentro aquello que sentimos: nuestros sentimientos y emociones-. Aunque por naturaleza las personas tendemos a serlo.
EL PROCESO
Antes
Para iniciarnos a escribir, como he dicho anteriormente, hay que observar aquello externo e interno. Y mucho.
También hay que comer sabiduría, pero disfrutándola.
¿A qué me refiero con «comer sabiduría«?
Pues que hay que leer, ver películas, charlar… Hay que aprender pero disfrutando de lo que se está aprendiendo. Y no hablo de ponerse a estudiar, a hincar codos como burros, sino a empaparse del mundo. Y cuanto más se empapa uno, más tiene que contar, que escribir. ¡Así que, hay que vivir!
El acto: escribir
Para comenzar a escribir hay que vomitarlo todo. Sin miedo, sin pausa. Lo que salga es lo que tenemos dentro y eso ya está bien. Luego ya veremos que se hace con aquello escrito, ya sea una frase, un texto… Porque el acto -escribir- se trata de expresarnos, de sacar los miedos, las angustias, los dolores, los recuerdos… En definitiva: sacar los sentimientos de nuestro corazón hacia fuera.
HERRAMIENTAS
Aún así, hay herramientas para iniciarnos en este arte caóticamente hermoso. Ejercicios que nos pueden ayudar. A continuación os dejo algunos:
Una palabra: consiste en escoger una palabra de cualquier sitio. Por ejemplo, si en este instante estáis escuchando música (os he linkeado una lista de Spotify para fomentar la creatividad) pues elegid la primera palabra del título de la canción y a partir de ahí, escribid. Si la canción se llama Conexión pues comenzad escribiendo vuestro texto por Conexión.
Los sueños: si sois buenos recordando aquello que habéis soñado, una buena forma de romper el miedo es relatando aquello soñado. Una alternativa es empezar con la primera escena del sueño y luego ya inventarse la continuación de la narración.
Frase al azar: si no se os ocurre cómo empezar un relato, simplemente abrid un libro o buscad una frase de alguna película que os inspire, la copiáis y a partir de ahí seguís vuestro texto.
Un diario personal: escribir nuestro día a día. Para inicarse en este mundo, sólo se trata de escribir sobre nuestras experiencas personales tal y cómo son, es decir, escribirlo literalmente. Se puede hacer con una libreta a mano o des del ordenador: abrís un documento de Word o de Google Drive y comenzáis. Ponéis la fecha en la que estáis y os desahogáis.
CONCLUSIÓN
Hay infinidad de ejercicios para comenzar a escribir y me podría pasar un día entero explicándolos. Os he puesto los que en su momento utilicé y me funcionaron. Porque hay que recordar que cada cosa tiene su proceso, su forma de ser y de madurar.
Para mí escribir es sanar el alma, comprenderme y vivir entre palabras.
Mis inicios
Me inicié en este mundo escribiendo diarios personales donde expresaba todo aquello que pasaba por mi cabeza. Por aquella época tenía nueve años y es interesante cuando los hojeo porque se puede ver la evolución que hice y que sigo haciendo. Porque en la escritura siempre hay evolución y transformación -del alma-.
Mi trayectoria
Luego pasé a Instagram, una cuenta que ya no tengo, donde escribía historias. En cada fotografía colgada (post) subía un capítulo y así hasta que se me quedó pequeño y descubrí Wattpad, una plataforma, por aquel entonces gratuita, donde se podían subir manuscritos. Estuve unos cuantos años hasta que me planteé hacerme un blog -este que tengo actualmente- para publicar breves escritos que, a lo largo de los años, ha ido evolucionando y cogiendo forma. Seguidamente se me instaló a la cabeza la idea de autopublicar y así poder monetizar mi pasatiempo. Entonces empecé a publicar en Amazon. Tengo publicados un total de cinco eBooks.
Actualmente siento que si hubiese tenido la experiencia que tengo ahora, hubiese hecho las cosas de otra forma, con otra visión. Aunque es cierto que gracias a todo lo que he aprendido llevo una mochila llena de vivencias dentro de este mundo. Y me gusta.
Herramientas y tips para escribir
Si te gusta escribir, tienes historias escritas pero no te has atrevido a publicar, a continuación te dejo una serie de consejos para empezar a rodar.
En primer lugar, empieza en Instagram o créate un blog y/o página web. WordPress es un buen sitio, porque son los dos en uno (blog y página web), es gratuito y tiene muchas herramientas fáciles de comprender y útiles. Luego, investiga y muévete por este mundo. Es decir, navega. No te quedes ahí parado. Compara y avalua, sé crítico y llega a conclusiones. Y bueno, acuérdate de apuntarte aquello que crees interesante y ves importante.
Es bueno empezar publicando breves textos, historias, cuentos o lo que se te ocurra que quieras escribir, para que vayas cogiendo confianza y ampliando tu red. Me refiero a que no te autopubliques si aún nadie te conoce o no tienes unos seguidores fieles. Porque está bien tener muchos pero lo importante es que sean fieles. Sino, ¿Qué sentido tiene?
Lo otro ya vendrá solo.
En segundo lugar, después de haberte introducido en este arte, sigue escribiendo y leyendo. Mucho. En cualquier momento y constantemente. Así es como uno avanza, progresa y se desarrolla. Como uno cambia. Porque, sé sincero, a lo largo de la vida cambiamos ya sea para bien o para mal. Sería un acierto si siempre mejorásemos, pero también sería una mentira.
En tercer lugar, arriesga. Vas a ganar siempre: del error se aprende y del logro también. Porque muchas veces, por no decir todas, te equivocarás. Y no sólo en este ámbito sino en otros sectores de tu vida. Acepta el error, rectifícalo y mejora. Así es como uno avanza, como ya dije antes.
Tips
Créate un blog o cuenta de Instagram.
Lee y escribe, y reescribe y borra y vuelve a releer.
Investiga, compara y saca conclusiones.
Arriésgate, en todo. Si quieres hacer algo, hazlo. Si quieres cambiar algo, cámbialo. Si queres probar algo, purébalo.
Acepta los errores.
Sigue escribiendo.
Pide que te critiquen constructivamente (para poder mejorar). Es decir, que te lean ya sean familiares o amigos. Y sino les obligas.
No te rindas. Descansa si lo necesitas, pero no te rindas. Insiste y persiste. Los resultados no son inmediatos.
Y por salud mental voy a dejar de escribirte, de escribirme. De ser naufragio entre tanto mar, de agarrar de frente el dolor y comérselo con pudor. De ser tanto en tan poco tiempo, en milésimas de segundos. Porque me está matando. Siempre he sido caos, pero ahora soy más lío que hilo. Y es cierto que habrá días, incluso noches, donde seré escrita, donde me deletrearás con tu lengua, hasta con tu mirada. Pero he llegado al límite de sentir, ¿Eso es posible? Pues sí, porque he pasado de amar a sufrir. Y, duele.
Estoy mal, no hace falta que preguntes pero gracias. Por tu amabilidad, por tu cordialidad, por tu interés. Ha sido muy descortés y desolador. No me preguntas nunca y, justo esos días, te pica la curiosidad.
Mira niña -o mujer- la vida no funciona así, bueno, no debería. Porque son tres copas de vino con tus colegas o un JM con tus seres más queridos. Que sí, que la vida es un «emborrachémonos», una resaca de medio día y una muerte de mierda, inesperada. Como todos los sucesos que van y vienen consecutivamente. Créeme cuando digo que no quiero, que no me apetece o que, simplemente, no. Y llueve, llueve y llueve. A cántaros y cantando. Que duele; más a mar que a río. Es decir, hacia dentro y en bucle. A tornados y a remolinos sin fin.
Me gustaría regalaros algo, en letras. Que al llegar a aquel objetivo daros, y mucho. Pero la vida no funciona así, salvo la mía. Mi mundo -creativo- va y viene. Llora y ríe. Y la lluvia abunda más que la alegría. Por eso es mejor dejarse fluir, no ir a los tiempos que marca la vida y vivir sin reglas. Dejarse sentir, en estos casos, es la mejor opción.