En mis momentos de grieta,
de cicatriz,
de guerra;
estoy yo conmigo misma.
Y eso es reconfortante,
es paz,
es marea tranquila.
Porque salgo a batallar cada mañana,
y me hundo en la tristeza de la lluvia.
Me ausento con su dolor,
me apago,
como cuando una bombilla se funde
-difuminada-.
Y el escudo se rompe a pedazos sólo al verte,
justo cuando observo tu sonrisa.
Ya no estoy vestida,
me desnudaste el alma.
El bombardeo que tengo ahí dentro, no se calma, se dispara.
Y la bala perdida es encontrada y,
la escopeta,
apunta hacia mi nuca,
que tiene un sudor frío,
que ya no puede
y que ya no va.
-No va-.
Momentos rotos
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