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  • ¿Cómo escribir el esqueleto de una novela?

    Para empezar, un esqueleto, en el ámbito de la escritura, es la estructura que tiene una novela, es decir, la forma interna de cómo está construida la historia.

    El objetivo del esqueleto, o también denominado como escaleta en el terreno cinematográfico, consiste en tener una organización previa lógica y coherente sobre lo que se escribirá a posteriori. Sirve, principalmente, para planificar la forma de la novela. Pero, ¿Cómo se hace un esqueleto o una escaleta? O, mejor dicho, ¿Cómo la creo yo?

    Pues, en mi caso, para el acto previo a escribir, utilizo una libreta. Una vez con la libreta ya abierta, un bolígrafo y mi idea ya desarrollada, sigo desencajando las piezas -de esa breve idea-, incluso las recorto, las elimino o las prolongo unos días más, para después hacerlas bailar en el papel. Pero antes viene el proceso de planificar, quiero decir, de preparar los capítulos.

    Mi estrategia es la siguiente:

    • Escribo el número del capítulo al inicio de la hoja del lateral izquierdo de la libreta.
    • Al lado de donde he escrito Cap. I defino brevemente de qué irá el capítulo. También anoto alguna idea de forma breve, incluso pongo el personaje que quiero que presida el capítulo.
    • Divido en tres partes la estructura narrativa: en la primera parte, abro el capítulo, lo que es la introducción; en la segunda parte, que es la continuación, desarrollo el capítulo, y en la tercera parte, intento cerrar el hilo del capítulo o lo dejo abierto dependiendo de mi estado anímico y de mis preferencias respecto a la trama de la novela.

    Lo realmente divertido de planificar la novela es que dentro del orden habita un caos inmenso. Es interesante y curioso. A parte, entre las frases y las palabras, se va creando, sin querer, el arte. Al menos para mí.

    Mi consejo es que te dejes llevar por la idea surgida y que, luego, la vayas moldeando sin que pierda la esencia principal. Para ello es necesario perderse muchas veces y dar en el clavo justo en el momento más esclarecedor que, probablemente, sea cuando estés más ofuscado.

    El otro consejo que te puedo ofrecer es que no te limites, que te dejes llevar tanto en tu forma de crear como con tus herramientas (libreta, bolígrafos, espacio y forma de escritura, etc.) Y que experimentes. Me refiero a que si siempre escribes a mano y en un mismo lugar como, por ejemplo, en tu despacho, cambies un poco de aires y de métodos. Sal a pasear y ve a donde te lleve tu corazón que de ahí pueden surgir procesos hermosos. En vez de escribir a mano, escribe en el móvil o desde el portátil. O al revés. Yo, por ejemplo, muchas veces voy a una de mis cafeterías preferidas donde escribo y me dejo fluir. Pero hay momentos que voy a la biblioteca o si hace buen tiempo me quedo en un parque. Todo depende del estado emocional de cada uno. Inténtalo, ganarás más que perderás.

    En definitiva, a veces la escritura nos sorprende a nosotros mismos de lo que puede surgir de ahí, así que como último consejo: vive, siente, desordena tus emociones, escribe, transmite y vuelve a vivir. En bucle.

  • Me voy queriendo

    Que lo entienda quien quiera porque estoy cansada de sentir tanto para expresar la nada. Es como hablar con paredes que aún siendo curiosas, por mala suerte, están vacías por dentro. Créeme cuando te digo que los sucesos se me vienen encima. Montañas de palabras se aglomeran en mi corazón. Quiere, Quiere salir, estallar, volar. Lo está haciendo latido a latido. Me siento y descanso. El arte bueno escasea. Los días se van. Se marchan, como yo de mi misma. Estoy floreciendo. Soy otra fuera de mi ser y qué bonito y bien se experimenta. Y qué mal se verbaliza, pero que sencillo es plasmarlo en palabras.
    De mientras me quiero.

  • ¿Cuántos colores hay en un enamoramiento?

    Hola ojazos,
    me estoy enamorando
    otra vez en gerundio
    y de la vida,
    de ti.
    Soy feliz,
    me ves sonriendo como una perdiz.
    El dolor se va,
    Hey, ¿Cuántos colores hay en un enamoramiento?
    Amor inalcanzable,
    es imposible
    lo nuestro,
    lo que corre por encima de una cuerda que no afloja,
    que se estira cada vez más.
    Quiéreme y, por encima de todo,
    bien.

  • Toc, toc, ¿Hay alguien ahí?

    El eco de mis pensamientos suena en la oscuridad de la noche. Atardeceres negros, pero llenos de estrellas. Son ellas, llenas de luz en su mirada, y en el corazón. Dos instintos, un café y la sonrisa ladeada. Dejarme estallar. Bombardearte a preguntas inéditas, las que jamás irán más allá del umbral de mi boca. Un mar de dudas abunda en mis ojos. Tempestad y dolor. Los colores están deshaciéndose con el agua que reside en mis pestañas que se marchan en un velero y me dejan en la deriva, ahogándome en mi propia herida. Si hablo de cicatrices me recreo en estas. Me destruyen. Me gusta torturarme a corazonadas que rebosan la nada. Aún así, toc toc, ¿Hay alguien ahí? Porque creo ser feliz.

  • Leer o no leer y otros escritos de Virginia Woolf

    Adeline Virginia Woolf (1882 – 1941), conocida como Virginia Woolf, fue una escritora británica, destacada por ser una de las figuras más representativas del siglo XX.

    Leer o no leer y otros escritos son críticas de extensión breve, que fueron inéditas durante largos años. Se caracterizan por provocar al lector el hechizo de pensar.

    Los temas son varios, entre ellos cabe destacar el ensayista; el ensayo como a tal; las guías de viajes, que son inútiles; el acto de leer; la literatura londinense; las novelistas; las novelas contemporáneas; los novelistas ingleses, aquellos prejuicios que tenemos o vamos creando sin querer; el ensayo actual; reflexionar sobre la vida; cómo no hay que leer un libro; qué es una buena novela; el centrarse en el presente; un poco de los clásicos, y el ponerse en la piel del escritor. Las dieciséis críticas se enmarcan en el modernismo anglosajón, entrelazados entre sí por la metaliteratura.

    En resumen, una obra literaria va desde ser el más egoísta como, por ejemplo, en un ensayo, hasta romperse y quedarse en goteras, como un poema o un breve texto en prosa. Por eso hay que escribir bien, respetar la literatura y demostrar y hacer desde el corazón. Aunque, según Virginia Woolf «(…) los grandes escritores a menudo requieren de nosotros esfuerzos heroicos para leerlos adecuadamente».

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  • ¿Cómo tratar la muerte?

    Han pasado unos días después de aquella mañana tan emotiva. Estuvimos haciendo manualidades. Entonces, se me acercó uno de los niños preguntándome si podíamos salir fuera de la biblioteca. Quería contarme una cosa. Susurrando, sopló el peso de las palabras. Arrastrándonos hacia una unión entre los dos: él y yo. Se me divide el corazón en dos. Acurruca su cuerpo entre mis brazos. Había otro niño aún más pequeño. Le digo que le abrace. «¿Cómo afrontamos la muerte?», Me cuestiono al segundo siguiente de besarle en la cabeza, como si fuese mi hijo. ¿Cómo le digo a ese niño de ocho años que así de cruel es la vida? Que un día estás, y al siguiente, ya no. Que todo lo imposible se cumple, pero que los seres humanos, no tenemos ese poder de curar o revivir. Así que le dije: recuerda a tu abuelo con alegría, celebra la vida. Porque él quiere que tú seas feliz. Y sí, tendrás momentos alegres y otros más tristes.

  • Queriéndome

    Bonito día se quedó, será que es martes. Y un amanecer del otro viernes. ¿Vienes? ¿Nos echamos el café por encima? Que estoy cansada de tanta vida. Quiero quemarme y salir a surfear entre las nubes. Los inicios de semana van cuesta arriba, y suman días. Justamente hoy soy libre. Me estoy comiendo el final feliz porque lo construyo de suspiro en suspiro y tiro porque agarro el dado y me lo como a bocados. Soy alas, viento y la bruma espesa del cielo de ayer. La lluvia ya sube en vez de bajar. Y joder, qué bien se siente tocar de pies al suelo, sin arrasarlo y con instintos de saber que estoy pintando mi libreta, aquella negra, desgastada y con la goma floja (que afloja), llenándola de semillas. Siento que crecerán, que florecerán. Tiempo atrás morí y otro golpe suicida ya no habrá. Seré mi propia flor, algún día. Lo sé. Después de tantas lágrimas con llamadas de emergencia ahogadas en silencios y mucha sequía, llegué. Me encontré, me derrumbé y, ahora, estoy tirándome pétalos hacia mi ser. Se le dice: queriéndome.

  • ¿Tu vida es como la imaginabas hace un año?

    Sinceramente, no. Está bien y mal a la vez, quiero decir, es mucho mejor de lo que esperaba y, al mismo tiempo, no es del todo como la imaginaba.

    ¿Por qué?

    Voy a hacer un análisis introspectivo.

    El primer recuerdo que me vienen a la mente solo pensar en enero es un curso on-line al que me subscribí. Es el hecho de la frase que me dije, autoconvenciéndome de que me apetecía hacer el curso, pero como tenía por delante un año entero, lo fui dejando hasta del día de hoy. Bueno, sigue a medias. Y con ello, todo lo que me propongo nunca lo termino.

    El curso va de cómo escribir una novela paso a paso. Aunque, desde mi perspectiva, debería explicarme, la vida, cómo vivir. Más concretamente, cómo hacer aquello o lo otro.

    Luego ya no tengo más imágenes esclarecedoras. Simplemente tengo sensaciones. Ha sido un año intenso. Muy brusco. He recorrido recovecos de mi ser que anteriormente no hubiese reconocido. He detectado algunos desagües, deteriorados por el tiempo donde la causa fui yo. Vivir y morir a partes iguales. Desvivirme, sufrir por todo lo alto y regresar al suelo para quererme, para cuidarme.

    Sí, ha sido hermosamente doloroso. Reencontrarme, digo. El año entero ya es otra cosa, un viento distinto, quizás.

    Tengo que reconocer que he leído escasas páginas de entre los libros que me quedan aún por saborear. Aún así, me he relamido las heridas. Demasiado, creo. Hasta tal punto que las he dejado en blanco y he sido incapaz de encontrar el porqué o, mejor dicho, el para qué. Por ese camino sí, sí que me leí. Lo sigo haciendo, pero lentamente porque no quiero asustarme, o despeinarme.

    Sentir consistirá siempre en enredarse con las palabras para después soltarlas del revés, incluso tragártelas y quedarse en un silencio inmensamente profundo. Y quedarse ahí por unos escasos meses. Estamos hablando de más de cuatro. Son numerosos días que duelen, que te marchitan y hacen que florezcas, pero ya, si eso, cuando sientas que estás, que todo es presente. Ni pasado ni futuro. Presente.

    Aquí estoy. Escribiendo barbaridades, y de emociones extrañas también. Fluí a contracorriente. ¿Cómo lo hice? Pues que me dejé engatusar por una ola que se empeñaba en arrastrarme hacia la orilla mientras insistía en regresar a un pasado. Me correspondió, pero en una verdad deshecha.

    Otro rollo, otro modo. Cada día que amanezco, florezco. Y aprendo. Muchísimo. El acto de analizarme me gusta. Solo fíjate en lo que ha salido de mis dedos. Ahora siento paz y una chispa de felicidad.

    Tengo hambre. De llenarme de ganas y de vaciarme de disgustos. Los escaparates están por estar y tú, ser humano, estás para escribirte de aquellas idas y venidas en un bucle imparable.

    Estás para ser una herida, plantar una sonrisa en la brisa de tus pestañas y correr kilómetros sin querer(te). Vas a morirte y a amarte en un vaivén constante. Despreocúpate, quiero decir, ocúpate en ser un torbellino de sucesos sentidos. Esto es lo que te hace real. Todo lo demás, sobra.

  • Me siento bien

    He visto cielos y qué profundos son. Se rompen en el precipicio de la nada, regresando para vivir, o morir más. No sé. Sigo, pero no sé. Pierdo el tiempo, ya no invierto. Aún así, bebo el agua salada que emana de mi piel. Me siento bien.

  • Mi lugar existencial

    He dejado de escribir(me), quizás, a causa de sentir demasiado. Tal vez por desvivirme constantemente. La probabilidad de saber el motivo ha desaparecido. ¿Estaré en un bloqueo vital? Sí. Hace dos noches atrás, después de conversar conmigo misma, mirando en el espejo mi reflejo, una luz se iluminó en medio de la oscuridad. Me saqué de la duda, del bucle sin salida. Toda la vida me refugié entre libros y palabras que salían -y siguen saliendo- escopeteados de mi ser.
    Me disculpo. De mí para mí. Me pido perdón por todo el daño que me causé. ¿Comprendes que si me hubiese querido un poquito todo hubiese sido distinto?
    La vida es realidad y vaya si jode. Te hace estallar. Explotar sangre. Morir y morir. El vacío que experimenté y que, paulatinamente, se va llenando de silencios agujereados. Han sido todo lo que callé por miedo a escupir(me) verdades tan sinceras.
    Empiezo a quererme. Una gotita de amor está cayendo hacia dentro.

  • ¿O creemos que estamos queriéndonos?

    Abro los ojos, estoy pisando dos cafeterías al día. ¿Qué me sucede? Pues que estoy muriéndome en vida. A ras del suelo van mis alas, ya rotas y desgastadas. Aún así, me miro en el espejo y, por fe, lo único que veo es una sombra que traspasa mis luces y se carcome mis ganas. Ayer tuvimos sexo. Fuimos carnívoros. ¿Nos estamos queriendo? ¿O creemos que estamos queriéndonos?

  • Libro gratuito

    Buenas tardes, actualmente el libro «¿Hola?» está gratuito en Amazon.

    Gracias por leerme, ¡Nos leemos!

  • Un simple cruce de miradas

    A veces necesitamos un simple cruce de miradas, un «lo estás haciendo bien», que nunca llega. Nos arrastramos por el suelo, vamos cayendo caricia a caricia por un precipicio infinito de dudas. Las cicatrices ya no duelen. Somos inmunes, eso creemos. Creamos sentimientos -sangrientos- que surgen de la nada y, esta, se convierte en todo. Cuando eso pasa, la vida ya ha pasado.
    Se ha volatilizado.

  • Salir de mi ser

    Quiero salirme, no solo de mí, de mi ser, sino del bucle. Ahora está pausado, pero cuando siento y, luego pienso, muero (otra vez) sin querer(me). Y créeme que se hace cuesta abajo. Que estoy tocando con el rostro al suelo. Anhelo levantarme y caminar con algo que me palpite dentro. Me estoy autodestruyendo porque, se ve que soy adicta a recrearme en mis recuerdos más tristes. Cada quien con su propia mierda. Pues si emocionalmente me ves mal, cágate cuando te sonría. ¿Las ves? Está rota, y vacía.

    Estaré en una resaca sentimental del desamor, tanto ajeno como propio, que flipas, me observas y te marchitas. Si te marchas, planta la semilla por mí y riégame que, yo, ya no estoy para revivir. Vente cada dos días, así la espera se hace menos eterna y la esperanza aumenta.

  • Lo nuestro

    Que jodido, no el texto sino lo nuestro.

    Porque nuestro amor se sostiene con dos pinzas -tu corazón y el mío- en una cuerda floja que afloja y aprieta y desgarra los cuadros melancólicos del pasado, que ya ni cicatrizan, que ni se pintan. Están descoloridos.

    «Pero yo te quiero».

    «¿Eso qué tiene que ver?»

    ¿Que ver el qué? ¿Con qué? ¿Y para qué?

    Pues que se trata de que te estoy queriendo para amarte.

    Ahora están sonando las alarmas, los semáforos de la ciudad se ponen en rojo. ¿Será aquella señal de la esquina que me dice «Nena, frena»?

    Quiérete un poco, date amor. Valora tu tiempo, aprecia el cariño que has dejado de brindarte. Busca tu propio color. Tu arte, tu alma.

    Cuando me miro en el espejo, provoco ese mismo acto, y no me observo. Y lloro internamente y siento tanto que finjo.

    Sí, así te lo solté. De balazo en balazo y disparas porque te ha tocado ser arma.

    Soy la herida.

    Una vida falsa,

    una sonrisa intacta,

    pero hipócrita que se llena de mentiras,

    de desilusiones

    y de mucha muerte.

    Los muertos ya no son cenizas después de esto. El amor siempre será un hechizo sin polvos mágicos. Y, yo, bueno, soy de carne y hueso, aunque con líos y corazonadas que buscan, esperanzadas, otro espacio vital. Un hogar donde, al fin, puedan refugiarse.

  • Huyendo

    Me estoy escapando,
    de mí.
    Los colores descoloridos,
    el océano lleno de nubes flotando al son de la música.
    Las olas ya no bailan,
    la espuma ha dejado de flotar.
    Pequeña, pero también infinita y efímera.
    Duelen las palmas de mis manos,
    y las paredes.
    Corazonadas que están ahí y no se marchan.
    Son instintos o miles de vacíos juntos
    que se apellidan de ti,
    de ti,
    -de ti-.
  • Siento sentimiento(s)

    Siento que mi vida cada vez va a peor. Escalón a escalón va bajando, sí, la depresión, hasta llegar y sentarse en el columpio de la vida. Se balancea. Y muere y muere. Dame amor, deshaz todas las promesas que me hiciste tiempo atrás. Enlaza las acciones, una detrás de otra. Cojamos un avión. Vámonos, te canto ahora a ti desde fuera del espejo. Ya no soy reflejo sino humana. Me toco los brazos, observo mis pestañas desde el recuerdo. Tengo piel, cicatrices y alma. Unas cuantas arrugas en el corazón rememoran lo que siento, y sentí. Créeme, soy pez y paz. Dolor, alegría. Vivo por vivir y para la morir. Derramo cada vaso. De ellos caen gotas de sangre disecadas. Es el mar de dudas, que está en sequía. Estás más roto que aquella paloma que voló y se fue con su familia, pero se quedó perdida en otro cielo más bonito, más roto.

  • El infierno

    ¿Puedo irme de aquí? ¿De nuestro ser y de nosotros? Es que me estoy rompiendo a trozos. Siento que ya no puedo más. Veo un chispazo de luz. Muero en los intentos. Las puertas se abren de golpe, de portazo en portazo y me estrello porque no hay más remedio. Créeme cuando dicen que las palomas están viniendo para marcharse. Tú eres uno de esos, uno de esos vuelos hermosos, pero tan dolorosos. El único que tiene el poder de hacerme daño. La que acaba recomponiéndose soy yo. Sola y dentro de una tristeza profunda. Porque las oleadas acompañan mi idea de desaparecer, de ir al otro lado de la ventana. Hay tanto cielo, ¿para qué? Me pregunto. Si todos acabamos en el mismo infierno: el amor.

  • Recuerdos empapados de lágrimas

    Las ventanas abiertas dicen mucho y los cielos también. Son mundos ajenos, otros pájaros donde ellos vuelan o se suicidan. A la vez. Quizás, no sé, nosotros somos un tú y un yo que ya no nos pertenecemos más. Simplemente han sido unos días, años, bonitos de recuerdos que se quedarán empapados llenos de nostalgia. Porque, tal vez, espero equivocarme, dejamos de ser para convertirnos en dos seres humanos distanciados (para siempre). Y quieres hacerme feliz el resto de mis días, ¿pues a qué esperas? Vente conmigo, seamos uno. En un futuro, nuestro pasado conjunto será una historia disecada enmarcada en un cuadro, que llorará por un amor que jamás salió a flote. Fuimos incapaces de sacarle jugo a la manzana o de florecernos. Ese acto tan doloroso nos fue matando paso a paso. Créeme, te sigo amando. Cuando llegue el final lo seguiré haciendo, eso de amarte. Tú también siempre tendrás un hueco en mi corazón. Nos quedaremos, al fin y con suerte, en enamorados y nuestra historia se titulará como «un romance pasajero». ¿En serio quieres eso? Me marchito por dentro.
  • Mis libros

    A continuación, te presento todos mis obras literarias solo en formato digital, que las encontrarás en Amazon.

    En primer lugar, Descendent, escrita en catalán. Es una novela realista con toques de fantasía. Adjunto el prólogo.

    Vull desaparèixer. Vull marxar, lluny d’aquí. Anar a un lloc, aquell que només existeixi per a mi i per a ningú més. Allà, enmig de la soledat. Allà, on ningú em pugui trobar, on no pugui trobar a ningú. Vull perdre’m, perdre’m per un temps infinitament infinit. Vull no tornar mai i quedar-me allà per sempre més. Vull anar en un món on no hi hagi ningú que et critiqui, ni que et jutgi pel que fas o el que dius, on puguis ser tu mateix i oblidar-te de tothom. I també vull plorar sense parar. Que per cada gota que caigui dels meus ulls s’esborri una tristesa, un mal moment i així successivament fins poder oblidar tot el meu passat sencer. Per poder començar de nou una nova vida i tornar a ser jo, la que era fa temps. Però no vull tornar aquí, en aquest merda món, sinó en un altre, en aquell on només existeixi jo. On pugui fer qualsevol cosa en qualsevol moment sense preocupar-me pel que puguin dir els altres. On pugui ser feliç cada dia, sent jo mateixa, amb tots els meus defectes inclosos. On hi hagi derrotes i victòries per igual. On la felicitat sigui necessària per viure i on la tristesa sigui un delicte.

    En segundo lugar, la bilogía ¿Hola? y Hola que trata sobre un amor adolescente idílico, imposible y sincero. Los capítulos se dividen en breves narraciones poéticas.

    Pequeños extractos de mi corazón juvenil; una historia enlazada a sentimientos y emociones.

    ¿Hola?

    Todo comenzó aquel día, cuando te envié allá, a tomar por saco. Porque me fijé y tú te fijaste en mí durante unos breves segundos. Fue todo tan efímero que no fue nada.¿Qué pasa cuando te atrae alguien y lo envías todo al traste por haberla fastidiado tanta veces?Enamorarse está bien y es muy bonito, pero claro, cuando los días van pasando y lo que quieres con ansias que pase, no pasa, ¿Qué sucede? Que nace el odio, o el amor…Y ahí relatos entrelazados entre sí, con un principio definido y un final aún por esclarecerse.

    Hola

    Todo continuó hasta que acabé estallando -de amor-. Porque sufrí, y lo viví tanto -sintiéndolo- que acabé escribiéndole para sanar. Acabé muriendo en el acto de amar. Fue duro, pero también hubo un alivio en cada palabra escrita que fui siendo cada vez más libre. Esta es la segunda parte y la última de la bilogía ‘¿Hola?’, donde hay relatos entrelazados entre sí, llenos de sentimiento y puro dolor.

    En tercer lugar, horas, breves relatos sobre el desamor, narrado por una quinceañera quien añora ser feliz y estar en paz con ella misma. Podemos ver, de alguna forma, cómo evoluciona la protagonista.

    Un corazón, un libro, que bombardea sin ser feliz, escrito por una chiquilla de quince años que aún no ha sentido palpitar la felicidad en su cuerpo. Que se siente alcoholizada por una tristeza que le invade a todas horas, a instantes. A vuelos arrasando el suelo; una muerte constante. Aquella era yo cinco veranos atrás.

    En cuarto lugar, Café Frío y Otoño Nevado, es una trilogía aún por terminar. Está en proceso. Dejo los prólogos para que los leas.

    Café Frío

    Quería, quería que le brotaran de sus ojos océanos, los más inmensos. Quería que navegaran por el rostro entero, rápidamente, tocando cada fibra sensible de su ser. Quería que saltaran como cascadas, cansadas ya de aquella explosión que había en ella. Quería que gritaran, cantaran, hablaran y bailaran. Quería que la llenaran. Quería que la liberaran, pero un bucle de suciedad incrustada en su pecho se lo impidió y, ella, quería. Y no podía. Maldito cielo, maldito infierno; hechiceros de un universo, encadenado por sentirse enamorado. Pero ella quería llorar de felicidad, una vez más.

    Otoño Nevado

    Querían teñirse, no a anhelarse, amarse. Querían destruirse, odiarse; hundirse. Besarse, quererse carnalmente, hasta llegar a la fuerza mental. Era amor, y desamor. Luchar, morir y a veces ganar. Si se hubiesen querido antes, podrían, tal vez, haber evitado el dolor. Si se hubiesen querido antes, no sería tan tarde para reempezar, para cortar el sentimiento que ya anduvo su curso –ardiendo, rompiendo con todo-, el sufrimiento. Si se hubiesen querido antes, ya no habrían vivido.

    Y, para finalizar, ¿Te puedo escribir algo?

    «Habla, este poemario, del desamor propio y como, lentamente, me voy alejando aunque esté. Aunque siga siendo conmigo, en un baile.

    Porque es un intento -de querer(me), de hablarle al espejo y al reflejo-«.

    En definitiva, todos ellos son mis obras.

    Pd.: Gracias por leerme, nos leemos.

  • A toda hostia, la vida y un deseo

    Sentirme a tres kilómetros del suelo. Estoy del revés. Mátame, por favor. ¿Por qué yo? Me cuestioné tiempo atrás por otra situación y, ahora, la misma pregunta, distinto rumbo que, por cierto, no sé a dónde va. ¿A dónde nos vamos? Yo sólo quiero volar un rato a toda hostia y, esta, me estrella. La vida, reflexiono. Pues jodida mierda, afirmo. A veces te sorprende. A mí cada día. Invítame a dos copas y bésame el corazón que se me está desangrando de tanta tristeza, caos y poca cerveza. Ojalá, deseo que jamás se cumplirá. Vaya.
  • Hablando

    Hablo mucho de este tiempo verbal,
    inédito para mí.
    Y de lo poco que soy presente
    -distante-
    dejo de serlo.
    Qué brutalidad:
    el extremo de cada emoción.
    Cerrar de un portazo
    el corazón
    en un momento de dolor.

  • El insecto

    ¿Te has mirado alguna vez?
    La miseria que desprende tu vida, y tú.
    De humana tienes lo mismo que yo de soberbia.
    Estoy sentada, y me siento mal. No es por ti, es por mí. El hecho de que me duela. Tengo que, simplemente, aceptar e ignorar. Pero ese sentimiento que se incrusta como un insecto pica. Y rasco y sigue picando. Qué asco.

  • Cojeo de corazón

    Es irónica la vida ¿No? Al fin y al cabo, vivir en un lugar que nunca fue hogar aún así llamándolo «casa» es contradictorio. Dejar de ser persona a causa de ellos. Ir y venir. Morir y morir: una forma de suicidarse en el mundo. Tendré los años que tenga, pero tengo más heridas sin cicatrizar que vidas. Duele. Me hunde. Jamás seré lo que vosotros queráis que sea.
    Soy texto, palabra y verbo.
    Soy mi propio arte: me construyo y me destruyo al ritmo del viento.
    La superficialidad me habla. Es algo así: llama a mi ventana y dejo que se marche lentamente mientras la observo percatándome de la mierda que se viene. Sí, con ojos críticos y un haz fugaz de tristeza, que divide mi cielo en dos: lo real de lo surrelista.
    Aún así, me rompen. Ya no se trata de cómo me veo ni de cuánto me quiero.
    Simplemente,
    sé paz por mí.
    No me interesa esto: la estupidez humana.
    Y cojéando me voy.

  • Paréntesis

    Con una cerveza en mano, un moño a medio hacer y en bragas, aquí y ahora, empieza mi nueva vida. Sentada en el balcón observo mi alrededor y no consigo llegar a ninguna reflexión. Después de dejar el libro que nunca termina, el que estoy leyendo actualmente en verano, y un móvil vacío de batería, me percato del simple hecho: necesito o me sobra algo. Estoy hueca, no soy dueña ya de mi misma. Simplemente quiero un cambio, un giro. O nada. Y si escribo esto, estas miserables verdades, es porque me quiero encontrar o, quizás, quiero llegar a encontrar. No me pregunto, sólo necesito escribir. Es necesidad. No como antes que era puro placer a pesar del esfuerzo y el sudor, pero era bonito, hermoso. Ahora es duro, y cuesta -arriba-.

    Tengo la mirada fría y caminando en mi era, siendo veinteañera, me pierdo. Y no es malo, al contrario, es sano. Rompe, tanto, que duele, que escuece. No quiero, eso, sufrir. Pero lo hago porque siento a instantes y en pequeñas cantidades. Me digo a mi misma que es hora de cambiar, de pausar y refrescar. La vida, digo. Es un momento de intensidad, de coger, correr y jugar; con las palabras, con las verdades y las mentiras. Y hacer erradas, serlas. Equivocarte y volar mucho aunque luego me estampe y acabe derrapando.

    Y me gusta lo que sale de mí, de mi ser interno, de mi corazón, de mi infierno.

    Ya no sé si estoy aquí porqué sí o porqué no. El caso es que voy a comenzar.

    – 28 de julio del 2020

  • Vaya tristeza

    Amor, lo siento y esta vez no hay excusas ni pretextos. Simplemente que ya no duermo, que mis ojos están tristes y que me siento océano. Que aunque sea lo más hermoso del mundo, es un caos. Soy un puto caos. Mi corazón salta de extremo a extremo. Es una montaña rusa. La paz ha desaparecido. Vaya tristeza. Se agranda, y el nudo en mi garganta también.

  • Sonriéndome

    Créeme que voy con ojeras y que después de tres cervezas soy más humana que princesa. No me interesa. Quiero sólo cuatro segundos, y pasar cuentas para descífrarme. Para descubrirme con intentos y muchas alas que aún así derrapando, puedo despegar. Me faltan tres textos, vivir en gerundio y sonreírme en presente, siempre.

  • ¿Cómo mejorar la autoestima?

    ¿Qué es la autoestima?

    La autoestima, como dice Google, «es el aprecio o consideración que tiene uno de sí mismo», que en pocas palabras es quererse a uno mismo.

    ¿Cómo mejorarla?

    Primero hay que hacer una introspección exhausta con la siguiente pregunta: ¿Te quieres? Una vez sepas en qué punto de partida estás, podrás mejorar la autoestima. Eso sí, si quieres. Porque si uno ya no quiere, no puede. Esto es lógica de vida.

    Aquí hay que centrarse en uno mismo, hay que ser egoísta. Quiérete tú a ti mismo y ya. No esperes a que te quieran. Quiere quererte.

    El primer paso es que te aceptes tal y como eres. Luego, se trata de que te quieras. Y no es un truco de magia, tampoco un enigma. Todo el amor que te puedes dar está dentro de ti. Una vez empieces a darte amor, darás a los demás y recibirás. Porque todo tú serás una fuente de estima. Y si no es recíproco, no pasará nada porque te estarás amando.

    La autoestima es un camino y no una meta. Esto hay que tenerlo claro. No llegará un día y te querrás por fin. No. Error. Llegará un día que te dirás: hoy me quiero. Puede ser hoy, mañana o pasado. Siempre te estás queriendo, lo que pasa es que no te estás dando cuenta. Tienes que sacarle brillo a este diamante en bruto.

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    Herramientas

    Es cierto que no hay unas herramientas estrictas para quererse. Te daré los consejos que utilizo, que son los más cotidianos que puedes escuchar y que te van a ayudar.

    1. Cuídate, es decir, cuida tu aspecto y con ello te cuidarás. Simple, al levantarte cada mañana lávate la cara, dúchate y mímate. A ti. Siempre a ti. Escoge tu outfit acorde en cómo te sientas el día de hoy. Arriésgate, pero escógelo con amor hacia ti.
    2. Cuida de tus cosas. Una vez te hayas cuidado, atiende tus cosas. Por ejemplo, ordena tu habitación: ventila, haz tu cama, arregla tu escritorio… Porque después de prestarte atención, podrás y necesitarás cuidar de lo tuyo.
    3. Cuidar de los otros. Y con ello me refiero a querer a los demás. Tan simple como atenderlos.

    Estas herramientas pueden parecer muy absurdas, pero desde mi perspectiva el acto de cuidar es esencial en la autoestima. Atiéndete, atiende y atiéndelos a ellos. Seguro que una de las tres cosas no la estás haciendo. Y, oye, que si lo haces ¡chapó por ti!

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    Reflexión final

    Cuidarme, cuidar de mis cosas y cuidar de los otros, es un lema que me aplico constantemente. Si me cuido a mi misma, después puedo cuidar de mis cosas y de los demás. Por el contrario, si me descuido, no seré capaz de cuidar ni de mis cosas ni de todo lo otro. Y es tan sencillo como hacerlo desde dentro, aplicarlo cada día y en la cotidianidad de las cosas.


    PD: Gracias por leerme,

    ¡Nos leemos!

  • Instante etéreo

    Me apetece escribir,
    desangrarme entre letras.
    A balazos y a ratos,
    me muero por besarte en los labios.
    Derrapando en un tiempo inerte,
    tirándolo todo a la suerte
    dejándome llevar,
    y si eso, ya.
    Un mañana que nunca llega,
    un presente que no se vive
    y un dolor interminable
    resurgen día a día
    al mirarme al espejo
    y reflejarme sin querer
    en una brevedad
    siendo el instante etéreo.

  • Horizonte salado

    Necesito mar, mucho mar.
    Y sal y lamerme los labios y estamparlos en los tuyos. Con mi vestido amarillo, desnuda de dudas y miedos, sentarme a tu lado en la orilla. Mirar el horizonte, y luego observarte. Sonreír. Vivir a base de risas en el corazón que late enamorado de la vida, de ti, de mí. De todo. Lo más hermoso es eso: ser en gerundio y amar.
    Qué paisaje,
    ahí.
    Un cuadro pintado a verbos, a tiempos, a latidos. Sin pintura, solo con los sentimientos encuadrándolos en un momento inédito y lleno de nosotros.