Lo siento, compañero, no puedo sacarte de mi mente. Te vi, y te clavaste de repente, como quien no se da cuenta de que está empezando a sentir algo. Aquello indescriptible, indescifrable.
No sé cómo eres, ni te conozco.
Sólo podría describir tu físico, es lo único que no desconozco. Aun así, no lo haré pues saldrías mal herido y yo también. Porque todo saldría del revés.
Debes saber que cuando me enamoro, no soy consciente de ello, y cuando estoy en pleno auje, me encapricho hasta obsesionarme y arrancar la cordura de mí misma, volviéndome loca. Además, soy una pecadora, no por infiel, sino por ser perdedora en todos los sentidos y ámbitos de la vida, concretamente el amor. Porque soy reina del dolor y del desamor.
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