Ella que miraba, esperanzada, a verle.
Ella que ya sabía de antemano la hora del encuentro, furtivo.
Ella, de mirada triste y corazón helado, allí estaba. Congelándose.
Ella que caminaba sin rumbo, perdida en la vida. Y entre el bullicio de gente, si alguien le miraba el alma, perforándosela, comprendería.
Ella sentada en aquel banco, esperando que sus labios que la besaran.
Ella, rota
Descubre más de perezitablog
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
Deja un comentario