Y dime, amor propio, ¿Qué es de nosotros? De nuestros huesos, rostro y manos húmedos. Llenos de sangre, de sudor y dolor. De perdedores que quieren levantarse pero les gusta tanto el suelo que acaban arrastrándose. Esa soy yo.
-Esa, soy yo-.
Y dime loca,
pero ya no quiero seguir.
Aquí mi derrota ha llegado y siento que la de todos, los otros, también.
Derrotados
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