Categoría: Escritos

  • Nights

    Si tengo que describir la noche no acabo. Porque mientras unas saliéndose de la norma, entrando en el vicio, yo feliz. Bien borracha pero contenta. Por mí. Por lo que llegué a vivir y por lo que superé y sigo superando. Que la vida ya no son dos días sino que empieza a las doce y termina a las seis chupándonos todos los pies, por reírnos a carcajada mientras charlamos sentados en unas sillas de cualquier bar, de aquella plaza. Mientras ellos… Ya no quiero nombrar porque soy cómplice, de los dos. Me duele, me mata, me pone mala. Desisto, aún así resisto.

  • Alma de mujer

    Hay domingos que son para echarse de menos y, otros, para emborracharse de más. De salir, de vivir. Que con un poco de Ron, risas y salvajerías varias, se puede ser feliz. Porque las dos amigas que tengo están locas, rotas y solas (como yo). ¿Mi virtud? Mi empoderamiento, mi fuerza y mi pasión por lo que sea. Hay que echarle amor al arte con un poco de sal, además de dos ovarios bien puestos. Y sino, un alma de mujer va donde sea. Donde quiera. Que vuela, y voló. Saltó y derrapó por el cielo.

  • Insignificantes los colores

    No sé qué significado tiene esto, ni tampoco qué rumbo tomará, pero he salido a la calle y algo inexplicable he sentido. Como cuando la ciudad -la mía- se derrumba a pedazos y no hay manera de arreglarla. Las paredes caen, una tristeza profunda te invade y los colores, que antes vibraban y tenían color, ya no brillan, ni relucen. Tampoco estallan. Son todos iguales, llenos de monotonía y con pocos matices. Porque están depresivos. Son abismos; unos, más profundos y, otros, menos. E intento, dentro de mí, encontrar el sentido de todo mi caos, de mi existencia que actualmente es rara e inusual.
    En este punto de mi vida necesito tres cosas: amor, paz y estabilidad, que son abstractas y muy necesarias. Son sencillas y a la vez tan complejas… Que una ya no sabe nada. Ni de los demás -la gente- ni de ella misma.
    Es cierto que dicen “que la vida son dos días”. Agrego, luego de la frase, que son dos birras y un amor de por vida que te marca calándose en los huesos, en los sesos. Déjame decirte, amigo mío, que todos estamos equivocados en lo que sentimos. Porque hoy sí, ¿pero quién te dice que mañana también? Nada es seguro en este mundo y el amor mucho menos ya que es algo inestable, impredecible y cambiante. O aumenta día a día construyéndose, o se pierde. Hablo, también, del amor propio que sigue siendo amor y un quizás constante. No siempre una se quiere, ¿Cómo podemos, entonces, querer a los que nos rodean? El ser humano ya de por sí es difícil, complejo e inútil porque no piensa y se mueve por impulsos.
    Espero que no me odies después de esto, pero quiero intensidad, vivir al límite como si nunca pudiese morir o matarme.

  • Etapas

    Porque me iría a otra ciudad a vivir(me) y a sanar la esperanza. No sé. Uno lejano de mi vida natal. De donde vengo, de donde siempre no he sido. La vida son etapas, lo sé. Pero cada vez que termino una, empieza otra mala racha. Y ya cansa.

  • Hablándome

    No sé qué decirme a mi misma, ni cómo actuar ante el hecho, la acción, el verbo. Tampoco sé qué necesito. O quizás sí. Parándome a pensar quiero tres cosas: paz, amor y estabilidad. Aquello que nunca he tenido. Almemos por mí. Que los demás me lo den ya es otro tema, aunque va enlazado. Porque de lazo a lazo, y otra cosa. Voy perdida por la vida. Salto de hueco en hueco y me pierdo porque me vacío. Tengo necesidades, digo necedades y estoy rota. Me apetece ir al mar, sentirme y escucharme. Reconstruirme mientras me baño desnuda en él y me acaricia la piel. Ver el atardecer y amanecer. Al fin y al cabo, finalizo el texto con un deseo. Que ojalá se cumpla, que ojalá logre yo sola.

  • El error

    No sé hasta qué punto soy feliz. Con mi vestido de puntos y mis Converse camino por la ciudad llena, yo, de una ansiedad que viene y no se va. No se va. Porque los días pasan, las dudas aumentan y la tristeza se asoma a mi vida desde una ventana, la que refleja un aire desesperanzado y decaído. Ya no soy persona, ni muerto. Directamente, ya no soy. Es curiosa la vida como te hace sentir, tanto, que estallas a ratos y a pedazos en silencio. En uno que parece que esté vivo, pero es tan sutil… Que cuando se agranda, peta. Como una granada. Y, luego, la nada. Un vacío extenso por todo mi cuerpo interno. El órgano vital deseoso de florecer, pero se va marchitando, danzando en un vaivén que ya no va ni viene. Y la ciudad, desilusioanda, se rompe. Se destruye para siempre. Desaprende para jamás volver a aprender porque cada dos por tres ahí está: la piedra. El jodido y asqueroso error que, con mucho dolor, ya no tiene cura.

  • Leer(me)

    Estoy estancada en el acto de leer(me).
    Porque soy muy mía pero hay días, y días,
    que no me siento,
    que vivo en un bucle eterno.

  • Vivir de verdad

    ¿Qué ha pasado con tu vida, niña?
    Que oscurece,
    nunca amanece.
    Desencaja,
    muerde
    y duele.
    Es monotonía,
    un bucle de rutina,
    siempre la misma.
    Me gustaría decirle a la vida:
    «Déjame vivir»,
    pero en serio.

  • Predecible

    «No te emociones»,
    lo sé.
    Porque luego llega la desilusión,
    el desamor
    y el dolor.
    Y no se puede prevenir.

  • Perder(me)

    Perderse.
    Mirarse en un espejo
    y autoconvencerse
    y no verse.

  • Futuro incierto

    Hablar sobre el futuro,
    es una buena forma
    de poner las frutas a madurar
    para que sepan hacia donde crecen.
    Déjalas que vuelen.

  • Vida rasgada

    Sólo escribo frases entre llantos y suspiros;
    el corazón rasgado
    y la vida que me queda,
    muerta.

  • Necesidades

    Necesito emborracharme lo que queda de primavera, beberme todo el amor que me queda y salir a flote para estrellarme de una vez.

  • De cosas

    De cosas siempre pasan, pero, como la mayoría de las veces, te diré que todo está bien. Que no pasa nada. Que estoy bien, aunque por dentro pase de todo y duela demasiado.

  • Querido amor (mío)

    Te irás con ella, y lo sé -lo presiento-. De hecho me lo dijiste al iniciar nuestra embarcación que ha acabado siendo un naufragio.
    Y a mí me va a doler, luego floreceré… De tanto llorar, claro. Pero será duro.
    Tú nunca me has querido, simplemente he sido tu experimento. Tu refugio. Has creado alrededor tuyo un caparazón tan grande, protegiéndote, que al final ha acabado rompiéndose, llenándonos a los dos de tristeza.
    Siéntelo, porque lo estás sintiendo. La estás amando y todavía lo haces.
    Sin un pasado cerrado, no podrás forjar tu futuro y, mucho menos, conmigo.
    Es que ya no somos.
    Ni seremos.
    Sé que estás en un caos, pero os pertenecéis.
    Y no, no me digas que no va a pasar, que todo seguirá igual. Porque es un bucle que hasta que no os veáis no se va a arreglar.
    A mí me dejarás más rota, y loca, de lo que ya estaba. Y tarde o temprano, te darás cuenta que perdiste al amor de tu vida y que necesitas recuperarlo. Que sí, que yo fui un tesoro. Pero, cariño mío -porque siempre lo serás- no soy un objeto de usar y tirar.
    No lo soy.
    Me merezco algo mucho mejor;
    estable,
    duradero,
    bonito
    y real.

  • Eres…

    Yo soy un jodido caos, pero tú… Tú eres una bomba explosiva que mata todo a su paso. Un huracán que arrasa rozando el corazón y dándole una patada en el medio, asfixiándolo.

  • Conversaciones

    Una conversación profunda, que te saca los sesos y aplasta el corazón. Una de aquellas donde las lágrimas estallan y las palabras son balas en el pecho. Donde una se acaba rompiendo hasta el último hueso. Me calaste muy adentro. ¿Ahora cómo salgo de esta? ¿Cómo? Joder.

  • A vivir

    ¿El amor existe?, Me cuestiono. Y lo afirmo, pero luego pienso que no es para mí. Que nunca ha sido bueno conmigo y que; o espero o me forjo un futuro yo sola.
    Y luego lo que venga.

  • El final

    Entre mis inseguridades,
    mis cicatrices
    y mi pasado,
    soy menos persona
    y más arte.

  • A veces…

    A veces no sé ni qué escribo. Otras, me leo un libro. Qué pesadez y cuanta sutileza en las palabras. Cuanta delicadeza.
    Créeme,
    siénteme,
    miénteme.
    Cuando me digas que me amas y me estés queriendo.

  • Cosiéndome las heridas

    Fui,
    yo,
    aquel sastre que se cosió la herida.
    Que le dolió más cuando se cerró
    que cuando estaba abierta.
    Porque nunca llegó a cicatrizar.
    Seguía sangrando,
    llorando.
    Y, arrasando el suelo,
    (la herida)
    sufrió más que amó.
    El peso del corazón,
    del amor,
    fue un calvario.

  • Vaciándome

    Imagínate,
    el acto,
    el bombardeo,
    la escena.
    Que parece ser buena,
    pero es más desastre
    -arte-.
    Quiero decir;
    tu un cuchillo en la mano izquierda
    ensangrentado
    y,
    yo,
    con el corazón fuera de mi pecho,
    hueco y deshecho.
    -A eso me refiero cuando digo que estoy vacía-.

  • A tiros con mi sombra

    Me lié a tiros con mi sombra.
    Y tanto,
    que ella se fue dejándome tirada,
    ahí,
    con el corazón en mano,
    sangrando
    y viviendo
    a tiempos iguales.

  • Tiempo perdido

    Cuando tienes que sacar de tu ser más interno la esperanza, el valor y la confianza para seguir. Para creer en ti misma cuando nadie ha creído en ti. Sí, porque ya es hora de empezar a creer y crear. A dejarse fluir y a arriesgar. Porque luego, cuando el logro sea un hecho, vendrán a buscarte, a quererte. Pero creéme que ya no habrá vuelta atrás ni tiempo que recuperar.

  • Complicaciones

    Soy complicada, lo sé.
    Y se me complica la vida, también lo sé.
    Pero la vida son dos segundos,
    tres cigarros
    y cuatro estaciones
    que en todas ellas pasa el amor.
    Para irse
    y no regresar.
    Porque las casualidades son momentáneas,
    efímeras.
    Si te encuentras con una de ellas,
    hazme un llama cuelga que,
    quizás,
    y sólo quizás,
    nos besamos mientras pasa el tren
    porque de antemano lo hemos alcanzado
    antes de que se vaya por el andén.

  • Adiós inspiración

    La inspiración ya no está, se ha caído, desvanecido, marchitado.
    Me encuentro aquí,
    queriendo florecer,
    renacer.
    Y duele no saber de qué escribir, no poder hacerlo.
    Porque… se fue.

  • La última curva

    ¿Ves la rotura al borde de la costura?
    Está rota y,
    o la cortas
    y muere
    o se va deshilachando,
    desangrando.
    Es mejor quitar el dolor de raíz que dejar que vaya rompiéndose.
    Así estoy yo,
    siendo la segunda opción.
    La mujer de la herida que sangra,
    con la cicatriz abierta
    y el corazón partido
    por la mitad.
    Intentando agarrar de frente la última curva de la carretera
    para luego estrellarse y matarse
    a cámara lenta.
    Pero, aún así,
    morir en el intento
    sin haberlo intentado.

  • Estrellas

    Estallo estrellas,
    mapas sin destino,
    sin lugar.
    El desamor derrapando
    en forma de ilusión
    y aparcando,
    ahí,
    en mi calle
    para,
    bueno,
    matarme
    del susto,
    del golpe.

Únete a otros 933 suscriptores