Y cuando no tienes el mar delante, ni un libro entre tus manos, pero te tienes a ti. Respiras. Te debes (amor propio). Te amas. Lo intentas. Tócate el cuerpo, el rostro y el corazón. Escucha cómo vibra, cómo baila y siente. Porque en el fondo del pozo oscuro sientes algo. Saber el qué es bastante complicado. Siempre ha sido difícil para ti. Pero es tu momento y nadie te lo va a quitar. Desnúdate de penas, dolores y cicatrices. De inseguridades y miedos. Quitátelos afrontándolos. Sí, debes mirarlos de frente. De esta forma irán cayendo de tus manos trozo a trozo. Las palabras, las más duras y rotas, se romperán sólo si las has leído con los ojos abiertos. Con esperanza, amor y pasión. Con una tranquilidad immesurable. Ahí, justo, sabrás lo que es que todo se te escape y vuelva a ti simplemente aquel amor que diste una vez y no volvió jamás. Porque volverá. Creéme que el acto de quererte volverá siendo más, mucho más. Su tacto, su olor y su sentir, su caminar serán invencibles, infinitos.


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