Bésame las entrañas. ¿Pero acaso sabes lo que son? No tienes ni la mínima idea. Bueno, quizá, en eso, me equivoque. Escribe, rasga el papel hasta llegar a las secuelas, oscurecidas por las ramas, por la luz del sol que no las alcanza. Y, cuando lo hayas hecho, escríbeme un poema. De hecho, iba a contarte algo pero se me ha olvidado porque cuando te tengo delante, o entre mis pensamientos, desaparecen mis palabras o se me atascan o atragantan. Soy torpe.
Ahora, quiero bailar. Volverme loca, poco cuerda. ¿Y si te hago un streptease y luego me versas? O besas. Las dos cosas. Yo te haré uno con cada letra salida de mi interior.
Te quiero; un día de estos te lo diré, con sonrisas para joderte un poco. Aunque la que se jode soy yo, porque no, ¡no puedo más! Te necesito ya. Aquí. Ahora. Conmigo. Y siempre te lo digo con sonrisas. ¿No me ves? Pues mírame. Ya lo haces, lo sé.
Sólo me desahogo, porque te quiero, otra vez. Y otra, y otra.
Y, lo sé, que soy una contradicción personificada, como dijiste. Y me encantó porque la clavaste. Siempre lo haces y yo, como una idiota, me pierdo en ti. Estoy sumisa a tu mirada, soy de tu sonrisa. Tienes el alma enternecida. Te amo.
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