Etiqueta: escritura

  • Acto de escritura

    No sé qué necesito en estos tiempos,
    en este acto de fe,
    de valentía
    -de escritura viva, muy viva-.

  • Cicatrices

    Estoy llena de cicatrices incurables, porque son tan profundas que no se ven, y escuecen. -Duelen-.
    «Cuanto drama, princesa. Sube la cabeza que se te cae la corona», leí por ahí.
    Las bellas damas no existen y no es que camine cabizbaja porque sí.
    Se creen que el dolor es creado por amor al arte y, aunque a veces pasa, otras no.
    Muchas escritoras escriben porque sienten, tanto, que ya murieron tiempo atrás. Están ofuscadas, entristecidas.
    Tanto, que olvidan que la vida es bonita.

  • Escritores

    Expresamos;
    Sofocados y saltando por el precipicio,
    para matarnos en un suicidio de sentimientos;
    que se acumulan,
    que abruman,
    que avergüenzan.
    Expresamos;
    para no morirnos nunca.
    Es un antídoto,
    la medicina,
    -la droga-
    al delirio.
    A aquello que nos hace levitar
    y, luego, frenar
    en seco.

  • Superfície

    Veo que no entendéis, que no comprendéis. Que no vais más allá. Que os quedáis estancados. Las palabras, al fin y al cabo, no dicen nada concreto. Carecen de significado y gracias a la falta de este abunda la escritura mal escrita. Pero si por un momento, todos, nos paramos a leer con significado y preguntándonos, llegaremos. Alcanzaremos a comprender, a dudar y a tener criterio. Aquel que pocos tienen.
    Porque las frases son abundantes de todo aquello inexistente.
    Entre letras, pestañas y sentidos acabamos entendiendo y llegando a conclusiones increíbles.

  • Me pasa

    Me pasa que empiezo y no termino,
    que empiezo y no termino.
    -Que empiezo y no termino-,
    aquello empezado.
    Y es raro, supongo, y fastidioso.

  • Aquello

    Aquello de que, en un momento del día, quería escribir. Me apetecía. Desistí, me eché para atrás. El tiempo se comió mi inspiración, quitándome -arrancándome- los dedos. Los dedos mágicos,
    los dedos invisibles,
    los dedos ocultos.
    Aquellos que no se ven.
    Que ya no vibran, ni cantan ni bailan.
    Y esos, desde mi sombra, son una parte mía.

  • Necesidad

    Quiero escribir, bueno, ya lo hago. Actualmente es necesidad.
    -No puedo-.
    ¿O no quiero?

  • Escribir

    No sabéis, o quizás sí, lo que es la frustración. El acto de querer escribir, tener fe, serla, y no poder. Querer y no poder. Frustra. Acaba contigo, la pacienca y la esperanza. Y escuece tanto la herida que duele. Y supongo, será por eso que un escritor no puede darle guerra al tema y acaba dándole tregua. Tanta, que se ahoga en ella.
    El momento. Ese. En que enciende el ordenador y, pum, la hoja en blanco más de cuarenta y cinco minutos. Seguidos. Sin pestañear. Mirándola. Se burla de ti, te restriega por la cara lo que tanto tiempo has estado haciendo y que, actualmente, simplemente, no puedes. Canturrea, baila, ríe.
    Agobia y es doloroso para él.
    Y llora, el escritor, acaba en llanto. Uno ahogado en un grito. No puede perder los papeles y, aún así, los acaba perdiendo.
    Es triste, desolador. Rompedor.
    De todo;
    De cada letra,
    punto y coma.
    De cada palabra y frase.
    Rompe hasta el cerebro del célebre.

  • Bloqueada

    Llevo tiempo en un bloqueo, me pongoa escribir y no puedo. No me veo.