Etiqueta: amor

  • Amor personificado

    Después de aquella pelea absurda, del viaje en coche, de la broma de mi padre, de la adrenalina en mi estómago, de una caricia y de llegar al restaurante, sonreí. Porque me sentí, porque estaba viviendo el presente. Claro que el dolor estaba en mí, pero era uno distinto. Al observarme, la espontaneidad y el sol de mi interior, me gusté. Me sentía querida por ellos y gracias.
    A todos.
    A aquel caos de mi corazón que reafirmándose se colocaba otra vez. Y no con alcohol sino con amor. Uno dulce, tierno.
    En mi mente apareció un carrusel de imágenes de las personas que componían mis días. Pasó fugazmente, como flashes. Qué hermoso, palpitó mi corazón. Se dio cuenta de que aquella situación, la nueva etapa, era tan valida como yo misma. Que era el bien, la sinceridad y la honestidad con cada uno.
    Era el amor personificado.

  • Corazón con corazón

    El repiqueteo de mis corazonadas
    a conjunto con tus labios,
    hacen juego.
    Amor,
    poco dolor
    y el arte,
    el de amarse en gerundio y al instante.

  • Al verbo

    Las colillas -restantes- del cigarro
    cayendo al suelo
    mientras tu corazón se agarra
    sin querer y con ansias
    al mío,
    doliéndose.
    Sintiendo el tacto de las balas
    que dispara mi mirada
    de aquella metáfora, hermosamente rota,
    que se sostiene al aire
    sin saber el cómo
    ni querer un tiempo,
    viviendo siempre
    de un pretérito tan imperfecto
    que se aferra a eso:
    al verbo,
    que ya descendido
    chocando contra aquel color gris
    sucio y oscuro
    deja de ocultarse para morir.

  • Entre líneas

    Encuéntrame entre líneas,
    si puedes o quieres.
    Mis pestañas húmedas y mi corazón ansioso tiene ganas de ti, y de mí.
    Que nos descubras en un sinsentido de emociones y acurrucarnos.

  • Amor propio

    No me das lo que necesito, amor. Soy dolor con náuseas y mucho temor. Tiemblo al caminar, al hablar, al obsevar y al sentir. Esto, lo último, es lo que me duele más. Lo que dejo por el final. Me ausento de mí misma, me oculto, me anulo. Soy un nudo, un lío, un caos sin sentido. Soy de todo menos persona.
    Cuando me cuestionas qué quiero es tan sencilla la respuesta. Ser amada para siempre. Derretirme en el mar y fluir al son del aire, del viento. Anhelo, siempre, lo que no tengo porque sé, presiento, que jamás podré tenerlo.

  • Sin leerte

    Me puse palida al escuchar tus primeras palabras. La tensión recorrió mis venas y mi corazón palpitaba de prisa, sin detenerse. Comenzaste a narrar tu historia. Mis sentidos estaban a flor de piel y la razón que me quedaba se esfumó. A medida que ibas explicándome la situación, fui comprendiendo. Eso, se llama empatía. Me puse en tus zapatos, en tu ropa. Por suerte, tu relato terminó con un buen final. Luego, me carcomí los sesos y el cerebro. Sí, porque volví a recrearme en ti, a ser un tú en el pasado, en ese verano. Me dolió, me rompió. «Finges bien», pensé. No te descifré, no pude entre ver la verdad, la angustia que suspiraba -frágilmente y en silencio- tu corazón.

  • Que sea eterno

    Sé que te irás
    porque llegará el día
    en el que el santo al cielo se matará de tanto subir;
    el tiempo al vuelo, que vuela.
    Qué rareza,
    vaya destreza
    y si que mientes mal.
    Porque las flores,
    las flores se van
    marchitándose
    y aquel chico de la escuela quizás regresa.
    Yo toda coqueta
    comiéndome el mundo,
    derrumbándome por las noches
    mientras la lluvia cae un día
    de noviembre.
    Quiéreme,
    y quédate.
    (Quédate).
    No hay nada más hermoso que sigas ahí,
    a mi lado.
    Y que la chispa se convierta en fuego
    quemando nuestro infierno,
    en un otoño lleno de vida,
    de rosa florecida
    en nuestro interior
    y que sea eterno
    ese incendio.

  • Quédate amor

    Siento cosas,
    muchas.
    Un pasado que se arrastra hacia el presente,
    -el hueco del dolor incrustrado en mi corazón-.
    Hay algo por hacer aún, lo sé.
    Porque la vida,
    joder como mata,
    hace que vibremos
    al son de una canción.
    La que revive los sentimientos y emociones,
    los momentos
    de aquellos días que parecían eternos.
    Créeme
    y miénteme a la cara mientras haces que te vas,
    y te quedas porque sí,
    sin más.

  • Hoy

    Hoy estabas hermoso,
    por fuera y por dentro,
    de corazón y cerebro.
    Me hubiese gustado que te dejases querer,
    que me quisieras más,
    mucho más
    que ayer
    y un poco menos que mañana.
    Siento que te amo tanto que va a doler el roce con el suelo,
    será un golpe seco, breve pero con un dolor eterno.
    Ojalá darte más,
    ojalá ser nosotros
    sin (querer) otros
    -cuerpos-.
    Porque puede ser muy bonito
    y a la vez muy roto.

  • El dolor ciega

    Pienso en ti y en mí…
    Tener miedo
    a lo que pueda suceder.
    El dolor me ciega,
    me nubla.
    Me entristece aquel futuro imaginado,
    presupuesto
    sabiendo de antemano que jamás
    será lo pensado.

  • ¿Sabes…?

    ¿Sabes qué? Nuestro amor es como la vida misma;
    la rosa.
    Primero, la semilla donde empieza a nacer el sentimiento. Lo desconocido por conocer.
    Después, crece porque se cuida día a día. Se riega, va floreciendo. Hay instantes donde se ahoga, brilla o necesita de más. Es el querer(se) mismo. Tal cual, sin tapujos.
    Hasta que llega el fin donde se marchita. La vejez llena de sabiduría y madurez.
    La rosa ya muere, pero ha dejado su semilla formando una familia. Creando otra vida en carne y hueso o en polvo. En el universo o más allá de las estrellas.
    Ser nostros es ser amaneceres de todos los colores.
    Y es hermoso.

  • Piel y corazón

    Te regalo los pétalos de mi rosa.
    ¿Te cuento un secreto?
    Ella, es todo el amor que siento por ti.
    Para que no se muera
    sólo hay que regarla,
    cuidarla
    y amarla.

  • Amarte en un vaivén

    No supe qué hacer con todos los «te quieros» que me dijiste,
    ni tampoco con todo aquello sentido.
    No supe qué hacer con todo el amor recibido y,
    ¿Sabes qué?
    Te lo devolví,
    pétalo a pétalo,
    sin dolor
    ni temor
    y con mucha ternura,
    dulzura
    y delicadeza
    recibiste la rosa
    -de mi corazón-,
    ya florecida
    para quererte,
    para querernos.
    Amarte en un vaivén
    de caricias,
    besos,
    y miradas llenas de pasión
    abrazando a tu alma
    por un rato
    (eterno).

  • Tú conmigo, yo contigo

    Soy aquella que pone parches a sus vacíos. Y cuánto me conoces, y de qué forma. Porque al detalle y a corazón abierto me desnudas descifrándome milímetro a milímetro.
    Dijiste «no vivas para llenarte, vive para llenar». Me sentí tan bien después de esa conversación.
    Gracias,
    por ser conmigo.

  • Del desconocido al amor

    ¿No es curioso como dos desconocidos de desconocerse se conocen y llegan a tal punto de quererse y decirse «amor»? Tú y yo, por ejemplo. No sé, lo encuentro intrigante. Es como algo imposible que pasa, y ya. Sucede, surge y el amor empieza a brotar, a florecer donde de este nace un nosotros.

  • Bésame

    Besa cada poro de mi piel,
    siente
    y sientéme
    para así,
    en un futuro,
    poder recordar
    y rememorar
    lo bonito,
    lo querido,
    lo que fue
    y lo que sigue siendo.

  • Vacilando al amor

    A veces me pregunto como alguien puede quererme.
    Por eso dudo
    o vacilo
    ante el amor.
    Y tengo miedo
    y no sé qué incrustrado ahí,
    en mi pecho.

  • Latidos ajenos a mí

    Tengo contradicciones,
    latidos que van en distintas direcciones
    y sentimientos encontrados.
    ¿Tú me quieres?
    ¿Y para qué?

  • Escribiéndonos

    Tú en la ducha,
    yo en el comedor
    escribiéndote
    mientras amo tu forma de ser,
    de ver
    y de querer.
    Y dime loca o tonta o rara,
    pero sí.
    Sí quiero,
    y más.

  • Instantes

    Pólvora que se evapora,
    que se desvanece
    y se va.
    Y luego,
    vuelve
    a sentir
    y a querer
    el instante de un beso.
    La ceniza,
    el aire
    y el amor.
    No pido nada;
    un quererse constante
    para el resto de nuestros días
    y que si es sólo un segundo
    que sea eterno
    que yo te quiero demasiado
    (para amarte).

  • Volando

    Un revolcón en el coche,
    o dos
    o tres.
    Piel con piel
    y alma con alma.
    La adrenalina,
    el sudor
    y el amor;
    lo más bonito que hicimos aquella noche de verano con las estrellas en el cielo brillando
    y nosotros volando.
    Saltamos el precipicio,
    fluimos entre cuatro paredes
    y los colores
    viviendo,
    siendo nosotros mismos.

  • Amándome

    Me di un tiempo
    dándome cuenta de que sí,
    de que se puede,
    de que se debe
    y se quiere.
    Porque no hay nada más bonito
    que amarse sin amarrarse
    y fluir hasta Marte.

  • Amor mío, yo, me quiero

    Y me gusto tanto, que así me pierdo queriéndome. Y es tan sano, pruébalo. Eso, de comerte. Eres dulce y salada a la vez. Es bonito quererse, amarse. Hazlo siempre que aunque cueste sólo debes mirarte con una sonrisa y los ojos llénalos de ilusión. Y que si en ese instante no te quieres porque no puedes, mírate con más deseo, con aquel anhelo de que te querrás en un futuro todavía más.
    Perdónate por todo aquello que no hiciste, pero no te lamentes.
    Y, por encima de todo, pruébate.

  • Querer(me) siempre

    Me gustaría escribir(me) por y para mí,
    sentirme y no dejar de reír.
    Me gustaría cantarme, bailarme y fluir -conmigo-.
    Sí, porque ya es hora de ser egoísta,
    de dejar atrás a aquellas personas,
    cosas,
    momentos
    y estaciones que son depresiones sin sentido,
    que son emociones y, aún así, siguen queriéndose.