¿A veces no te pasa que te sientes en la soledad aunque sepas que hay alguien a tu lado? Pero en este momento no está, y entonces te hundes en la profundidad del océano, llorando amargas lágrimas, aquellas que se quedan atragantadas en tu esófago, provocando pinchazos en tu intestino. Pues, yo me siento así. Siento que me alejo de las personas, o tal vez sean ellas las que se alejan. Me siento como una alienígena, la cual no encaja en esta sociedad. Observo como las personas no me miran, como me tienen envidia, o sienten odio por mí. Lo veo en sus rostros, sus ojos profundos demostrando aquello más oscuro.
Necesito a alguien que esté conmigo, que pueda sentirlo, que encaje con mi puzzle desordenado y, estropeado. Alguien que me bese las cicatrices, que grite a los cuatro vientos que me quiere, para drogarnos juntos de risas endulzadas.
Observo mi rostro en el espejo, mis ojos marrones dilatados, acompañando mis ojeras profundas y feas. Mis pestañas largas, mis cejas perfiladas. Mi nariz redonda, mis labios carnosos y mis dientes pequeños. Mi sonrisa, que a veces se asoma a sonreír un cuarto de segundo o, a veces, quince segundos.
Aquellos, eran tiempos distintos que se han quedado muy atrás, en un pasado lejano donde yo sentía pura felicidad. Pero, ahora, todo ha cambiado, es diferente.
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