Domingos de poesía,
fría.
Rosa, no tan marchita,
decide florecer;
el ramo entero decide renacer.
Poder decaer, saber caer de cabeza.
Tírate, tírame; empújame al vacío.
Alambre quebrantado, corazón alocado, descolocado, alcoholizado.
Volveré, regresaré y no marcharé.
Moriré pero seré ser.
Viviré, de hecho, estoy en ello, en el rumbo.
Derrumbo las murallas,
de las letras, estrellas, que no salen de mis labios. Silencios estallados, llenos de pensamientos.
Vuelvo a quererme, vuelvo a perderme.
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