Océanos explotan en mi interior, haciendo salir lágrimas saladas. Exploto como aquellas margaritas en el altar, cada vez más marchitas, muriéndose con el atardecer, que acompañan mi nuevo amanecer. Y voy perdiéndome entre la espesura que crean los árboles, ya no tan verdes, quienes dejan escapar las hojas más maduras, que caen al suelo o se pudren al tiempo.
Aquí estoy, inventándome un millón de historias junto a ti, que sé que no pasarán pero tengo el presentimiento de que están pasando. Y te leo, y me arrepiento, porque sé que es mentira, que tú no sabes de mí. Que estoy perdida, necesito un nuevo mí.
Esta vez, será otra vez la misma vez. Entiéndeme cuando te diga que todo volverá a suceder, peor o mejor, pero en la línea de la monotonía, y yo quiero vivir, volver a sonreír.
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