Y me asusta el hecho de que se me oscurezca el alma a causa de la gente. Porque ellos no saben, ni mucho menos entienden, lo que es estar y ser con él.
Salí a la calle. Era un día frío pero soleado. Anduve con un rumbo definido y con la incertidumbre acechándome constantemente. Y es que la certeza no estaba de mi parte aquella tarde, aun así, me sumergí leyendo mientras me apoyaba en una columna gris. Y esperé, un buen rato. Ya estaba acostumbrada, iba bien preparada. Así que cuando llegó, caminamos hasta llegar al Centro. Acabamos en una hamburguesería donde allí nos entretuvimos un buen rato hablando. Todo empezó porque le solté un bombazo. Inusual en mí ya que, a pesar de aquello, sonreí. Se lo conté tranquilamente, sin darle mucha importancia y viendo la cara positiva del acontecimiento en general. Luego, nos sentamos y, allí, conversamos. Comenzamos con el tema del sexo; por un lado, repulsividad hacia este, por otro, adoración. Llegué a la conclusión de que si eres libre copulando con el otro ser, puede ser muy positivo. En definitiva, que atrae sensaciones y emociones buenas. Poco a poco nos fuimos adentrando en otros temas y, el más, superficial y surrealista fue hablar de mi pasado. Más concretamente mi absurda ilusión por un chico. Y es que aquella mujer, tenía la capacidad de querer destruir a otro ser, pero no el poder. Así que me quedé bien tranquila. Y, a la vuelta a mi casa, cuando nos despedimos, me quedé reflexionando. Porque justo cuando estábamos yendo hacia el restaurante, ella me soltó unas cuantas dudas a mí, respecto a mi relación amorosa. Pensativa estaba de regreso, anduviendo por las calles oscuras, iluminadas por las farolas y ensombrecidas por mis inquietudes. No, no tenía la necesidad de salir de mi relación porque me sentía bien conmigo misma y con él. Tampoco me aterraba la idea de que me pudiera decepcionar, de que mi amor fuera un fracaso. Ni mucho menos me asustaba el hecho de que la relación que estaba teniendo quedara en pasado y fuera un intento fallido. Me sentí demasiado bien, pues la persona que estaba en mi vida me llenaba; de lealtad, de felicidad, de paz y de amor. Quizás nuestra relación des del exterior podía parecer común y a la vez rara, pero des del interior, era y es la gloria.
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