No me juzgues, no sabes por lo que he pasado. Y no, no he venido aquí a escribir sobre mis penas, sino a regocijarme de ellas. Palabras de estrellas, bellas. Aunque siempre me hundo en sus profundidades, océanos impuros. Saciedad de sentimientos, todos llenos de odio y rencor, hacia mi mismo ser. ¿Por qué? En un atardecer me empecé a querer pero cuando llegó el amanecer me desvanecí, como frenesí. Soy así. Paz necesito y me subo al precipicio, como cualquier mal vicio.
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