Este es un escrito mío del 2015-2016, cuando tenía entre 15 y 16 años… espero que os guste!!
De piernas cruzadas estaba sentada en la silla naranja de su escritorio, con la cabeza hacia atrás y mirando el techo blanco de su habitación. Las zapatillas cayeron de sus pies estallando contra el suelo, haciendo un leve ruido justo cuando giró todo el cuerpo quedando de cara a la pantalla del ordenador, que permanecía encendido. Sopló cansadamente descruzando las piernas y poniéndose las zapatillas. Se centró en el salvapantallas, tocó una tecla y abrió un documento de Word.
“Estoy…”
Se levantó apresuradamente sin motivo alguno, y como si alguien la estuviera observando a sus espaldas, salió del cuarto dirigiéndose al baño. Después de lavarse la cara se quedó mirando el rostro que se reflejaba en el espejo. Entrecerró los ojos acercándose aún más al cristal. Observó unos grandes y expresivos ojos, semejantes al color del café con leche. Analizó sus cejas, ni pobladas ni despobladas, bien colocadas y perfiladas. Echó un vistazo a su melena castaña, donde de ella caían mechones rubios sin parecer superficiales. Se relamió los labios y sonrió falsamente, dejando ver la dentadura blanca, pequeña y perfecta, que le quedó después de año y medio llevando hierros. Finalmente recorrió todo su cuerpo, desde su arrugada nariz hasta sus pies. Llevaba puesto un pijama gris y negro del Mickey Mouse, que de los tobillos le quedaba corto.
Salió y se sentó otra vez, para seguir escribiendo.
“Estoy cansada de lo mismo, de leerme una historia, ya sea a través del móvil en Wattpad, en papel o descargada desde mi ordenador, y ver como el final siempre tiene que ser el mismo: bonito y feliz donde todo acaba de una manera perfecta. Estoy cansada de leerme tropecientas historias y llegar a la misma conclusión siempre. Porque no es justo, no hay derecho. Me pongo en la piel de los personajes, siento todos sus sentimientos y emociones, muero o revivo con ellos, para después llegar a aquel absurdo final que es demasiado incoherente; ya que todo se basa en equis casualidades con el objetivo de construir y formar un final maravilloso, aunque detrás de toda esta farsa quieran ocultar la maldita verdad. Y aunque sea maldita, prefiero que sea maldita, cruel y dura, que no hipócrita y superficial.
En realidad, estoy indignada hacia ese tema amoroso que acaba saliendo en todas las novelas, escritas con palabras agujereadas y ahogadas, sustituidas por palabras relucientes y vivientes. Puede que la culpa sea mía por caer en las entrañas de esos hechiceros libros que te dejan sin salida, hasta que finalmente, y por arte de magia, se abre de ellos la puertecita nunca hallada anteriormente, que trae la respuesta a esa pregunta que tenías dentro de tu cabecita durante toda la larga lectura.
El problema es que a mí no me sirve la respuesta, porque de ésta surge una pregunta inútil; el porqué. ¿Por qué los escritores hacen eso? ¿Qué intención tienen en hacerte sufrir? Leo tanto que me he acostumbrado a vivir dentro de un mundo inexistente, sumergida en una burbuja flotante ya inexplotable. Porque ya no vivo, sueño. Mi cerebro, de una forma incomprensible, construye ensueños de los cuales no puedo deshacerme ni con una cachetada fuerte en mi cara.”
Control G, documento de Word guardado. Lo cierra y apaga el ordenador.
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