El viaje vertical de Enrique Vila-Matas

En El viaje vertical de Enrique Vila-Matas recorremos el vacío existencial tan abismal de Federico Mayol, el protagonista, narrado desde el punto de vista de Pedro Ribera, quien es escritor y dueño del hotel Bom Jesus, último lugar de su viaje donde se hospeda Mayol.

¿Pero qué sucede cuando uno mismo se siente tan cómodo en su propio hueco?

Quiero decir, cuando viviendo muerto, uno se recrea tanto en su tristeza que se queda ahí, cayendo en picado sin parar. Esa sensación comienza a experimentar el protagonista justo cuando Julia, su mujer, le echa de casa ya que quiere y necesita saber quién es. Quiere ser libre. El acontecimiento sucede al día siguiente después de la boda de oro, de los cincuenta años. Ella le deja clara la sentencia: quiere estar sola.

Ahí comienza el declive emocional de Mayol. Desde Barcelona, pasando por Lisboa y acabando en Madeira donde conoce el escritor que a posteriori narrará a su vida.

En resumen, ‘viaje vertical’ significa el recorrido que hace Mayol hacia el sur y también su forma anímica de descender, de ir cayendo.

Porque tal y como escribió Enrique Vila-Matas:

«Era fantástico notar que se hundía, tal vez porque por primera vez en su vida sabía al menos adónde se dirigía, lo tenía muy claro porque no hacía más que ver una imagen muy concreta de él mismo descendiendo en posición radicalmente vertical hacia el más absoluto vacío, camino al hundimiento total».

Y aquí yo me quedo, como Mayol, siendo un paisaje hermosamente doloroso.


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